Y las verdades a medias del Pepe
Vargas Llosa reavivó la polémica.
Opinó igual que José Mujica, Jorge Batlle y algunas otras figuras del mundillo
político, quienes más allá o más acá, del eje del debate, asumen como un
fracaso las estrategias de los últimos 30 años en la lucha contra el
narcotráfico, y prefieren empezar a transitar el rumbo de la licitud de las
drogas para contrarrestar su dominio a toda luz incontrovertible.
¿Pero puede el debate por “libertad”
sustituir la opinión médica, de sanidad física y mental, ante los casos de
quienes prefieren optar por esta forma alucinógena para enfrentar lo que de
otro modo sería imposible?
La política y los formadores de
opinión, sobre todo un “liberal” por excelencia como Vargas Llosa, ¿han tenido
en cuenta que lo que se llama marihuana o cannabis, es más de un producto que
ofrece sensaciones distintas y consecuencias físicas diferentes?
De ser esto así, la máxima de la
comunicación social de que “no hay peor mentira que la de una verdad a medias”,
pasa de modo inexorable a ser el epicentro de un debate que enajena más que la
propia droga.
“El cannabis actúa en el Sistema
Nervioso Central interfiriendo con los sistemas de comunicación neuronales. El
efecto de esta droga es especialmente importante en los cerebros inmaduros, lo
que incrementa el riesgo de desarrollar psicosis”, explica la doctora Ana
González-Pinto, presidenta de la SVNP.
Las psicosis son un grupo amplio de
enfermedades que se caracterizan por la presencia de ideas delirantes y
alucinaciones, y que se acompaña de importantes dificultades para la vida
diaria. Se trata de una patología que tiene una prevalencia de entre un 2% y 4%
entre la población.
Se sostiene, en ese sentido, que
éste no es un dato para que pase desapercibido. «El consumo de cannabis
multiplica el riesgo de padecer la enfermedad de esquizofrenia. El consumo de
esta droga explica el 50% de los casos». Benedicto Crespo, profesor titular de
Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria y
director del Programa Asistencial de Fases Iniciales de Psicosis (Pagip),
lamenta la permisividad con que las autoridades, especialmente las sanitarias,
dejan vía libre al consumo ‘terapéutico’ del cannabis.
Si científicamente esto se sabe, si
Tabaré Vázquez lo reconoce en su condición de médico como la hecho saber, ¿Por
qué Mujica toma este elemento para generar una cortina de humo que entremezcla
las mentiras verdaderas con las políticas de Estado?
Ciertamente ni con un “porro” regalado
por algún buen amigo del Secretario de la Presidencia, el inmaculado Dr.
Alberto Breccia, a quien la “Maruja” parece haberle dado paz y tranquilidad
superior, lo podrá explicar apelando a su lógica jurídico-política.
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