Émulos
domésticos del antiguo “El breviario de
los políticos”
Se
vive circunstancias históricas donde en lo ideológico el ícono cultural, de
origen mercantil, es lo “nuevo” en contraposición a lo durable.
En el mundo de la política, con escenarios privilegiados, lo nuevo lleva
a competir por la autoría de la última profecía, el descubrimiento emblemático,
la iniciativa primigenia. Hay, incluso, una especie de “ignorancia programada”
junto a una memoria selectiva, que permite con relativo éxito revestir de nuevo
e innovador antiguas propuestas e ideas.
En
el mercado político se reproducen por generación espontánea todo tipo expertos
y especialistas (científicos sociales, politólogos, economistas, marketineros,
locutores “opinólogos”, publicistas, etc.),
donde se lucra despiadadamente con la supuesta originalidad, la
“primicia”, el descubrimiento de la “boca del mate”, según la expresión
popular.
Evidentemente
se trata del montaje de un proyecto político más próximo a la farsa, donde el
comediante, armado con la lingüística de las organizaciones no gubernamentales,
se mueve con soltura, corriendo con el viento a favor de la referida ignorancia
programada. Políticos y expertos se esmeran en la creación de eufemismos y
disfraces para conceptos aún más antiguos que los actuales regímenes
democráticos republicanos.
Sin
embargo, tarde o temprano surge la posibilidad de desmontar la mentira y la ignorancia. Es la virtud del
conocimiento que la lectura suministra.
Y de esa manera, se puede observar cómo
“ilustres” y “excelentes” hombres públicos, académicos, expertos y
propagandistas, son en los hechos émulos y acólitos disfrazando de
modernos, a antiguos catecismos o manuales de ejercicio
del poder como El Príncipe de Maquiavelo.
“El breviario de los políticos”, del prelado
católico, apostólico y romano, cardenal Julio Mazarino de 1648 es otro ejemplo
elocuente, y quizás uno de los más ignorados. Como Maquiavelo, vivió preocupado
por la conquista y el mantenimiento del poder político. El cardenal
Mazarino, persona de gustos refinados y
amante del arte, fue uno de los políticos más astutos de su tiempo, carente de
escrúpulos cuando lo exigía la situación.
En
“El breviario de los políticos”, Mazarino proclamó algunos principios que
mantienen vigencia, aún cuando hay protagonistas que lo ignoran. De dicho
breviario, destacamos estos cuatro:
-
“-La consecución de los objetivos personales eclipsa cualquier consideración de
orden moral”.
-Simular,
disimular, no fiarse de nadie, decir cosas buenas de todo el mundo y prever
antes de actuar.
-Si
sospechas que alguien tenga alguna idea en la cabeza, sostén en el curso de una
conversación el punto de vista contrario. Si éste se opone al suyo, le costará
trabajo, por desconfiado que sea, no descubrirse, defendiendo su punto de
vista, o haciendo una objeción, y traicionará su pensamiento al mostrar que no
es del mismo parecer que tú.
-Debes
tener informes sobre todo el mundo, no comunicar tus secretos a nadie y espiar
los ajenos. No digas nada, no hagas nada que este contra el decoro, al menos en
público, incluso si lo haces de un modo natural y sin mala intención, porque
los demás pensaran mal.”-
Recordemos
que Mazarino nació 14 de julio de 1602 y
murió el 9 de marzo de 1661. Hábil diplomático y político, estuvo primero al servicio del papa y más tarde al
servicio del reino de Francia. Fue el sucesor del cardenal Richelieu como primer
ministro, de quien y gracias a su gran amistad, obtuvo el capelo cardenalicio
en 1641. Consejo de la Regencia, al ser Luis XIV menor de edad, se hizo cargo
del gobierno de Francia y de la dirección de la guerra contra España y el
Imperio Alemán. Gozó de la plena
confianza de la reina Ana de Austria, con la cual le unía una profunda relación
de afecto y amistad que suscitó muchas habladurías. En 1646, la reina le
encomendó la educación de su hijo, tarea que realizó con sumo esmero. Su
breviario político fue un texto escrito
precisamente para orientar a su alumno, dejando así constancia histórica
de que en este asunto de la política y la lucha por el poder público, hay muy
pocas cosas realmente innovadoras.
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