Sobre el tratado impositivo y fiscal con Argentina




“Podemos dejar el gallinero abierto, porque el zorro se hizo vegetariano”


Lo primero que tenemos que tener claro es que todos los gobiernos populistas tienen un paradigma en común, y ese paradigma dice que el gasto público es intocable; esa es una ley de hierro donde se podrá hacer muchas cosas, incluso todo tipo de herejías, pero el gasto público no se toca, porque la caja es la esencia y la sustancia en administraciones como la de Kirchner, donde han sido muy consecuentes con este paradigma.
Acto seguido ¿qué se hizo?: se aumentaron los impuestos hasta lo que es tolerable o posible y cuando no alcanzó se procedió a gastar stock de riqueza, cono los fondos de las Afp, y como tampoco alcanzó se modificó la carta orgánica del Banco Central de Argentina, y se abrió el grifo.
Cono dijo la Presidenta Cristina Fernández cuando envió su presupuesto al Congreso: “es esto, o el ajuste”. Y bueno, finalmente fue esto, y esto es la receta clásica de financiar gasto público con emisión monetaria. Y ahora, como también sabemos, tampoco alcanzó y por eso se recurre a la expropiación de YPF, manteniéndose igualmente el problema fiscal y con él la permanente inquietud por saber a qué ingreso o activo se va a echar mano dentro de poco tiempo.
Pero además de este deterioro fiscal y de que este problema se mantenga latente, se le vienen sumando problemas en el sector externo del país, para los que se requieren doce mil millones de dólares que nadie se los presta a la Argentina, cuando eso es algo verdaderamente increíble en tiempos del financiamiento más barato y abundante en la historia.
En suma, por sus actitudes, Argentina no tiene acceso al mercado de capitales.
Pensemos en todo lo que se esta planteando, en el desdoblamiento cambiario o los tipos de cambio múltiples. Seamos claros: no se precisa ser economista ara saber todo el tipo de operativas que eso genera y que no tienen sustento. Ese fue el plan primavera de Alfonsín, antes de Lorenzo Zibot, con la aplicación de fórmulas que duraron apenas seis meses. Claro está que esta perspectiva hoy hay que mirarla con cierta tranquilidad, porque por ejemplo, en aquellos años no había reservas en el Banco Central Argentino y ése es un dato importante. Además el déficit fiscal por aquél entonces era colosal, era superior a 15 puntos porcentuales en relación al PBI. Ahí sí que el iceberg no tenía forma de evitarse. Sin embargo, hoy en día hay un buen nivel de reservas internacionales, don un déficit fiscal sensiblemente inferior, incluyendo claro está a las provincias,  pero no nos engañemos, porque aún en el mejor de los escenarios posibles vamos a recibir algún efecto nocivo, sea porque la actividad económico en Argentina se está resintiendo mucho por la desaceleración, y porque hay quienes ya hablan para fin de año de una etapa recesiva.
Por otro lado, por las buenas o por las malas, los precios medidos en dólares en Argentina van a tener que bajar, lo que naturalmente va a tener efectos sobre la competitividad uruguaya, levantándose como uno de los factores que apoyaría algún tipo de equilibrio más alto en Uruguay.
Se han dinamitado muchos puentes que va a costar en recuperarlos.
Y como si todo esto fuera poco –tenemos un nuevo comensal en la mesa- como nuestra incompatibilidad con la OCDE, la que está más robustecida y por ello más exigente. Y todo esto nos demanda a la entrega de datos tributarios con socios relevantes como son aquellos con los que tenemos vínculos económicos de importancia. Y por eso el gobierno uruguayo firmó ese acuerdo días pasados: esto nos plantea, por un lado, que hay quienes sostienen que nada va a cambiar, mientras otros observan que la DGI argentina asegura que será prudente, como si fuera prudente creerlo algo a ese organismo argentino, lo que sería toda una ingenuidad.
Con todo esto a la vista, creo que podemos dejar el gallinero abierto porque el zorro se hizo vegetariano.
En síntesis, de qué prudencia puede hablar la DGI (Afip) argentina, si están desesperados por la búsquedas de recursos.

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