España, la gran estafa





Pareciera ser que estuviésemos asistiendo al retorno de España a la dictadura, al cabo de un corto pero intenso paseo nostálgico por una especie de tecnocracia similar a la que dio lugar al desarrollismo de la última época de Franco.
También a merced de la inutilidad de los comicios expresada en una gran estafa, por la elección de un plan prometido y no aplicado, acaso lo más semejante a un golpe de Estado sin la participación de las fuerzas armadas.
Desde el tiempo de la conquista romana el territorio que hoy ocupa España, fue testigo de contiendas épicas de rebeldía, de expresión del deseo de emancipación pero, desde los hechos de Numantia, pasando por el desprecio de las cortes castellanas a emular la sofisticación francesa en la educación, hasta la caída de la Segunda Republica, siempre terminó venciendo la alternativa más reaccionaria posible, sedimentando una identidad de rasgos rudos, desconfiados de la novedad, favoreciendo una interpretación de lo tradicional más acorde a las capitulaciones frente a lo convencional, que con su también genuino e identitario carácter ácrata e irredento. Pareciera ser que por más esfuerzo que realice, siempre termina España más identificada con el terror impuesto a lo largo de los siglos por la beligerancia típica de las religiones de fronteras, que con su lado irreverente, más inherente si se quiere a la idiosincrasia del individuo español que cualquier otra característica.
Presiento el espíritu de la dictadura en la falta de respeto al Demos, con la aplicación de un cinismo pantagruélico tras haber solicitado el voto prometiendo exactamente lo inverso, sin demasiado esfuerzo en el engaño, cierto es, luego de haber pasado el último año conspirando contra el anterior gobierno, entre las bambalinas correspondientes al escenario de acoso y derribo de la maquinaria de los capitales.
Presiento la tiranía en la insensibilidad extrema de los diputados y representantes del gobierno en el Congreso, cuando festivos desde sus bancadas, aplaudían los recortes más duros de la democracia española sobre los menos favorecidos, anunciados por el escurridizo presidente a principios de julio de 2012, momento en que la diputada Andrea Fabra, hija del presidente de la Diputación Castellón ganador de cuatro loterías consecutivas y exitoso incrementador de su patrimonio durante el período de funciones en envidiables porcentajes exponenciales, cuando gritaba desde su silla sin ruborizarse al hilo del anuncio de un drástico recorte de las prestaciones a los desempleados: "¡Que se jodan!".  
O bien cuando durante el mismo instante la vicepresidenta Sáenz de Santamaría sonreía y aplaudía enérgicamente cada medida, en claro contraste con la también conservadora ministra italiana Elsa Fornero quien en circunstancias similares, tras mencionar la palabra "sacrificio", no pudo continuar su discurso de recortes a los pensionistas, impelida por la vergüenza y una pizca de honrosa tristeza.
El actual Ejecutivo intentó esconder que en realidad la única parte que les gustó del ejercicio de gobierno anterior, fue la de los recortes que tuvieron comienzo en 2010, un aperitivo light de lo que estaba por venir, y que supuestamente son las que les costó el puesto a los socialistas en virtud de los populares, ya que las razones por las que nunca perdonaron a Zapatero, distaban mucho de relacionarse con la crisis.
Zapatero se caracterizó por poner en marcha políticas que beneficiaban a minorías, la mayoría de ellas repudiadas históricamente tanto por las derechas como por las izquierdas, consideradas escoria en todos los sistemas sociales. No le perdonaron el haber sacado a España de la inexplicable guerra de Irak, comenzando un efecto de contagio que llevó a mayoría de las Naciones a darse de baja en tan bochornoso proyecto, no le perdonaron sobre todo que diese valor a la utilización del tan cacareado " talante" , del que en efecto hizo gala, y con el cual neutralizó gran parte de las injusticias endémicas que se habían hecho ya parte de la sociedad y que sin embargo clamaban por medidas de alivio, desde los derechos a las parejas del mismo sexo hasta las ayudas a los inválidos y el reconocimiento a los represaliados pasando por una larga lista de excluidos.
España es el segundo país del mundo con más fosas comunes después de Cambodia, sólo que allí ya se avergonzaron institucionalmente de ellas y construyeron museos del Nunca Más con los restos de los asesinados, España aún espera su turno y Zapatero pretendía dárselo.Tampoco le perdonaron que prescindiendo del tradicional discurso agresivo y marcial consiguiese anular las acciones militares de ETA, reduciéndolas por vez primera a siete muertos en ocho años, y ubicando al terrorismo en un destacado 14º puesto por primera vez, luego de permanecer por más de treinta años en el primer puesto de preocupación ciudadana. Lo más retrógrado de la sociedad española no le perdonó a Zapatero ese aggiornamiento, ni el distanciamiento con la intolerancia, con el autoritarismo, y con ello el verdadero riesgo de enterrar de una vez por todas los reflejos franquistas y estalinistas. No le perdonó que mostrase un modo de vivir sin confrontaciones enconadas.
Los mercados tampoco. Ellos saben hacer muchas cosas entre las que no se encuentra perdonar, y no quisieron excusarlo de su titubeo, su tibieza frente al tsunami financiero.
Ahí estaba el Partido Popular esperando su turno, cometiendo el error de llenar de promesas de retorno al milagro español al electorado, de las cuales no sólo no cumplieron ni una sino que hicieron lo diametralmente opuesto, cuando sólo les bastaba con el silencio para llevarse el gato al agua. Por otra parte ya había intentado instaurar estas medidas en una situación de superávit financiero a principios de la década del 2000, el entonces presidente José María Aznar teniendo que aplazarlas a merced del éxito de la mayor huelga general de la democracia española.
Aguardaron su turno para poder aplicar estas recetas, y la espera les ha recompensado con el aliciente de hacerlo con mayoría absoluta, con un pueblo asustado, deseoso de retornar a las vacas gordas aún a sabiendas que de esos lodos vienen estos barros.
Las clases medias y bajas consideraron que la gran patronal acudiría a su rescate en una situación tan delicada cuando parece ser precisamente lo contrario, a los tecnócratas que hacen experimentos peligrosos con el capital de la gente se les puede, y a veces se les debe conceder el poder cuando existe una situación de abundancia, para que experimenten y encuentren nuevos filones, pero es muy riesgoso hacerlo cuando se está al borde del abismo.
Tengo la sensación de un retorno de España al gobierno de los dictados, no al modo de las tiranías tradicionales patentadas en el siglo XX, del capital o del proletariado, sino una dictadura menos evidente, no militar, aunque sin desprecio por el uso de la fuerza desmedida para amedrentar a la población descontenta, una dictadura no del tercer mundo, aunque enfocada a dejar una clase media diezmada, y una clase trabajadora sin sindicatos, carentes de los derechos adquiridos por sus propias luchas.
Una dictadura de los mercados pero sin permitir demasiadas florituras en los bolsillos de los contribuyentes.

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