No se sostiene




La frase sirve para calificar la decisión tomada por el gobierno uruguayo acompañando a los gobiernos de Brasil y Argentina, determinando un golpe brutal a la institucionalidad jurídica del MERCOSUR al aceptar el ingreso de Venezuela sin que haya mediado el consentimiento de Paraguay.
Es, definitivamente, insostenible la actuación del gobierno uruguayo en este episodio, quebrando tradiciones y valores de larga data en la orientación de la política exterior de nuestro país al no respetar el Derecho Internacional ni el principio de no intervención.
Como dijimos en su momento, el pasado viernes fue un día de oprobio y vergüenza nacional.
Pero la frase también sirve para calificar la situación política del Canciller Almagro. Su continuidad al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores no tiene el menor sustento político, ni siquiera resiste un análisis lógico básico.
En efecto, el Canciller reconoció el lunes pasado ante diversos medios de comunicación que no comparte la decisión tomada en Mendoza por su propio gobierno. Dijo y reafirmó que el ingreso de Venezuela no cumplía con los requisitos institucionales fijados por el MERCOSUR y que, por eso no había permanecido en sala en el momento en que se votó el ingreso de ese país.
Dijo más. Sostuvo que su ministerio resistió hasta el final la decisión en cuestión y que este tema se dirimió en una reunión cerrada entre los tres presidentes. Agregó que no sabía cuáles eran las razones que derivaron en el cambio de postura de José Mujica.
Por si quedara alguna duda agregó que él entendía que el tema no estaba cerrado y que lo haría analizar por los servicios jurídicos de la Cancillería. Sin embargo, pocas horas más tarde el gobierno argentino le enmendó la plana reafirmando que el tema estaba cerrado y que el gobierno uruguayo había formado parte del acuerdo. Pero, no solo eso, el mismo Presidente Mujica le corrigió al responder a una requisitoria del gobierno brasilero afirmando que el tema estaba resuelto definitivamente.
Por mucho menos que esto cualquier ministro ya se habría ido por su propia voluntad, dando "un paso al costado". Está en una posición contraria a la decisión más importante que ha tomado el gobierno en materia de política exterior, es decir de su propia cartera; manifiesta no conocer las razones por las que el Presidente tomó esta decisión y cuando señala que quizás haya espacio para revisar la posición adoptada el propio Presidente lo vuelve a dejar en falsa escuadra. Está "colgado del pincel".
Esto es un "cambalache" en el que se está deteriorando cada vez más el Estado de Derecho. Por si faltara la frutilla de la torta, el Presidente Mujica justificó lo actuado señalando que las razones políticas fueron más fuertes que las jurídicas, lo que en buen romance supone reconocer que se actuó en violación de la normativa vigente; pero mucho más grave aun supone reconocer que para el presidente en un sistema democrático son más importantes las razones políticas que la observancia de las reglas de juego, gravísimo antecedente que puede derivar en todo tipo de arbitrariedades.
La semana pasada decíamos que nos costaba creer que no surgiera ninguna voz dentro del Frente Amplio cuestionando lo actuado, dado lo flagrante y grosero de la violación institucional producida. Nos alegra mucho que el Vicepresidente Danilo Astori haya marcado con claridad su posición contraria a lo actuado por su gobierno; nos alegra también que otros dirigentes del Frente Líber Seregni también señalen su distancia con la decisión tomada.
Estas posturas ponen de manifiesto que existen reflejos democráticos e institucionales en algunos sectores del Frente Amplio. Lo que, de todos modos, lamentamos es que, a pesar de que estas diferencias no son para nada menores, se opte por priorizar el criterio de la disciplina partidaria por encima del cuestionamiento a la decisión tomada.
No se sostiene la decisión del gobierno y tampoco se sostiene la continuidad del Canciller, por más mayorías parlamentarias "enyesadas" que existan.

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