Cuba, los derechos humanos y las izquierdas.




Hace unas semanas falleció en Cuba, en un accidente de tránsito, Oswaldo Payá, el más importante dirigente opositor al régimen cubano. De larga y destacada trayectoria en su lucha por los derechos humanos y la democracia en la isla, padeció persecución permanente por parte del régimen de los hermanos Castro.
Fue un activista político de ideología social cristiana que reclamó en forma pacífica por las libertades en un país que hace décadas que sufre una situación de dictadura autoritaria muy evidente y, probablemente, de las más antiguas del mundo.
Para todos los que tenemos convicciones democráticas, su fallecimiento fue motivo de hondo pesar. Se trataba de un dirigente en plena vigencia de su actividad y con mucho para aportar a la imprescindible democratización de su país.
En la Cámara de Representantes, como en tantos otros países democráticos del mundo, se mocionó para la realización de un homenaje en su memoria. Sorprendentemente la bancada del Frente Amplio se opuso a que se realizara dicho homenaje. Luego, se aceptó que un legislador hiciera una breve referencia en Cámara, pero finalmente toda la bancada del Frente Amplio también bloqueó esta posibilidad mediante el mecanismo de levantar la sesión parlamentaria.
Desde una perspectiva de izquierda democrática es insostenible e inaceptable la actitud asumida por el Frente Amplio. Es insólito que ni siquiera haya habido un solo legislador del partido de gobierno que apoyara el mencionado homenaje; es muy grave pero también muy significativo que ni siquiera en los sectores que reivindican la expresión de una izquierda moderada o socialdemócrata, sea imposible que exista una manifestación de rechazo a lo que está ocurriendo desde hace décadas en Cuba.
Ningún sector del Frente Amplio ha tenido los reflejos, en tantos años, para reconocer lo que es obvio para cualquier observador medianamente objetivo; que si en un país se prohíbe la existencia de los partidos políticos, no hay libertad de expresión y no se realizan elecciones libres con pluralidad de opciones políticas, entonces no existe la democracia. Esto, así tan sencillo, no es reconocido ni admitido por ninguno de los grupos que integran el Frente Amplio.
Esta actitud marca una distancia insalvable para aquellos que también nos reivindicamos de izquierda pero que no tenemos la postura hemipléjica de condenar a las dictaduras cuando son de derecha y "mirar para otro lado" o justificarlas cuando son de izquierda.
¿Cuán firmes son las convicciones democráticas si estas dependen del signo ideológico del gobierno de turno?
El Frente Amplio ha demostrado una grave insensibilidad ante lo que ocurre en Cuba. Porque nadie se asombra de que así actúe el Partido Comunista puesto que nunca asumió la responsabilidad de haber defendido y apoyado a los regímenes del "socialismo de Estado"; ni siquiera parece haberse enterado de la caída de esos regímenes y siempre ha justificado a distintos gobiernos autoritarios a lo largo y ancho del planeta; pero tampoco han reaccionado los dirigentes representantes de los sectores moderados del partido de gobierno.
Esto nos resulta particularmente sorprendente porque buena parte de los dirigentes de los diferentes sectores del Frente Amplio padecieron, de diversas formas, igual que nosotros, las persecuciones y la represión de un gobierno autoritario como el que tuvimos que sufrir en nuestro país durante una década.
Muchos de nosotros, dentro de nuestras modestas posibilidades, asumimos las mismas actitudes y conductas que Oswaldo Payá protagonizó en su país reclamando por las libertades y la democracia. Basta recordar lo que sufrimos en carne propia para generar un nexo de solidaridad con los que luchan por una causa similar en otras partes del mundo.
Cuánto valorábamos en aquellos negros años cada señal, cada gesto de otros países del mundo en solidaridad con nuestra lucha por la democracia.
Sin embargo, todo se deja de lado cuando se trata del régimen cubano.
Pero la bandera de la libertad y la democracia en Cuba no debe ser dejada solo a los partidos tradicionales de este país. Existe otra izquierda, aquí, fuera del Frente Amplio, y en muchos otros países del mundo entero, que no tiene pruritos ni dudas para condenar el autoritarismo venga de donde venga.
Lo triste es que no exista aunque sea uno, en todo el Frente Amplio, que tenga la decisión de cuestionar la larga noche de la dictadura cubana.
Cuando un día, que más tarde o más temprano vendrá, se conquiste la democracia y la libertad en Cuba entonces serán muchos los que seguramente dirán que no sabían lo que estaba pasando o ensayarán justificaciones de su gravísima omisión.
Nosotros hemos sido firmes y claros desde siempre en señalar que en Cuba existe una dictadura, con la misma convicción con la que luchamos contra la dictadura de derecha en nuestro país y con la que señalamos las barbaries de los regímenes autoritarios, en la Unión Soviética de Stalin, en el Paraguay de Stroessner o en la República Dominicana de Trujillo. El autoritarismo es siempre autoritarismo, venga de donde venga.

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