“La verdad es siempre subversiva”





"Nunca le creas a los gobiernos, a ninguno, ni una palabra de lo que digan; observa con desconfianza todo lo que hagan … La verdad es siempre subversiva", reivindicaba Martha Gellhorn, periodista y escritora alemana.
En Uruguay la disyuntiva es qué creer y a qué vocero gubernamental adjudicarle la mejor performance a la hora de valorar los sonidos y los silencios de la política, teniendo en cuenta, claro está, que unos y otros constituyen la partitura ciudadana.
Pero más allá de las divergencias y los estilos, no podemos negar que en Uruguay estamos en una democracia sin tutelas ni maquillajes.
Podrá observarse al Gobierno a veces alineado hacia el control informativo arbitrario, pero no hay que dejar de mirar el horizonte de libertad no como meta sino como contexto.
Pero lo que sí desvirtúa a la gestión pública y al periodismo en su sana crítica, es  emerger de la acción política adjudicando al oponente democrático, a aquél que no pactó gobernabilidad conviniendo programas u objetivos, dándole una función subalterna de gobernante ejecutivo, algo así como pretender que las minorías sean el  factor legitimante de la gestión cuando debe ser garante por su contralor.
Esto es lo que ha sucedido entre Pedro Bordaberry y José Mujica.
La minoría no se siente parte de una gestión, aunque el Presidente la necesite para legitimar que es demócrata, republicano y defensor de un estado de derecho en el que las minorías son la base del funcionamiento ciudadano institucional.
Claro está que marcadas las diferencias se disparan las defensas de los supuestos oponentes, afectándose con ello su propio relacionamiento extra partidario y hasta el de cada uno en relación a sus propios partidos políticos.
En mi opinión la estrategia de Mujica no apuntó a Bordaberry originalmente; muy por el contrario, era un dardo dirigido a los blancos. Un partido político todavía atomizado, como el Colorado, con una figura avasalladora, pero desde una perspectiva aún de minoría muy marcada, no puede constituirse como un peligro para el Presidente y menos para el Frente Amplio.
Lo que aquí está pasando es que Mujica pretendía ubicar afuera de la cancha a un Partido Nacional que ha decidido –por estrategia electoral- ser la razón y la verdad incuestionable a modo de fiscal del pueblo, pregonando sus puntos de vista desde la cuchilla y los medios de comunicación. Y eso  es altamente complejo y de difícil decodificación por las masas.
Desde la oposición los blancos parecen tener la razón en todo; son como aquél discurso de Wilson Ferreira Aldunate en el Parlamento cuando caída la democracia él se autocalificaba como el “vengador de patria”. Claro está, que no fue el único que se jugó su opinión y su integridad en esos momentos. En aquélla misma memorable sesión habló y sentenció también y con más fuerza, Amilcar Vasconcellos, quien meses antes, desde sus columnas de opinión en radio Carve, daba cuenta de su “Febrero Amargo”.
Quizá por todo esto debamos hoy los colorados y batllistas no censurar nuestro proceder distinto ante un mismo hecho social. El diputado Fernando Amado se equivoca al levantar su opinión en perjuicio de quienes no aprueban retirarse de los cargos de contralor. Para el PROBA no ha sido fácil enfrentar votaciones en la Convención del Partido donde las decisiones legítimas avasallaban su minoría. Sin embargo, el voto de PROBA fue y será legitimante de las decisiones mayoritarias cuando ellas son un mandato y no un punto de vista.
A la mayoría le cabe el respeto, a la minoría su derecho a perfilar la acción democrática marcando su opinión.
Por eso lo del principio "la verdad es siempre subversiva", y no parece inteligente pelearse con todos sólo por ser en un instante de la vida, y nada más que por un momento, una mayoría relativa.
Hoy el Gobierno de José Mujica sabe que el Partido Colorado no es sinónimo de omisión, sino de acción republicana. Y se ha plantado con postura firme en el contralor y en la reivindicación hasta en el distanciamiento.
Sepamos decodificar los mensajes. No rechacemos lo que no entendemos o no compartimos.
No seamos ingenuos en creer todo lo que Mujica como Gobierno lanza a la opinión pública como una irreverencia y nada más.
Muchas veces escuché al diputado Amado, entre otros, sostener que estamos ante el “Nuevo Partido Colorado”. Francamente no lo veo así: el Partido para mí es el mismo, sus necesidades son  las mismas, y sus razones las propias de un partido que debe habilitarle al país, la institucionalidad necesaria sin crear revoluciones estériles.
Obviamente que mi opinión es muy personal, pero si el Partido Colorado de 2012 no fuese el mismo de Batlle y Ordóñez, de Luis Batlle, de Flores Mora o de Hugo Batalla, sin duda no lo apoyaría. Nadie desentona en su idiosincracia, ni Vamos Uruguay ni Proba.
Porque la vigencia colorada incluso en la divergencia, VIVA BATLLE!!!

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