A paso cansino y hacia abajo




Pasadas las vacaciones de las internas frentistas y apenas superado —con muertos y heridos— el recambio ministerial, con paso cansino el Uruguay marcha rumbo a la Rendición de Cuentas, mirando hacia abajo. Y como se ha dicho que hay 140 millones de dólares para repartir, ya empieza el festival de paros en la enseñanza.
Como gran telón de fondo, vivimos una crisis energética y el propio sindicato de UTE dice que este gobierno no agregó un kilovatio a la generación. La famosa usina regasificadora que habíamos acordado construir con Argentina, se ha diluido totalmente en el incumplimiento pertinaz de nuestro vecinos.
La seguridad pública cobra, día a día, nuevas víctimas fatales. A esta altura del año van más de 130 homicidios, dramático récord. Las viejas teorías de nuestra izquierda se cayeron todas: bajar la pobreza no baja la ilicitud, la prevención no alcanza, la responsabilidad es de la sociedad y no del delincuente… Así, el gobierno anterior desequilibró la situación y le dejó este penoso legado al actual, que a esta altura ya no tiene otro libreto que abroquelarse detrás del Ministro y agraviar a quien le cuestiona.
En la educación, un inorgánico picoteo de temas ignora los grandes asuntos (medición de calidad, aumento de las horas útiles, programa para la crisis de comprensión lectora, creación del Instituto Universitario de Educación y de la Universidad Tecnológica en el interior, etcétera, etcétera). Nuestro Presidente ha reclamado fortalecer la UTU, que desde la reforma de 1995 venía mejorando a través de éxitos notables como los Bachilleratos Tecnológicos, pero hasta ahora no se sabe de qué modo piensa hacerlo.
Mientras tanto, el país, escalón a escalón, baja en la escalera —sin límites conocidos— de la incultura institucional. Lo que fue nuestro orgullo, se diluye.
Un Ministro aludió a Jesucristo como un "flaco gil" y, tras cartón, envió a "la p… que lo parió" a quien presuntamente le reclamaba que expresara perdón por sus actos terroristas. Y allí quedó todo. Yo, que soy agnóstico, me indigné pero ni el Arzobispo reaccionó…
Ahora, la Intendencia anuncia ("El País", sábado 9) que lanza, con fines turísticos, un surrealista "paseo de la basura", consistente en un perfumado recorrido por cuatro lugares de manejo de la basura. Se anuncia también que, para empezar, el 19 de junio, la fecha de Artigas y -por tal- Día del Abuelo, se hará un recorrido especial, aunque suprimiendo para los ancianos la visita a la usina de residuos sanitarios porque se precisa tapaboca… ¿Se imagina alguien a turistas por allí?
La Senadora señora del Presidente de la República anuncia que se debe lograr el adoctrinamiento político de las Fuerzas Armadas y que ya se ha empezado, con el objetivo de por lo menos incorporar un tercio de los oficiales y la mitad de los soldados al proyecto frentista. A los pocos días, acusa a la prensa de la baja votación del Frente Amplio en su elección interna.
La Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente renuncia luego de un airado debate con el Presidente, del que resulta no solo su llanto condolido sino la evidencia de un destrato que llegó hasta una "amansadora" de dos horas en un despacho de la burocracia presidencial. El Presidente había dicho días antes que no habría cambios ministeriales y al día siguiente cesó al Ministro mejor valorado del gobierno. O sea, da lo mismo una palabra que la otra. En este instante, el Presidente del Banco de Previsión Social es el único declarado insustituible, con lo que todos los demás flotan en el espacio.
¿Cómo calificar incluso la idea presidencial de usar la residencia de Suárez, que desde 1948 ha albergado a los primeros mandatarios, para alojar algunos habitantes montevideanos que moran en la calle? ¿No es un destrato institucional bastante lamentable? ¿Y no lo es, aun peor, autorizar al Ejército a honrar a sus muertos y luego dar marcha atrás e imponerle a los oficiales que fueran vestidos de particular? ¿Dónde queda la autoridad del Presidente, mando superior de las Fuerzas Armadas?
El Presidente practica la espontaneidad y nadie tiene por qué cuestionársela, salvo en cuestiones de Estado. Pero su vida privada solo lo es si se mantiene en ese ámbito. El Presidente puede ir a comprar una tapa de inodoro, pero no con la prensa detrás. En toda América se repitió esa imagen y si a alguna gente le produce una sonrisa simpática, nos reduce al folklore: un país de nuestras dimensiones es serio o es nada.
Y así vamos, desconociendo los dos plebiscitos que ratificaron la ley de caducidad. Y hasta inventando indemnizaciones a "víctimas" desde 1968, como si la dictadura no hubiera llegado recién en 1973 y como si en ese lapso no hubiera estado un gobierno democrático, que hubo de luchar contra una guerrilla a la cubana…
El país aún goza de los bienes de la bonanza de precios internacionales. Ya se está terminando, para dar paso a un tiempo que no será de crisis pero sí de relativo enfriamiento. A él llegaremos con una sociedad ganada por el miedo, el decaimiento de la ley y el descenso cultural.


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