Bicentenario de un emblema humanístico universal
“Había proclamado más verdades de calado social y
político que todos los discursos de profesionales de la política, agitadores y
moralistas juntos”- Carlos Marx.
En éste comienzo de siglo XXI de irrupción de las
nuevas tecnologías, de quiebra de los estados nacionales y de las tradicionales
concepciones burguesas; del imperio y crisis global del mercantilismo
financiero como etapa superior del sistema capitalista; en vano se pretende
enviar al baúl de los recuerdos, aquellos productos de la creación del ser
humano que constituyen, pese a los “modernistas”, emblemas culturales,
humanísticos, estéticos y éticos, clásicos y universales, precisamente por sus
valores sustanciales.
Se multiplican los programas de promoción de la
lectura y de los escribas del neoliberalismo al empuje de la “mediocracia” ,
cubriendo de un barniz informatizado el alma colectiva disimulando así la
mediocridad y la ignorancia que carcomen la vida y el ser humano. Se sigue dando
vuelta a la noria de la pérdida de valores y problemas educativos mientras se
sigue promoviendo la antigua barbarie, ahora revestida de modernidad. Ante este
panorama, es imprescindible reivindicar aquellos valores universales que sintetizan la ética, estética, la cultura y concepción
ideológica de la vida y la civilización.
Uno de esos emblemas imprescindibles es la vida y
genio de Charles Dickens, creador de más de 2000 personajes literarios, entre
los cuales, algunos como Oliver Twist, Ebenezer Scrooge, David Copperfield,
Jacob Marley, Bill Sikes, Fagin, Pip, Miss Havisham y su mugriento vestido de
novia, el señor Pickwick, la pequeña Nell, Florence Dombey, Uriah Heep, Joe
Gargery, Sydney Carton, Mister Gradgrind, forman parte de un gigantesco legado
que vive mucho más allá de la literatura, el siglo XIX y su geografía natal.
El bicentenario del nacimiento de Charles Dickens –
nacido en Inglaterra el 7 de febrero de 1812 -
es la conmemoración del año en la literatura de todo el mundo. La BBC publicó en su web el
reportaje titulado Las seis cosas que Charles Dickens dio al mundo moderno: 1)
la celebración de las navidades gracias al impacto que tuvo Canción de Navidad;
2) la denuncia de la pobreza; 3) los personajes de la comedia moderna; 4) el
cine (el célebre cineasta ruso, Eisenstein dijo que los cimientos del séptimo
arte fueron edificados por Griffith basándose en ideas de Dickens como el
montaje paralelo o los primeros planos); 5) los nombres de los personajes
llenos de simbolismo; 6) y nuestra visión de la ley y el derecho.
Por fértil que sea la imaginación, no hay ningún gran
escritor que escriba sobre lo que no
conoce. Y Dickens es un ejemplo de ello. Más aún, nadie duda que ha bastado
algunos meses de su vida para cambiar la historia de la literatura. “Acababa de cumplir 12 años cuando, - dice
uno de sus principales biógrafos - el lunes 9 de febrero de 1824, empezó a
trabajar en la fábrica de betún Warren, en el número 30 de Hungerford Stairs,
en una zona industrial de Londres, insalubre e infestada de ratas. Las jornadas
se prolongaban durante 10 horas, con una pequeña pausa para comer. El salario
era de seis o siete chelines a la semana (unos 30 euros en la actualidad)”. Su
padre entonces estaba en la cárcel por deudas; ”es una cosa muy desagradable el
sentirse avergonzado del propio hogar”, escribió en Grandes esperanzas.
Gran parte de su energía creadora nace en esa infancia
y su visión del mundo se forja en aquellos momentos. “Todo mi ser se sentía tan
imbuido de pesar y humillación al pensar en lo que había perdido que incluso
ahora, famoso, satisfecho y contento, en mis ensoñaciones, cuando rememoro con
tristeza aquella época de mi vida, muchas veces me olvido de que tengo una
mujer y unos hijos, incluso de que soy un hombre”, confesó Dickens a su amigo
John Forster, autor de la primera biografía del escritor. Forster ya señaló que
el germen de David Copperfield surgió entre tarros de betún en aquellos
talleres junto al Támesis. Se asegura asimismo que aquel periodo de trabajo
infantil, con su padre encarcelado a causa de las deudas, fue crucial en la
formación literaria y humana del escritor.
Su obra literaria, aún vigente, es patrimonio de la
humanidad y digna de estudiarse y conocerse, en especial por todas las nuevas
generaciones. No hacerlo, es condenar a niños y jóvenes a no abrevar en las
fuentes de lo más excelso de la historia espiritual de los seres humanos.
En “La situación de la clase obrera en
Inglaterra” Friedrich Engels ya
mencionaba la importancia de la obra de Dickens. El propio Carlos Marx,
escribió sobre su contemporáneo que “había proclamado más verdades de calado
social y político que todos los discursos de profesionales de la política,
agitadores y moralistas juntos”. Junto con Shakespeare, Dickens trascendió,
escribiendo sobre su mundo contemporáneo y aldeano, el plano literario y estético, proyectando en
el universo la argamasa sustancial de la existencia humana. Constituye uno de
los grandes emblemas humanísticos que ilumina el camino hacia un mundo mejor,
una vida digna, bella y justa.
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