No se puede acordar con todos





La situación de la educación en nuestro país continúa en situación de bloqueo. A fines del año pasado el gobierno decidió convocar a los partidos para buscar un acuerdo educativo que permitiera dar los pasos sustanciales para comenzar a revertir el grave proceso de deterioro que afecta a la educación en nuestro país.
En función de esta convocatoria se arribó a un conjunto de acuerdos referidos a la instrumentación de ciertas medidas que al ponerse en ejecución pudieran generar resultados positivos.
Los acuerdos alcanzados que se firmaron a fines de febrero de este año incluían cuatro aspectos fundamentales. Se acordó otorgarle el doble voto al Presidente del CODICEN para evitar situaciones de bloqueo o empate en la discusión educativa. Se acordó la creación de una Universidad Tecnológica a situarse en el Interior del país. Se acordó instrumentar progresivamente en los centros de estudios de enseñanza media técnica y no técnica, un plan muy similar al Promejora, incluso más profundo y detallado, a instrumentarse en tres cuartas partes de los centros de estudio al terminar este período de gobierno. Finalmente, también se acordó poner en funcionamiento el Instituto de Evaluación Educativa.
En forma simultánea, el gobierno dialogó con los sindicatos de la enseñanza buscando generar niveles de acuerdo sobre la temática educativa. No participamos de esas instancias, por lo que no podemos decir qué cosas comprometió el gobierno en tal diálogo. Lo cierto es que los sindicatos mantuvieron una postura muy crítica con respecto a los acuerdos alcanzados entre el gobierno y los partidos.
Transcurridos casi cuatro meses de la firma de los acuerdos educativos, el panorama es bastante preocupante.
Por un lado, los sindicatos de la enseñanza reclaman respuestas salariales y de infraestructura a la situación de la educación y, al mismo tiempo, reiteran su cuestionamiento a la implementación del Promejora.
Por otro lado, no vemos que los acuerdos firmados en febrero entre el gobierno y los partidos se estén instrumentando con decisión y con la celeridad necesaria; lo que pone el panorama al borde del incumplimiento. No podemos aceptar que los acuerdos firmados queden simplemente como un aspecto simbólico que no se traduzca en su efectivo cumplimiento.
Entonces, el gobierno de la educación, que intentó acordar con los partidos y con la dirigencia sindical sabiendo que las posturas y propuestas de ambos actores eran contradictorias, se encuentra hoy en día enfrentado a un "callejón sin salida".
En efecto, si se quiere cumplir con los acuerdos multipartidarios, las diferencias con los gremios de la enseñanza se harán más fuertes y generarán fuertes conflictos. Y si se quiere actuar en sintonía con los reclamos gremiales, se "tirarán por la borda" las propuestas acordadas con los partidos.
Falta liderazgo y conducción en los organismos de gobierno de la educación pública uruguaya. Falta decisión y convicción para impulsar un proyecto serio y profundo de reforma. Falta emitir señales fuertes y contundentes sobre el rumbo que quiere seguir este gobierno en materia de política educativa.
Por el contrario, el camino elegido no avanza en ninguna dirección. Ni cumple con los acuerdos firmados, ni logra sintonía con las demandas sindicales. Pero lo más grave es que no tiene un proyecto educativo. No se puede estar bien con todos, cuando las propuestas son contradictorias; se pretendió acordar con los que opinan una cosa y con los que opinan todo lo contrario.
A la corta o a la larga, la incapacidad para resolver estas contradicciones llevará a la profundización del fracaso de las políticas educativas de nuestro país, y los costos los pagarán los jóvenes y adolescentes de este país.


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