Martín GUEVARA
Periodista y escritor argentino. Residió en Cuba.
Sobrino de Ernesto Che Guegara Fuente: http://martinguevara.over-blog.es/
Hoy un amigo me llevó a preguntarme si me estaba
olvidando de mencionar ciertas cosas en los intentos de reflexiones que
transformo en artículos.
Mi amigo me dijo que coincide conmigo en muchas
criticas que hago al sistema mal llamado revolucionario de Cuba, pero que
lamenta que nunca mencione las políticas bien hechas, los logros que se
alcanzaron y que, por supuesto, en 50 años fueron más de uno y de diferente
tipo.
He pasado un mal rato sinceramente, porque lo
primero que sentí fue algo similar a lo que desde ciertos sectores, ya no tan
queridos como mi buen amigo, se me quiere hacer sentir desde siempre. En este
caso sentí vértigo por la posibilidad de estar equivocándome irreversiblemente;
por su parte, ellos querían cosas diferentes pero del mismo círculo culposo.
Analicé un poco la jugada, y ello me llevó unos
tormentosos aunque apasionantes malos sueños de una movida siesta, que me
recordaron la niñez y adolescencia más que cualquier otra cosa, cuando no podía
apoyar la cabeza en ningún lugar sin que me asaltase una gran variedad de
pesadillas. Volví a despertar y seguí analizando el partido. No llegué a
ninguna conclusión cerrada aún, ya que voy actuando según pienso, y voy
nutriendo mi pensamiento según siento y voy actuando.
No suelo mencionar las cosas buenas que el
socialismo en Cuba hizo porque pienso de otra manera, creo que no estuvieron
hechas desde el fragor de la bondad, una vez que creo que el bien y el mal se
disuelven en distintas porciones de otros ingredientes menos categóricos e
incluso se mezclan e intercambian aspectos de sus personalidades. Diría que se
socorren muy a menudo mutuamente con mayor frecuencia que la que me placería
reconocer.
Pienso más bien que las concesiones que se vieron
obligados a hacer -aquellas que nos refriegan constantemente cuando solicitamos
explicación sobre cualquier deficiencia- fueron hechas como contrapeso para que
un grupo pudiese perpetuarse en el poder, como sustento de una teoría que les
permitía el acceso a ese estado de las cosas.
El paternalismo totalitario
Algo había que dar y, según se lo analice, a lo
largo del tiempo se puede concluir en que fue mínimo, ya que se pasó a dejar un
país con unos índices impresionantes en casi todos los tópicos en que se lo
mire, en lo que es hoy a causa de diferentes razones, que no son estrictamente
de orden voluntaria.
Conozco el espíritu paternalista del totalitarismo,
y sé que no es su objetivo que su pueblo, el obediente, atraviese una situación
de serias dificultades económicas. Me faltó mencionar eso en mis artículos,
porque creo que parto desde un nivel, bajo el cual incluso me niego a sumergir
la cabeza, que da esto por sentado, pero entiendo que no todos me conocen, y no
tienen por qué darlo por hecho.
Pero claro, que eso no me convierte en admirador de
los sistemas que destrozan la vida de millones de criaturas humanas, animales y
vegetales como puede sugerir mi dedicación casi de corte obsesivo con el tema
cubano.
Justamente tengo un problema, que es el que me
sirve de veleta para saber que estoy bien orientado, y es que en todos lados me
consideran un incordio, la gente amiga de derechas me llama extremista de
izquierdas, porque si soy capaz de ver de modo negativo que los revolucionarios
se cobrasen vidas para aplicar sus reformas, todo lo que sea matar, con
cualquier propósito, no me vale ninguno para justificar la pérdida de vidas
humanas, lo veo tan mal y peor en la medida que acreciente los muertos o las
desgracias.
Huelga decir, pero lo quiero dejar asentado, que
las guerras, todas sin excepción, las penas de muerte, las torturas y todos los
abusos sobre las personas, inocentes o no, me parecen reprobables, deleznables
y están en el lado opuesto de lo que considero aceptable. Como decía un primo mío, en una entrevista a
un periodista: Usted no encontrará ni una sola persona en esta familia que le
diga que está de acuerdo con la
Guerra de Irak.
Pero voy un poco más allá, ni con esa ni con
ninguna guerra. El derramamiento de sangre sólo consigue un inmenso dolor
irreparable. O sea que cada vez que me han propuesto hacer algo público para
hablar mal de las guerrillas porque matan, o de los paredones en Cuba, yo les
aclaro que en la misma entrevista mencionaré las guerras, las bombas y los
ejércitos imperialistas como igualmente terroristas que estos guerrilleros.
Entonces cambia el tono de la propuesta y pasamos a
otro compartimento de la charla.
Contracorriente
Y entre los conocidos de izquierda extrema piensan
que soy un reformista trasnochado, malamente europeizado, y que le hace el
trabajo al enemigo, aunque desde luego no oportunista, no tuve como ellos el
don de la ubicuidad, siempre voy contracorriente de la moda, ahora que en
Argentina gran parte de mis conocidos, por cierto muy criticos, ostentan buenos
cargos.
