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La estrategia de Eduardo Pereira Cuadra sobre las causas del motín carcelario de los últimos días, fue parte de lo que a nivel carcelario se conoce como “entreverar para diluir la responsabilidad”, lo que supone siempre, como parte de un objetivo en sí mismo, involucrar a muchos para no personalizar la omisión, la negligencia y muchas veces hasta el delito.
Las autoridades que comparecieron ante la jueza Penal de 9º Turno, Gabriela Merialdo, en la investigación para determinar las causas del motín del pasado martes en el Comcar, señalaron que las declaraciones del coordinador metropolitano de cárceles, Pereira Cuadra, son “manifestaciones personales”.
El ministro Eduardo Bonomi (el bicho), dejó sólo al viejo comisario quien con su incapacidad de administr4ador desnudó uno de los puntos débiles de este Gobierno.
Pereira Cuadra expresó que en la revuelta hubo “actores políticos” que incidieron para llevar a cabo el motín que destruyó los módulos 4 y 5 del Comcar. "Acá le están haciendo la guerra al gobierno y esas cosas me molestan muchísimo. Acá hay actores políticos que están azuzando la situación y poniéndole sal y pimienta a esta ensalada”.
El coordinador también dijo que había un jefe narco que desde la cárcel controlaba la venta de pasta base en la zona Oeste de Montevideo. Luego, medios de prensa indicaron que un capo de la droga le iba a entregar armas a un político. Este lunes, La República señaló que el representate de trata de un diputado de la oposición, según se revela en el informe policial del caso.
La contundencia de esas declaraciones sólo dejaban por delante esclarecer las responsabilidad e imputar, prueba incontrovertible mediante, a los autores intelectuales del motín no sólo antela Justicia sino ante el tribunal imparcial de la opinión pública.
Y precisamente allí fue donde “el viejo comisario y sabueso”, al decir de Mujica, se envalentonó y asegura que probaría donde corresponde la razón de sus dichos.
Pero la montaña parió un ratón.
No hubo políticos involucrados y se duda que narcos estuvieran tras este lío, sobre todo porque después de este desparpajo desorganizado los presos saben muy bien que ahora se dificulta la entrada de drogas a las cárceles, hecho que por sí les pone más nervioso que los cortes, los revólveres o la comida.
Este involucramiento debería costarle al Gobierno algo más que las culpas de gestión asumidas por José Mujica, la negligencia de Bonomi o el caos carcelario.

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