El inspector Eduardo Pereyra Cuadra,
coordinador del área metropolitana del Instituto Nacional de Rehabilitación,
dijo a La República
que “Detrás de estos motines hay actores políticos y yo tengo sus números
telefónicos”. En otro pasaje de sus declaraciones, referidas obviamente a los
sucesos acaecidos recientemente en el Comcar, el inspector Pereira Cuadra
agregó que esos actores políticos “le están haciendo la guerra al gobierno” y
“están azuzando la situación y poniéndole sal y pimienta a esta ensalada”.
Lo dicho por el funcionario policial
nombrado es de suma gravedad; por lo que dice, y por quién lo dice.
No es raro que desde el gobierno se
pretenda responsabilizar genéricamente a la oposición, a la prensa o a
ambos, por cuanto insuceso caiga sobre el país. La
población ya se acostumbró a este tipo
de ataque político y no le asigna mayor importancia.
Lo de Pereyra Cuadra es otra cosa.
Él es un funcionario policial, no un
dirigente político; debemos suponer que no es ningún móvil proselitista el que
lo inspira.
Por otra parte, está hablando acerca
de episodios que, además de los grandes daños materiales que causaron (cuyo
monto se estima en millones de dólares), alteraron la paz pública, impidieron
el libre ejercicio de sus funciones por parte de las autoridades carcelarias y
pudieron tener consecuencias trágicas.
Si efectivamente hubo quienes
“azuzaron” o instigaron a los reclusos a
cometer tales desmanes, probablemente hayan incurrido en delito; toca a la Justicia determinarlo. Y
si quienes así actuaron son dirigentes políticos, es de interés público que se
conozcan sus nombres.
Para que la Justicia pueda cumplir su
función y para que la ciudadanía sepa lo que tiene derecho a saber, lo que debe
hacer el inspector Pereyra Cuadra es
poner la información que dice tener a
disposición de aquélla. Así lo manda el artículo 177 del Código Penal,
que tipifica la figura de “Omisión de los funcionarios en proceder a denunciar
los delitos”.
Y si el inspector no fuera por su propia iniciativa al Juzgado, el Juez
o el Fiscal de turno tendrían que citarlo para que preste declaración. Lo que
está claro es que esto no puede quedar así. Las acusaciones públicamente
formuladas por el jerarca policial son demasiado graves como para que se las
lleve el viento.
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