El sábado pasado publiqué un artículo con mi
amigo y gurú en la materia Douglas Massey de la Universidad de Princeton, en la
página editorial del New York Times sobre el cambio en el patrón de migración
de mexicanos a Estados Unidos: lo que sigue es un resumen de lo esbozado en ese
artículo.
El Pew Research Center publicó un estudio
según el cual la migración mexicana indocumentada prácticamente terminó en
2010. Ofrece datos que muestran cómo entre 2005 y 2010 entraron sin papeles a
EU cerca de 1.3 millones de mexicanos y salieron un número casi idéntico.
Muchos han comentado el estudio, desde el presidente Calderón -que se colgó la
medalla de haber eliminado la inmigración mexicana- y otros quienes concluyen
que una etapa histórica terminó.
Existen algunas dudas sobre los números del
estudio. Según Pew, todas las cifras sobre retornos a México provienen del
Censo Mexicano de 2010 y de la Encuesta Nacional sobre Migración en la Frontera
Norte de México, en particular de la pregunta sobre si en el año anterior
trabajaron en EEUU. Los datos también incluyen las deportaciones entre
2009/2010. Y por último, el periodo incluye el año 2009, que fue el de la gran
recesión norteamericana, sobre todo en la construcción, lo que explica buena
parte de la caída en las partidas desde México y algo del retorno voluntario.
Queda saber si al recuperarse la construcción volverán los indocumentados a los
volúmenes de antes; también ver si al bajar las deportaciones, como parece,
disminuyen los números absolutos de retornos. El gran cambio consiste en el
aumento descomunal de la migración legal.
En 2010, el último año del que hay datos,
solo de mexicanos, se produjeron 537 mil ingresos legales de trabajadores
temporales, así como la entrega de 150 mil tarjetas verdes o permisos de
residencia permanente. Entre ambas categorías se llega a casi 700 mil ingresos
(que no es lo mismo que número de visas): el mayor de la historia, superando el
pico del acuerdo bracero en los cincuenta. El incremento tiene varios orígenes.
Del lado de los trabajadores temporales el aumento vertiginoso de las Visas H,
que incluyen las NAFTA, las visas T, las visas para inversionistas y los
traslados intraempresas. De lado de mexicanos con residencia permanente en EEUU
en 2010 hay un hecho imprevisto: cuando a partir del 2006 surgió el clima
antimigrante y antimexicano, un número elevado de residentes permanentes
mexicanos optaron por naturalizarse, habiendo cumplido los cinco años de
residencia necesarios. Una vez convertidos en ciudadanos, automáticamente
tienen derecho a traer a sus hijos, padres y cónyuges sin que hagan la cola de
los familiares de los residentes permanentes. Esta tendencia sigue.
Así, el panorama es más complejo de lo que
insinúa el estudio de Pew. En realidad los retornos a México se produjeron
únicamente en 2009; desde entonces la población mexicana total, legal e ilegal
en Estados Unidos ha permanecido estable, en alrededor de 11 millones; y ha
vuelto a aparecer una cierta circularidad en el flujo migratorio en la medida
en que todos los legales, en particular los casi 700 mil en 2010, pueden ir y
venir como lo hacían los ilegales hace 20 años. Este cuadro tiene mucho menos
que ver con el estado de la economía o de los servicios en México, y mucho más
con una política deliberada aunque callada, silenciosa y hasta simulada del
gobierno de Obama: aumentar el número de ingresos documentados, una parte de la
reforma migratoria tan anhelada y esperada desde el 2001 que empieza a verse
cumplida. Como se recordará, en los planteamientos del acuerdo migratorio y de
la reforma migratoria integral -la enchilada completa-, se planteó que se
requerían tres elementos: la legalización del acervo de migrantes en EEUU; la
legalización de los nuevos flujos, y la política de desarrollo para disminuir
la expulsión de mexicanos. Con las tendencias aquí escritas quedaría cumplido
el primero de estos capítulos: tarde y a la chita callando, pero cumplida al
fin.
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