Hablando de “diversidad” e “igualdad”
entrevista de Agrupación “Diversidad Colorada”
¿Cómo ve usted al Partido Colorado en los temas de la
Diversidad?
Es un debate que, en su nueva dimensión, está recién
abierto. En la historia, el Partido Colorado posee la mejor tradición, con
relación a la diferenciación por sexos, que se propuso compensar, en su tiempo,
con medidas revolucionarias. Hasta mediados del siglos XX ese era el único gran
debate. No fue otra cosa que revolucionaria
la Universidad de Mujeres, que hoy parece un anacronismo, pero entonces
resultaba una osadía; no otra cosa fue el divorcio por sola voluntad de la
mujer, enfrentado por movimientos conservadores que lo consideraban el “amor
libre”. No olvidemos que la sociedad uruguaya tal cual la conocemos nación de
un aluvión de “diversos”, que eran los extranjeros que llegaron al país en la
segunda mitad del Siglo XIX y se encontraron con una sociedad criolla a la que
hubo que integrarse. Ni los italianos ni aun los gallegos hablaban castellano.
Los judíos y libaneses que vinieron más tarde, ni hablar. Arrastraban, además,
los prejuicios del caso. La sociedad uruguaya, con su educación pública como
base, produjo un notable proceso de integración social de diferentes.
¿Qué temas ha apoyado usted en su carrera política
vinculados a la “diversidad”?, ¿y por qué lo hizo?
La filosofía liberal parte siempre del principio de la
libertad y la restricción como excepción, cuando el derecho ajeno o el orden
público están en juego. El debate siempre refiere a este concepto: ¿qué es el
orden público? ¿qué es el bien común? ¿qué es el interés general? ¿Dónde
empiezan o terminan, según concepciones diferentes? Las concepciones
transpersonalistas (marxismo, fascismo, etc.)
hipertrofian el Estado o la clase social, que pasan a ser el bien a
privilegiar, en desmedro de la individualidad. El Batllismo no abandona su raíz
liberal y entonces parte siempre de que la libertad es el principio. Por eso ha
defendido siempre la posibilidad de la diversidad. Es más, en nuestro último
período de gobierno, el Dr. Bergstein proyectó y logró la aprobación del delito
de discriminación, que no solo refiere al antisemitismo sino a cualquier forma
de discriminación. Fue un notable avance legislativo, no siempre
suficientemente valorado.
Usted manifestó en una entrevista con “El País” estar a
favor del “Matrimonio Igualitario, ¿por qué está a favor?
Es una opción de la libertad. Hay quienes dicen que
liquidaría la familia y basta observar el mundo para advertir que la familia
está en crisis y no por el matrimonio igualitario. A la inversa, el matrimonio entre el mismo
sexo podrá gustar o no, pero no hiere los derechos de nadie y no hay por qué
privar de su derecho a quienes desean institucionalizar una relación. En un
mundo que huye de la institucionalidad, en que el matrimonio cae
vertiginosamente, no parece sensato impedir que haya gente que quiera anclar
una relación sentimental y asumir derechos y obligaciones.
¿Qué entiende usted por matrimonio y por familia?
No creo que haya que crear nuevas definiciones. Los
hechos, naturalmente, nos van diciendo que matrimonio no es sólo lo que
previmos históricamente y familia exactamente lo mismo, cuando hoy día la
uniparental, con un solo padre (normalmente madre) y un hijo o dos, es
altísimamente frecuente. Antes esto ocurría como resultado de la disolución de
una sociedad anterior. Ahora es la consecuencia de la gran informalidad que
existe en la maternidad.
¿Conoce las diferencias entre “la Unión Concubinaria” y
el “Matrimonio Igualitario”?
Son hechos y conceptos distintos. La unión concubinaria
es un matrimonio de hecho, una sociedad de hecho, no formalizada legalmente.
Hace años que nuestro derecho ya la acogió, por vía doctrinaria y
jurisprudencial, sobre la base, justamente, de la figura jurídica de la
“sociedad de hecho”. Después de la última ley, que voté y defendí, puede
referir no solamente a la hipótesis
tradicional de hombre y mujer sino también a pareja del mismo sexo. Esta última
es la situación del matrimonio igualitario, que institucionaliza una relación
de esta naturaleza.