Aún cuando no tengo opinión sobre aquel proceso,
prefiero estar al margen de toda prebenda, en Cuba fui apestado mucho tiempo
por lumpen y ahora aún más; y aquí, soy un opositor absoluto a toda la
chamusquina que huele a franquismo, fascismo, reminiscencia de la Santa Inquisición ,
que es lo que está creciendo últimamente y nos está sumergiendo nuevamente en
un oscurantismo más tenebroso que el medioevo castellano, ya que encima no
tenemos ni la virtud de la poesía y la caballerosidad.
No me quiero dar publicidad, también soy poco
apegado a la virtud del trabajo, a la seriedad y quizás algo charlatán. Lo que es, es.
Los logros de que hacen gala los dirigentes cubanos
y algunos de sus defensores, de esos que mastican cada día jugosos asados que
en el socialismo serían condenados por subversivos, son lo mínimo que le
supongo y pido a la
Revolución , porque por menos que eso, no hay debate: ¿por qué
aguantar medio siglo de sistema dictando estrictamente lo que hay que hacer y
pensar, y la escasez de todo, y no poder salir de la isla ni a pedir sal al
vecino?
Y a continuación de ello: ¿no es más perverso este
chantaje emocional, que una sociedad que directamente se autoproclame
fagocitadora de lo que nos dejemos fuera de nuestra cartera?
En fin, escribo sobre Cuba y sus
"contradicciones" porque me resulta intelectualmente interesante,
pero no leerán una palabra de mis escritos, acerca de la mala suerte que tuvo
ese sistema con su hambre, ya que esa la considero sólo una circunstancia,
aunque muy perversa, y sobre la cual hay mucho que discutir, si es inevitable,
o si cediendo poder se habría podido evitar.
Sobre el hambre no escribo
Pero no aprovecharía jamás esa mala suerte para
atacar las políticas perversas de la dirigencia cubana acusándoles de hambrear
a su pueblo, ya que en la misma insidia,
haría perder fuerza a los verdaderos argumentos.
No escribo sobre la pena que me causa el hambre en
África, y la miseria en el conurbano de
cualquier ciudad latinoamericana por lo obvio que resulta, y porque me alejé
por motu propio a más de 10 mil kilómetros de distancia de esas villas miseria.
Cuando si hubiese querido militar en su
erradicación, lo tenía más fácil en América, ya que a dos kilómetros de todos
lados hay un chico descalzo. Y obviamente si quisiese pasar por comunista
acérrimo, estaría en alguna de esas selvas donde urge el aporte de alguien que
esté dispuesto a todo. Ni uno solo de esos criticos a que me refiero, está en estas selvas o en
aquellas villas miseria.
Admito que la vida que me proporciona esta sociedad
me tranquiliza, y no me interesa en absoluto la riqueza, aunque sí la holgura.
Admito que no vivo en la pobreza igual de feliz que en la opulencia, ni igualmente cómodo. Y a continuación digo que
no puedo ayudar a nadie, ni participar en causa alguna si antes no me siento
bien en la vida. El mundo lo empezaremos a mejorar no sin antes comenzar a ser
sinceros con nosotros mismos y con los demás.
Desde hace mucho sueño con una sociedad donde no se
suprima a ninguna sensibilidad, en incluso todas participen de los destinos de
los gobiernos y las decisiones importantes, un sistema que contemple la
posibilidad de que convivan politicas de la derecha -grosso modo, las de
finanzas y aparatos represivos o mal llamados de seguridad- con las de carácter
social como educación y salud diseñadas por la izquierda.
Escribo sobre el engaño
Es fin, culmino diciendo que quizás deje de
escribir sobre el engaño de la generosidad de la Revolución socialista,
cuando se admita que se hizo, como en casi todos los terrenos de la vida, lo que
se pudo hacer, sin arrogarse intenciones
grandilocuentes ni soluciones trascendentales.
No me alegra saber que hay nenes que se van a morir
hoy por carecer de un plato de comida, pero soy de los que ha decidido y no sé
si incorrecta y egoístamente vivir su vida en familia, intentando hacer lo
mejor posible a mi alrededor, y hacer el bien en donde en realidad se pueda
percibir, que irme de una vez y por todas a pasar el mismo hambre que ese niño,
por vergüenza torera o cristiana, y morir igual que él. Nunca se sabe, quizás
un día lo haga, desde ya admito que está en algún lugar de mi hipotálamo, no
dejo de ser un producto culposo de esta educación judeocristiana, con sus pro y
sus contra.
El día que me vean muy preocupado por África será
desde una tribu. Y no puedo jurar que eso no vaya a ocurrir jamás, aunque por
ahora desde León, provincia de trato amable y generosas bandejas de manjares,
le envío a mi amigo y a mi gente en general este afectuoso saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario