General Liber Seregni:
“Las instituciones no piden perdón”
El pedir perdón “es un acto individual” que no debe
hacer el Ejército, decía el fallecido líder del Frente Amplio en el año 2000.
Los pensamientos de Líber Seregni, líder histórico
del Frente Amplio, fallecido en 2004, circularon entre militares como oposición
al acto en el que el gobierno reconoció la responsabilidad por el crimen de
María Claudia Irureta de Gelman. Para mayor confiabilidad informativa, decimos
que quien lo hizo trascender fue el diario La República
Un video de una entrevista que le realizó el
periodista Neber Araújo para Canal 12 en el año 2000 –cuando comenzaba a
gestarse la Comisión
para la Paz-, y
otra que le realizó el Semanario Búsqueda en la misma época, fueron piezas
claves que circularon entre los militares para recordar que la opinión de
Seregni era que “las instituciones no piden perdón”. Con eso, se buscó
contraponer el acto en el que el Estado cumplió con el fallo de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos por el caso Gelman.
“Las instituciones no piden perdón”, comentaba
Seregni en la entrevista. “Yo entiendo que es un acto individual y por lo tanto
que no es extensible a las instituciones. El Ejército es una institución”,
explicó. “Nadie puede pedirle a las instituciones que pidan perdón”, precisaba
el general.
Pese a que en un
principio se lo había manejado como un acto en el que el Estado pediría
disculpas, el presidente señaló en los últimos días que “frente a la familia
Gelman, como lo mandata la decisión de la Corte Interamericana de Justicia en su fallo, vamos a asumir la
responsabilidad del Estado -que no es lo mismo que el gobierno-, del Estado
como tal frente a los acontecimientos juzgados que tienen que ver con la suerte
de esa familia, y lo vamos a hacer en el
estricto orden de requerimiento jurídico que nos plantea el fallo, ni un
milímetro más ni un milímetro menos”, expresó el mandatario.
“Voy a hablar en nombre del Estado, tengo que
asumir esa responsabilidad. Gustarme no me gusta nada porque el perdón es un
territorio subjetivo de las cosas que se llevan adentro”, señaló Mujica.
Así también lo manifestó el ministro de Defensa,
Eleuterio Fernández Huidobro. “No vamos a pedir perdón”, expresó. “Vamos a
asumir la responsabilidad pero no vamos a pedir perdón”, manifestó Huidobro.
En medio de esta controversia nada se aclaró; es
más, oscureció. El caso se dilucidó como todo hecho jurídico: hubo una demanda,
hubo un resarcimiento económico, hubo quien asumió y hubo quien se sintió
reconfortado. ¿Y el pueblo qué ha tenido que ver en todo este disparate
generalizado? Nada. El pueblo opinó por la vía del voto y el pueblo fue
desconocido mediante un decretazo tan autárquico como sublime, pero con el
mismo valor que cuando se aplican medidas prontas de seguridad y la izquierda a
los gritas en el Parlamento y en los muros con sus pintadas, decía que eso era
inseguridad y carencia de democracia.
Los años dan cuenta del giro de 360 grados que el
progresismo frentemaplista ha tenido, al punto de no saberse si cuando decide
algo lo que hace es prender el señalero a la izquierda para doblar a la
derecha.
Un Frente Amplio fue oposición, y otro muy distinto
hoy ofrece una segunda faceta gobernante. El populismo le permite a un
incongruente Presidente adoptar decisiones tan arbitrarias como infundadas, en
nombre del Estado, claro está y a contrapelo de su voluntad.
Si el Presidente no es quien habla, opina y decide,
¿quién lo hace en nombre del Gobierno?
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