¿Piensa que los temas de la Diversidad se pueden
vincular con la tradición batllista?
La tradición batllista es el liberalismo en esta
materia. Las grandes batallas del fin del Siglo XIX y comienzo del siglo XX las
empezó el liberalismo racionalista (José Pedro Varela es un paradigma, con la
escuela mixta) y las continuó el Batllismo, con el divorcio, la investigación
de la paternidad, etcétera. Y fue una lucha durísima, con una religión
mayoritaria que entonces estaba asociada al Estado y que recién después de 1917
quedó separada.
¿Y con la idea de la “Moral laica”?
Nuestra concepción es
la moral laica, que se enfrentó a la moral católica. En aquellos tiempos
esta moral dominante desvalorizaba a la mujer, establecía la supremacía
masculina, imponía una familia patriarcal con un jefe omnímodo, llevaba a la
enseñanza la imposición de un credo. Pensemos lo que fue la oposición a la
escuela mixta. “Lupanares del Estado” llegó a decirle Don Juan Zorrilla de San
Martín, nada menos, en sus polémicas contra la enseñanza vareliana. Hoy no se
le ocurre a nadie pensar en escuelas divididas por sexo, lo que demuestra que
también la moral católica, o religiosa en general, ha cambiado. La moral laica
representa códigos muy fuertes, que además
han de cumplirse sin la amenaza
del castigo divino, lo que impone un ejercicio de voluntad —y de
pedagogía social— mucho mayor. Durante años, el divorcio era algo nefasto para
la Iglesia; hoy no lo acepta en teoría, pero los hechos se han llevado por
delante la prohibición, porque el matrimonio requiere amor, solidaridad
personal, de lo contrario es una cárcel y lleva a la inmoralidad de las dobles familias, o el
castigo al hijo natural, que la hipocresía decimonónica amparó. Las normas
sobre investigación y reconocimiento de paternidad, así como sobre derechos de
hijos naturales, fueron verdaderas batallas.
¿Le parece que los temas de la diversidad son temas de
“conciencia”? ¿o pueden estar sujetos a la disciplina partidaria?
El tema de la disciplina partidaria es bastante más
amplio que esta cuestión. En cualquier caso es una situación excepcional, que
para imponerse debe poseer requisitos muy exigentes de quórum, etcétera. No es
la norma, es la excepción.
¿Qué le diría usted a los opositores del “matrimonio
igualitario”?
Simplemente que reflexionen sobre el tema de la
libertad. Que piensen, además, que nunca
será la mayoría, porque la pulsión reproductiva sigue siendo muy fuerte en el animal
humano, pero que en nombre de ella no se puede imponer al resto un código de
conducta que no encaja con su sensibilidad y mundo afectivo. Frustrar
congéneres porque son distintos, no es humanista y por eso se equivocan las
concepciones religiosas muy estrictas al respecto. Vea Ud. lo que pasa en el
mundo musulmán con la mujer, que está muy atrasado con relación a Occidente.
¿Qué otros grupos minoritarios en la sociedad usted
considera que sufren procesos de exclusión?
Las exclusiones deben ser combatidas en todos los
escenarios posibles y ellas comienzan en la educación, donde el Estado tiene un
deber irrenunciable. Quien no adquiera un mínimo de información en el mundo de
hoy está condenado a la exclusión laboral. No es ya el problema de ser pobre sino
de no tener chance de sobrevivir. No se puede ir al puerto a cargar bolsas,
porque no se cargan bolsas. En materia de sexo, sigue habiendo cierta
discriminación, solapada pero real; la mujer ha progresado mucho en nuestra
sociedad pero aún arrastra los lastres históricos. No hay duda de que la raza
también supone algunas formas de discriminación, no confesadas pero existentes.
Incluyo aquí al antisemitismo aunque no sea un tema de raza, pero así lo
plantean los racistas. Ni hablemos los discapacitados en muchas formas.
¿Qué pasa con la ley de discapacidad?, ¿por qué no se
reglamenta?
Honestamente, no lo sé. Pero recuerdo que existen
normas de organismos del Estado con cupos especiales de trabajo para
discapacitados. El país hizo sus grandes esfuerzos, con pensiones,
instituciones asistenciales, pero estamos lejos de lo que debiéramos
hacer. Tenemos enormes deudas con los
ciegos, los sordos, los “down” y otras formas de discapacidad.
