Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a
suceder- dijo. Y era español.
Además era el Rey de todos los hispanos.
Una vez más el monarca va por delante de gran parte
de la población y desde luego muy lejos de los gobernantes.
Sin pasar por alto los acontecimientos que en suma
precipitaron para Juan Carlos de Borbón la necesidad de un revulsivo tal como
la disculpa pública, a saber: los presuntos asuntos de corrupción de su yerno,
la violación de la ley de portación de armas por parte de otro ex yerno, con
consecuencias serias para un menor, a la sazón su nieto, y por último la mala
suerte de padecer un inocultable accidente en medio de una impresentable
cacería, por el momento de crisis en que todos los españoles sufren una abrupta
situación de pobreza tanto como por lo poco moderno y políticamente correcto
que resulta andar por ahí liquidando paquidermos, aunque sólo sea a merced de
un sentimiento antropocentrista que sitúa a este mamífero más próximo al hombre
que el calamar de tinta negra, agravado por ser miembro de honor de WWF;
Y entendiendo que la institución hace mucho que
debería ser refrendada entre los españoles para catar su verdadero calado
social, un poder que podría pasar por anacrónico, pero que en la España de hoy, que está
lejos de constituir una unidad y en que la que todavía perduran muchas espinas
dolientes, continúa teniendo una utilidad de cohesión importante, aún así es,
de lejos, más cercana a la gente, más comprensiva y, aunque se la pueda tachar
de paternalista, también es cierto que ha demostrado importarle más lo que la
gente opina que su clase política.
Lo de Rajoy y su camarilla de estafadores, haciendo
todo tipo de promesas para llegar a la Moncloa y a la primera semana en el poder
haciendo lo contrario a lo prometido, actuando diametralmente opuesto a los
intereses de sus votantes y hasta creando leyes para proteger a los grandes
evasores, cuando en España la evasión es un delito penado con cárcel,
perdonando a cargos públicos de su partido manchados por la duda en el proceso
Gürtel, destruyendo lo que con tanto sacrificio de generaciones se construyó en
materia de logros sociales; eso sí que es vergonzoso y merecería no una
petición de disculpas y un mea culpa, sino el abandono inmediato del poder
sencilla y llanamente por estafa al
votante.
Tres son las mentiras fundamentales que cada uno de
los dirigentes del Partido Popular dijo mirando a las cámaras:
1).- Que no subirían jamás ni un solo impuesto.
Subieron todos los impuestos que se pueden subir a los pobres , eso sí a los
ricos les perdonan el 90 % de lo defraudado a Hacienda.
2).- Que nunca en la reforma laboral abaratarían el
despido. Se superaron a sí mismos, ya que además de abaratarlo en niveles
históricos, dejaron a voluntad del empleador la decisión de echar o no a todos
los trabajadores a la calle, volviendo a situar a España en las atípodas del
espiritu europeísta.
3).- Que bajo ningún concepto se instauraría el
copago en la salud ni en la educación. Ya empezaron a cobrarles factura
farmacéutica a las personas en la franja en que se concentra el 90 % del gasto
en ese rubro en el país, es decir, en los cinco últimos años de vida del
paciente, o sea, a los jubilados.
En menos de cien días, este gobierno concentra la
mayor agresión gratuita dentro de la democracia a los menos favorecidos en
España, y ello al mismo tiempo que abren la mano y las puertas traseras para
los más defraudadores.
Si no fuese porque lo vi salir electo de las urnas
pensaría que es producto de un golpe de Estado, ya que resulta difícil pensar
que alguien que no fuese un gran propietario, haya votado semejante
alternativa. Pero sé que hubo comicios, vaya si lo sé, discutí cada minuto de
los meses previos con los sectores más humildes de la sociedad, y me quedaba
estupefacto ante su criterio de que el hecho de que ganasen los dueños de los
medios de producción, acercaría a la plebe al vil metal, o que continuarían con
la rapiña pero, por una suerte de gracia divina, cada votante pensaba que su
familia sería la agraciada por una especie de caridad culposa del beneficiario
de la plusvalía.
O no sé qué.
Lo que sí sé es que había un axioma que decía que
"un español es capaz de donar un riñón, antes de dar a otro la
razón". He podido comprobar en primera
fila que pocas cosas escritas, pocas sentencias se ajustan tanto a la realidad
como este dicho popular.
Es por ello que, si bien las faltas de la familia
Real existen y en algunos casos son graves, conviene recordar, que excepto por
las presuntas actividades delictivas de Undargarin, el nieto del Rey pagó ya
cara su infracción a la ley de posesión de armas de fuego, puesto que se dio un
tiro en el pie y quedó publicamente para la posteridad sabido que no es su
vocación el tiro, por otro lado el Rey gastó 50 mil euros en un viaje de lujo,
y mató elefantes, pero ¿ que esperaba la gente que aceptaba obsecuentemente una
monarquía? ¿Que un Rey Borbón no tuviese la tradición de cazar ni de montar, ni
que gastase como mínimo cincuenta mil euros en un viaje? Pienso que primero
deben hacerse un análisis autocritico quienes aceptaban naturalmente que la
jefatura de Estado se decidiese a través de la fecundación como único
condicionante, antes de juzgar a un rey por hacer de rey.
En mi país decían: la culpa no la tiene el chancho
sino quien le da de comer.
En la misma nación cuyo partido en el poder goza de
numerosos casos de sospechas de corrupción por varias veces la cantidad de
dinero imputada a los trapicheos del yernísimo, donde abundan los hoteles,
viviendas, edificios y hasta ciudades piloto construidas violando todo tipo de
disposiciones legales sin que los culpables se hayan disparado en un pie, ni
hayan sido llamados por la justicia, y encima muchos sean premiados con ayudas
de dinero del Estado, y, por último, en el mismo país donde el dispendio de 50
mil euros en un lujo es una miseria en comparación a lo gastado en
celebraciones, indumentaria, coches, peluquería, mayordomos y todo tipo de
expendios superfluos de varios representantes del pueblo, sin que se les haya
ocurrido no sólo pedir disculpas, ni mucho menos decir que no lo volverían a
hacer en la tierra donde nadie pide perdón, sino que encima se ríen de nosotros
diciendo que mañana mismo y cada día que estén en el cargo lo repetirán, porque
nadie por encima de ellos les ha advertido que eso no se hace.
Politicos jubilados y aristocratas ibéricos, vayan
practicando la frase: Me equivoqué, no volverá a ocurrir.
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