Las
transformaciones y el pensamiento
Con
la invención del arado hacia el año 3000 antes de Cristo, se transformó la
producción de alimentos y se hizo posible la agricultura. Estos sucesivos inventos han desencadenado
cambios espectaculares, tan extraordinarios como pasar de vivir recogiendo lo
que la naturaleza ofrecía a ayudar a la misma a producir lo que los humanos
querían y donde les convenía, pasar de una cultura depredadora a una cultura
productiva, gracias a la agricultura.
El
invento de la imprenta revolucionó la transferencia y conservación de los
conocimientos. La máquina de vapor desencadenó la profunda transformación de la
era industrial. El teléfono y la radiofonía transformaron radicalmente las
comunicaciones. El primer coche que dejó de ser movido por tracción animal y lo
hizo con motor transformó la sociedad e incrementó exponencialmente la
velocidad de traslado de la gente. La computadora y su desarrollo, revolucionó la vida.
Las
pequeños o grandes creaciones tecnológicas marcan indeleblemente la historia de
los seres humanos, produciendo cambios culturales profundos no siempre
reconocidos como productos de esa lucha colectiva permanente por la
conservación y reproducción de la vida.
Si
bien los cambios son inherentes a la propia vida, las transformaciones
comunitarias, según muchos antropólogos, son continuos y generalmente, por
habituales, pasan desapercibidos. Los
grandes cambios culturales, aquellos que marcan etapas bien diferenciadas en la
evolución de esa comunidad, se generan con la aparición de una tecnología innovadora
importante. Importante porque revoluciona las costumbres, modos de organizar la
vida y resolver problemas, valores y visiones del entorno.
Los
cambios que actualmente están provocando las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación no son solamente cambios por la existencia de nuevas herramientas de
extraordinario poder de información, juegos, arte, recogida y análisis de
conocimientos, elaboración personal y colectiva incluso a distancia de nuevos
conocimientos, creatividad, comunicación, comercialización, documentación y archivo
para usos sincronizados o diferidos, etc. Las nuevas tecnologías están
generando, normalmente de manera inconsciente, nuevas experiencias vivenciales
sobre conceptos radicalmente “primarios”, lo que va construyendo en la mente
otro conjunto de percepciones y visiones que no coinciden con los que estábamos
acostumbrados.
Hay
cambios profundos en la sensación y percepción del tiempo, según expertos y
docentes. Cuando se maneja internet y en segundos se ponen en contacto con
personas que están en lugares tan lejanos como Japón, la sensación y percepción
del valor tiempo que se tiene es diametralmente opuesta a la que hemos tenido
de niños y jóvenes cuando nos comunicábamos con nuestros familiares que vivían
en Tranqueras, Montevideo o Colonia. Tiempos en que sin teléfono por ejemplo,
se podía tardar seis, siete o más horas en llegar a ellos. Las experiencias de
tiempo, espacio y distancia son radicalmente diferentes, así como los conceptos
y creencias que se van configurando en la mente. Lo mismo pasa con las
experiencias y los conceptos de presencia y ausencia. Más aún,
con las nuevas tecnologías de la informática en que se ha conseguido con lenguaje digital expresar las
sensaciones de olfato y tacto las cosas se han complicado, produciendo cambios
en el horizonte educativo inmediato.
Curiosamente,
y como en cierta medida ha ocurrido en el pasado, los cambios tecnológicos, no
siempre se reflejan en la cultura, o al menos no se los aceptan como producto
de los mismos. La importancia del fenómeno es capital, y se observa cómo, insensiblemente, se agranda la distancia
entre ciertos conceptos manejados en la educación y las experiencias cotidiana,
no sólo de niños y adolescentes, sino del conjunto de la sociedad.
Frente
a los desafíos actuales de la educación y formación de las nuevas generaciones,
sería interesante repensar la cuestión,
y buscar la génesis de nuestros problemas en las propias coordenadas del
desarrollo histórico de los seres humanos. Las computadoras no son ni serán la
panacea. Poco resolverá repartir computadoras, porque los grandes desafíos no
vienen de la máquina, vienen sobre todo de los lenguajes y de los procesos
mentales de comunicación y nuevos conceptos. Son productos, herramientas
creadas por las personas y que obviamente deben servir a los seres humanos. Así
ocurrió en la historia con el arado, la imprenta, el motor, el teléfono, la
radio, los antibióticos, etc. Formar seres humanos civilizados, críticos,
creativos, amantes apasionados por los otros y la vida, es aún el horizonte que
alumbra los caminos concretos a recorrer.
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