¿Conoce cuál es la situación de la población
afrodescendiente en nuestro país?
Creo conocerla. Hay mucha hipocresía al respecto. Se ha
mejorado, pero no lo suficiente. Yo fui criado por una madre que me dio de
mamar junto a un niño negro, vinculado a mi familia. Felizmente, la idea de igualdad y no discriminación no hubo
necesidad de explicármela.
¿y sobre la población trans?
Reconozco limitaciones. No estoy muy cerca del tema.
¿Qué opinión le merecen los mecanismos de
“discriminación positiva”?
Deben usarse con prudencia para que no terminen siendo
negativamente discriminatorios. Pero el Batllismo llevó adelante las primeras
discriminaciones positivas de nuestra legislación. El divorcio por sola
voluntad de la mujer fue un caso clamoroso. No es un tema de principio,
porque ni todas las discriminaciones son
buenas ni todas son malas. Los cupos de mujeres en las listas políticas, por
ejemplo, no me parecen un buen principio, porque puede haber simplemente falta
de vocación. Con todo, voté la ley que salió en cuanto fue transitoria. Pasado
ese período se verá. Si el cupo se cumple, o rebasa, sin problema, querrá decir
que había realmente una discriminación y que se ha superado por influjo de la
norma. Si se da lo contrario, puede expresar falta de vocación y entonces ya la
cuota legal sería un corsé sin real fundamento. Veamos los profesionales. Hoy
los médicos nuevos son mayoritariamente mujeres. Pero proporcionalmente menores
en cirugía y traumatología, mientras que pediatría, endocrinología, medicina
interna, cardiología clínica, muestran cada vez más mujeres.
¿Qué opinión tiene sobre el tema del autocultivo?
No creo en la legalización del consumo de drogas.
Entiendo las razones que se vienen sosteniendo en su favor, las sigo escuchando
y estudiando, pero no les veo real sustento. Pueden mejorar en algo el tema policíaco,
pero no el sanitario, el de salud, que es el prioritario. Las restricciones
sobre el tabaco han sido buenas, sin duda, pese a que limitan la libertad, pero
lo hacen en nombre del interés colectivo de una mejor salud para la
generalidad. Es un tema de principio que está en el borde de cada derecho, el
individual y el colectivo. Lo mismo pasa con la marihuana. Eso sí, todas las
nuevas investigaciones dejan en claro que la marihuana está lejos de ser la
droga inocua que se pensaba. Produce consecuencias muy negativas, solo que
lentamente. De allí que la venta no es plausible. ¿Autocultivo y autoconsumo?
Podría ser, pero se está siempre en la frontera. Después que tengamos el
producto, ¿nunca saldrá de nuestra casa?
¿Por qué cree que en los Partidos Tradicionales cuesta
tanto asumir estos temas?
No es a los partidos, es a la sociedad toda. Fíjese en
el Frente Amplio el problema que creó la despenalización del aborto, con la
bancada votando y el Presidente Vázquez vetando. Fue toda una cuestión muy difícil.
En lo demás, al Frente le es más fácil, porque todo lo que sea transgresor,
contraria a la autoridad, reñido con la tradición, desafiante de los hábitos
comunes, le resultó siempre psicológicamente bienvenido. Ahora, que está en el
gobierno, empieza a entender que ese prejuicio ideológico es nefasto. Se
advierte claramente en materia de seguridad, donde partieron siempre de la idea
de que el delincuente era tan víctima como la víctima y los resultados se han
visto, en términos de agresión a los derechos humanos más fundamentales. Vea
Ud. lo que ocurre en la educación. La tolerancia, el permisivismo, la falta de
límites, llegaron a borrar la relación sustancial entre alguien que enseñanza y
alguien que va a aprender, que no están en el mismo nivel, por definición. Quizás a los partidos tradicionales les
influye por contradicción y ante esta avalancha que ha arrasado hasta con el
idioma y los modales de comportamiento, reaccionen a la inversa. Eso les lleva
en algunos casos a posiciones conservadoras que no comparto, como surge
claramente de lo que ya tengo dicho.
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