OBA LA LONGA




Hace algunos años visité una tribu de la zona del Amazonas oportunidad en la que el cacique mayor me invitó a la ceremonia nocturna. 
Un festejo tradicional de la mencionada tribu.
Sobre las diez de la noche llegué hasta el lugar donde se sentaban cientos de indígenas en círculo alrededor de un gran fogón.
Luego de oír por espacio de unos treinta minutos una especie de oración del brujo, comenzaron a levantarse de a uno los indígenas despojados de sus taparrabos.
Lentamente fueron formando un trencito, que se iba uniendo indígena contra indígena (el lector se imaginará a través de qué aparato) cantando “Oba la Longa se forma la ronda” lo que obviamente me sobresaltó, aunque las palabras del cacique mayor me tranquilizaron, explicándome que era una vieja tradición de la tribu, que demostraba cuán hombre se podía ser superando una penetración.
Pregunté al cacique si los invitados también debíamos participar, recibiendo un “sí” de respuesta, aunque otra explicación del cacique me tranquilizó, explicándome que el invitado era el último en levantarse, lo que obviamente significaba que detrás de mío no habría más nadie.
Al son de “Oba la longa se forma la ronda” luego de que se levantó el último indígena llegó mi turno, para colocarme detrás del último.
Luego de unos minutos y cuando seguíamos todos en trencito cantando “Oba la Longa se forma la ronda” y yo loco de la vida, de repente el trencito se paró de golpe.
En ese momento se paró el cacique y un estruendoso “OBA LA LONGA CON EL CACIQUE SE CIERRA LA RONDA”  terminó con mi virilidad al instante.



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