Un país a la deriva




Luego de dos años de gobierno del Frente Amplio bajo la batuta del Presidente de la República Sr. José Mujica, lo que se comprueba es que nuestro país anda a la deriva.
Hasta ahora una situación económica muy ventajosa le ha permitido al gobierno sobrevivir. Intereses nulos, precios altos para las materias primas, por un lado, por el otro, terrible atraso cambiario, suba inusitada de costos internos, encarecimiento de la vida en el Uruguay comparada hasta con París, determinan que la industria nacional tanto en el exterior como en el mercado interno siente cada día más su falta de competitividad.
Eso en lo económico está tocando la línea en la que nuestros vecinos, Brasil devaluando el real frente al dólar, se aleja de nosotros, del otro lado, la paranoia argentina se encierra en si misma y nos aleja de ella. Comienzan tiempos menos claros en el orden económico.
En el orden social la inseguridad ha llegado a grados absolutamente intolerables. Los menores fugándose de todos lados, detenidos en el momento de salir después de haber asesinado en la salida anterior, matando a sangre fría, son la expresión bien clara de que luego de 7 años de gobierno del Frente Amplio en un mundo que económicamente los favoreció, la sociedad uruguaya, en lugar de estar mejor se ha deteriorado en un grado tan alarmante que estamos al borde de una crisis global como a lo largo de muchísimos años no vimos en el Uruguay, aún en los momentos de las peores crisis financieras.
El gobierno, mientras tanto, por la boca de su Presidente, todos los días, habla de cosas que no hace, plantea hipótesis que su partido no comparte, anuncia medidas tronituantes para cambiar el perfil del estado y tras cartón se pasa nombrando gente, en una palabra, estamos en el reino del disparate.
Ha llegado la hora de votar juntos. No se precisa reforma constitucional de ningún grado. Los Intendentes de Salto, Rivera, Paysandú, San José, Florida, son la clara demostración que se puede. El pueblo ya lo ha decidido.
El Pueblo y los dirigentes políticos tienen que advertir más que nunca que hoy lo que está en cuestión no es la divisa, sino la Patria, y es su voz la única que debemos escuchar.

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