Si señor, se puede





Dice el Señor Presidente que nada se puede hacer en la educación. Que no hay modo de “entrarle” a los Consejos autónomos.
En las condiciones actuales, es verdad.
¿Por qué? Porque el gobierno llegó sin una idea clara de lo que había que hacer. Instintivamente el Presidente proclama la prioridad educativa y así lo dijo desde el primer día, ante el Parlamento. Pero él no traía un plan, aunque fuera general. Navegaba apenas con buenas intenciones e ideas difusas.
Luego procedió a designar los Consejos. Se cumplió el “reparto” respectivo dentro del dogmático mundo frentista y se le mandó, sin idea alguna, a gobernar. Por supuesto, ninguno de ellos tenía ideas de cambio. Pertenecían al pensamiento dominante de que todo era cuestión de recursos, como habían dicho toda la vida. La realidad, sin embargo, ya les estaba mostrando lo contrario. Y a poco de andar el propio Presidente se dio cuenta que el cambio que él, sin definir, quería, era más o menos lo que el vilipendiado gobierno que presidimos había intentado en 1995 y que las escuelas de tiempo completo y las ideas de entonces, eran los caminos. Como era difícil sostener que sus correligionarios habían sido injustos en sus críticas desaforadas a todo aquello, lo resolvió diciendo que el problema era que el Prof. Rama era un cascarrabias.
Hizo luego dos acuerdos con la oposición. El primero se diluyó rápidamente, el más reciente termino incumpliéndose por la hostilidad de los Consejos a un programa propuesto por el Consejero Corbo. Obviamente, ese programa apuntaba a la calidad y a la flexibilidad, conceptos que repugnan al pensamiento frentista uruguayo. Así lo han dicho una y otra vez. Como tampoco creen en la disciplina, en el rendimiento y la exigencia y por eso hace una semana le dijeron que todos los días que se llevan perdidos por paros no se pueden recuperar. Y lo dicen negándose a un lógico reclamo del propio Presidente, expresado ante la reacción popular frente a paralizaciones sin sentido.
La experiencia ofrece la demostración contraria a la resignación presidencial. Cuando se tiene una idea y un proyecto y se nombra la gente adecuada, convencida, se puede hacer y mucho. Con una oposición violenta, irracional y difamatoria, en los 5 años de 1995 a 2000 se puso a la educación en el rumbo del desarrollo. La gente más necesitada fue la que más se benefició. En las zonas deprimidas aparecieron 100 escuelas de tiempo completo. Los preescolares llegaron a todos los niños de 5 años y a la mayoría de los de 4. Se crearon centros de formación docente en el interior del país, con internado para los muchachos de otras ciudades. Los bachilleratos tecnológicos elevaron el nivel de la educación técnica y hasta hoy son un éxito. Se inició en Secundaria un plan experimental que se probó disminuía la deserción. Todo fue impugnado. Hasta se usó la violencia para impedir la entrada con bandejas de comida a modestas escuelas de la periferia montevideana. La oposición fue cruel pero se siguió adelante y los resultados fueron notables. Hoy ya pocos se atreven a discutirlo.
El problema entonces está claro. Con esta gente administrando la educación es imposible. Están en contra de todo cambio. No de hoy sino de siempre. Nunca ejecutarán de buena gana proyecto alguno que apunte a lo que necesitamos. El gobierno, por su parte, no puede abordar el tema sin un proyecto cabal y hoy, desgraciadamente, no tiene con quien hacerlo. Por eso, el Presidente, con buena intención, queriendo privilegiar la educación técnica propone autonomizar la UTU, sin advertir que eso no le aportará nada. Con el mismo presupuesto e idénticas autoridades, ¿qué cambiará? ¿Que es lo que hoy se le impide hacer y de lo que nadie tiene noticia?
La reforma de 1995 se hizo en base a un programa que se llevó a la elección. Había sido elaborado sobre investigaciones realizadas por CEPAL en nuestra primera Presidencia y en las que había trabajado el Prof. Rama. Por eso lo llamamos a él para ejecutar un programa que habíamos elaborado tomando en cuenta sus viejos trabajos. Tuvimos la posibilidad de acompañarlo con el Dr. José Claudio Williman y la Prof. Carmen Tornaría, un equipo coherente y convencido. El Presidente de la República, es verdad, hoy no tiene a su alcance gente de ese nivel, pero si se decide realmente a formular un programa en serio y enfrentar a gremios reaccionarios y obsoletos, podría hacer muchas cosas, aun con funcionarios de menos relieve. Quizás con menos nombre, pero más voluntad. Y sobre todo convencidos de que el desafío es igualar para arriba y no para abajo, que el orden y la calidad no son conservadores, que los cargos son para los mejores y no para los “cuoteros”...
¿Se acuerdan a cuanta gente del Frente le pedimos colaboración y de qué manera fue apostrofada por los fascistas de los gremios que se creen progresistas?
Señor Presidente, poder se puede. Lo hemos demostrado nosotros y también el Dr. Vázquez cuando llevó adelante su Plan Ceibal por aparte de autoridades de la educación que se le oponían. Se puede pero el camino es hacia la calidad y no el parche, la media lengua y el permisivismo constante con la incapacidad, el desorden y el corporativismo.


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