Todas las voces: principios básicos de la educación libertaria





Estamos en un tiempo en que todos los problemas que ocupan y preocupan, tarde o temprano desembocan en el problema educativo a todo nivel. Los titulares cotidianos más destacados son elocuentes. No sólo en el país y la región, sino en todo el mundo. Es que nadie quiere, para las futuras generaciones, la reedición de los dramas y sombras del presente.
El debate, con o sin congreso educativo, está sobre la mesa de todos, y todo aporte es bienvenido, más aún cuando se trata de enriquecer el espíritu apuntando a superar la discusión minúscula tocando lo que se considera ejes centrales de la existencia.  La nota escrita por Jean-Marc Raynaud   en “Le monde libertaire” sobre los principios básicos de la educación libertaria, es uno de esos aportes dignos de consideración. Allí se expone expresiones prácticas de las piedras angulares del edificio de la vida, como son la libertad, la igualdad y la solidaridad, ayudando a elevar el debate educativo y sacarlo del lodo político electoral, obviamente inconducente.
En primer lugar, - señala Raynaud - la educación libertaria “afirma su vinculación indefectible a ciertos valores: la libertad, la igualdad, la autogestión y el apoyo mutuo”, agregando que eso valores no son innatos sino que se pueden adquirir mediante una educación permanente. “De este modo, incluso si la educación libertaria evoluciona de forma natural en el espacio de la infancia y de la escuela, abarcará igualmente todos los tiempos de la vida y todos los espacios sociales” asegura.
Reafirma asimismo aquel principio de la educación activa donde la práctica, las experiencias concretas,  es juez y parte de toda educación realmente libertaria. Anota así algunos de los principios básicos como:
a) “El niño no pertenece ni a su familia, ni al Estado, ni a la religión, sino a su propia libertad y debe ser considerado como un ciudadano en su totalidad en una república social”.
b) “La educación del niño debe ser global (física, intelectual, manual y moral)”.
c) “La escuela no está al servicio de la economía sino de los niños, y debe tener como objetivo fundamental contribuir a su desarrollo como seres humanos y como ciudadanos”.
d) “La escuela, por ser un lugar de transmisión de saberes, debe también y sobre todo ser un lugar de construcción de saberes en todos los géneros: escolares, educativos y ciudadanos”.
e) “La escuela de la igualdad de oportunidades es la que tiene en cuenta la realidad particular de cada uno, permitiéndole desarrollarse al máximo de sus potencialidades. Eso excluye toda uniformización, selección y otras cuestiones similares”.
f) “La escuela y la educación sólo tienen sentido libertario como factores de transformación social. Como espacios de construcción de una sociedad desembarazada de la explotación y de la opresión del ser humano por el ser humano”.
Y como experiencia ratificatoria de aquellos principios Jean-Marc Raynaud   cita la del orfanato de Cempuis (1880-1894) de Oise, Francia dirigido Paul Robin,  donde se impartió educación física, enseñanza intelectual y manual, educación artística, una misma enseñanza para los niños que para las niñas, cursos de educación sexual, acercamiento enseñantes-enseñados de modo no autoritario. El mismo tipo de educación caracterizó a La Ruche (1904-1917, La Colmena) donde Sébastien Faure intentó “la aventura de una escuela para el proletariado” libertaria, laica, gratuita, autogestionada, que pretendió ser una cooperativa. La guerra acabó con ella.
Asimismo cita las escuelas modernas (1901-1909) de España de Francisco Ferrer “mixtas, laicas, libertarias, sin castigos ni exámenes, sostenidas por numerosos sindicatos obreros”; y la experiencia de “la república educativa libertaria de Bonaventure (1993-2000) en la isla de Oléron, también libertaria, laica y gratuita y cuya historia está aún por ser escrita.
Y de experiencias que deben  estar sobre la mesa, no hay que olvidar de estudiar algunas como las misiones socio pedagógicas uruguayas y la de varios centros educativos que en el correr de los últimos cien años, en el país, concretaron algunos de aquellos principios básicos de la educación libertaria. Y para arrojar algo de luz sería interesante que se vuelva a estudiar, el Poema Pedagógico de Makarenko, donde se narra la transformación de una colonia de “menores infractores” en escuela de ciudadanía y humanismo; y de transformación de centenares de NiNi (jóvenes y adolescentes que ni estudian ni trabajan) en personas útiles a si mismo, a su familia y la sociedad.

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