Solo
el compromiso con una causa que se comparte, alejando la indiferencia, puede
generar el trabajo voluntario de más de tres mil jóvenes que participaron de la
jornada de recaudación de donaciones para “Un techo para mi país”, actividad
que se cumplió en nuestra ciudad capital recientemente.
Desde
hace poco tiempo, un nuevo logo con una sola palabra: “Techo”, busca reforzar
la imagen de un proyecto que pretende ser mucho más que una mera asistencia,
que apunta a nuestro entender y según lo explicitan sus responsables, a la
verdadera inclusión social de aquellos que se ven beneficiados por el trabajo
de equipos que brindan su tiempo y esfuerzo voluntariamente para brindarles una
solución habitacional. Solución que, no debe verse como definitiva, sino que
apunta a permitir una mejoría en el crecimiento personal desde el propio
compromiso por superarse. Ello, desde el constante trabajo y esfuerzo, -sin
perder la dignidad, ni la libertad- les permita dejar atrás la pobreza y lograr
con el apoyo y el fortalecimiento de la comunidad organizada, sentirse
incluídos en la sociedad de la que forman parte. Así no solo se obtiene una
mejora en la vivienda, que significa un comienzo, sino además un involucrarse
con problemas a superar, ya se trate de solicitar servicios públicos, la
instalación de una biblioteca, la atención a la salud, la enseñanza de los
adultos y tantos otros.
Muy
lejos del simple “asistencialismo” del que hemos visto innumerables ejemplos,
en estos años de una bonanza económica como nunca antes tuvo ocasión de vivir
nuestra República, el proyecto que comentamos, pretende lograr el compromiso y
la determinación de salir de la pobreza en base a una férrea voluntad, de
quienes reciben esta ayuda.
Apoyados
en el desarrollo y fortalecimiento comunitario, se logra el conocimiento de las
necesidades a satisfacer con la participación de guías, de cada uno de los
asentamientos en los que se trabaja.
Se
apunta a lograr una sociedad más justa y solidaria donde sus integrantes tengan
oportunidades para desarrollar capacidades y ejercer y gozar plenamente de sus
derechos, pero desde la propia participación y autogestión para lograr con su
trabajo y responsabilidad, en definitiva una mejora en su calidad de vida. Y no
sólo eso, que no es poco, sino además se obtiene hasta un positivo cambio de
mentalidad y una mayor conciencia derivada en asumir nuevas responsabilidades y
condiciones.
En
tiempos de tanta incertidumbre en lo que se refiere a valores, encontrar un
proyecto que apunte a la superación de la pobreza desde el compromiso de sus
miembros y que logre derribar la indiferencia, no es una cuestión menor y no
debiera pasar desapercibida. Lejos de ser espectadores, los propios interesados
toman parte activa de su propia superación.
En
tiempos donde el egoísmo y la búsqueda del goce instantáneo parecen predominar,
un proyecto de esta naturaleza y de largo aliento, se presenta como una
esperanza que no debiera soslayarse.
Lejos,
muy lejos del asistencialismo sin contraprestación y de los planes de equidad,
implementados desde el gobierno, se advierte aquí una diferencia positiva
sustancial, ya que en el proyecto que comentamos se pretende involucrar a los
interesados en el proceso de mejora de su propia condición y con ello, nada
menos que la mejora en su calidad de vida.
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