Plebiscito, derecho y deberes de los jóvenes




Los impulsores de la baja de la edad de imputabilidad a 16 años obtuvieron con holgura las firmas requeridas para convocar a un plebiscito constitucional. Con el impulso del logro obtenido, han intentado promover el adelantamiento de esta consulta popular; sin embargo resulta imposible que ello ocurra.
En efecto, el mecanismo elegido establece que la consulta plebiscitaria deba realizarse en forma conjunta con la elección nacional más próxima. Ese es el camino que la propia Constitución establece para el procedimiento elegido por los impulsores de la iniciativa.
Para adelantar la consulta se debería producir una situación política y éticamente inaceptable; es decir que los legisladores de los partidos y sectores que no estamos de acuerdo con esta propuesta votáramos en contra de nuestras convicciones para darle a la iniciativa una mayoría especial de dos tercios que no tiene. En concreto, legisladores de Alianza Nacional, del Frente Amplio y del Partido Independiente tendrían que dar su voto a favor de una propuesta que no comparten para convertir la propuesta en "ley constitucional" y, por lo tanto, fijar una fecha anterior a octubre de 2014.
Como es posible apreciar, reclamar esta conducta a quienes no compartimos la propuesta es claramente improcedente. Por otra parte, con la actual composición del Parlamento la propuesta de la rebaja de la edad de responsabilidad penal apenas alcanza a un poco más de un tercio de los legisladores, mal se puede entonces reclamar que el Parlamento vote una propuesta claramente minoritaria.
Es cierto que existen encuestas que otorgan una aparentemente amplia mayoría a quienes impulsan esta alternativa, pero no menos cierto es que las firmas alcanzadas están muy lejos de representar a la mayoría de la ciudadanía y tampoco ha habido, hasta ahora, una campaña fuerte por parte de los que no estamos de acuerdo con la propuesta.
De modo que, ineludiblemente, la cuestión se resolverá en las urnas en octubre de 2014 junto con la elección nacional de primera vuelta. Significa, entonces, que este asunto estará en la agenda de la próxima campaña electoral.
Por otro lado, en estos días ha surgido un debate paralelo pero estrechamente vinculado a la cuestión de la rebaja de la edad de imputabilidad. Nos referimos a la posibilidad de bajar la edad para votar, también a los 16 años.
Los intercambios de opinión al respecto han puesto en evidencia rotundas contradicciones de uno y otro lado.
Ha habido voces de parte de algunos dirigentes que están en contra de rebajar la edad de responsabilidad penal en el sentido favorable a reducir la edad para votar. Esta postura no es coherente porque se contradice con la reivindicación de que los jóvenes de 16 años no son maduros para ser responsables penalmente.
Pero mucho más grave es la inconsistencia del otro lado. En efecto, con contadas excepciones, los que impulsan la reducción de la edad de los jóvenes para ser considerados penalmente responsables no están dispuestos a reconocer los correlativos derechos que surgirían de tal circunstancia.
Para decirlo más claro, los que impulsan este plebiscito creen que los adolescentes uruguayos son maduros para ser reprimidos, pero deben ser considerados incapaces para ser titulares de los correlativos derechos a votar, contratar, casarse, manejar, etc.
Esta circunstancia pone en evidencia el carácter represivo de la iniciativa. La mirada hacia los jóvenes de 16 a 18 años está dominada por la búsqueda de castigar, sin considerar que el que es maduro para las verdes también lo debiera ser para las maduras.
Por supuesto que detrás de esta iniciativa está la capitalización de una gravísima situación de inseguridad de la que todos los partidos que han estado en el gobierno durante las últimas dos décadas, son responsables. El aprovechamiento del miedo, del enojo, de la impotencia de tantos ciudadanos que sufren las circunstancias de inseguridad, ha sido el motor de los impulsores de esta iniciativa.
La prueba de ello es justamente la absoluta indiferencia que los principales impulsores de la iniciativa han mostrado con respecto al reconocimiento de los correlativos derechos de los adolescentes, si piensan que son adultos para la responsabilidad penal.

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