Víctor Corcoba
El
entusiasmo de la juventud
El pan de la
juventud es el entusiasmo. Me gusta que los jóvenes vivan y convivan
entusiasmados. A veces siento la sensación que, nosotros los adultos, vivimos
como si el ostentación y la riqueza fueran lo más importante en la vida de una
persona, cuando lo único que necesitamos para estar realmente radiantes y
felices es tener algo por lo cual conmovernos e ilusionarnos. ¿Qué sería del
mundo sin la ilusión? No olvidemos que la facultad de realizar un sueño es lo
que hace que una vida sea fascinante.
Hoy en día
tenemos la mayor generación de jóvenes de todos los tiempos, a la que no se le
puede cortar las alas de la ilusión.
Están deseosos de innovar, de arriesgar, de crear y buscar nuevos
horizontes en un mundo viejo, crecido por la indiferencia, extenso en la
decepción y en el permanente desencanto. A veces nos recreamos ante un mundo
infeliz y creamos la confusión, confundiendo la desdicha con la dicha de la
verdad. No hay mayor júbilo en la vida, que tener algo por qué luchar y alguien
a quién amar. Los jóvenes precisan ser amados por sus progenitores y, los
ascendientes, también precisan de ellos para tomar su energía. Una sociedad que
no escucha, ni considera a su mocedad, está sentenciada a no levantar cabeza y
a morir de pena. El dolor del fracaso es el dolor más cruel. Por tanto, sepa el
mundo que no podemos cortar las alas a una juventud dispuesta a hacer camino y
a poner voz, haciendo justicia, ante la injusta vida económica y política del
planeta.
Los jóvenes
tienen que vivir su vida a lomos del lenguaje de la ilusión, trabajando y
formándose. Desde luego que sí. Lo peor que le puede pasar a una civilización
es que la juventud caiga en la ociosidad o en las garras de algunos empleadores
que los utilizan para explotarlos, aprovechando que el índice mundial de
desempleo juvenil sobrepasa con creces el desempleo adulto. Ciertamente, los
gobiernos tienen que hacer mucho más por la gente joven. ¿Para qué sirve la
formación si no se da oportunidad de usar los conocimientos y habilidades
adquiridas? Pongamos de ejemplo, el caso español. Cada vez más, los jóvenes
españoles tienen que emigrar a otros países, que les ofrecen mayores
oportunidades laborales. Han sido formados en España, con el consabido
desembolso para un país, y ahora se van a desarrollar su trabajo lejos de su
ambiente familiar y de amigos. Corremos el grave riesgo de que dentro de unos años
este país retroceda mucho más ante la falta de gente cualificada, por no haber
escuchado la voz de la juventud, que pide trabajo y trabajar en su propio
entorno.
Una nación
que le niega a sus jóvenes la posibilidad de trabajar camina a la bancarrota.
El horizonte puede ser negro y amenazarnos una gran tempestad, pero con la
juventud todo se puede y hasta lo más ennegrecido se aclara. "Lo más
importante es no rendirse y aprender algo nuevo cada día", dice Yanira,
una joven Mexicana, en el informe sobre la Juventud Mundial emitido
recientemente por la ONU. Y es cierto, en estos tiempos cambiantes el que
resiste siempre gana. Claro; si la resistencia conlleva unirse, hay que
propiciar esa unidad. A lo mejor no hay que enseñar tanto a los jóvenes a
buscar empleo, sino a crearlo. Téngase presente que la juventud tiene el
ingenio vivo y el ánimo a flor de piel. Truncar ese capital de entusiasmo es
como desangrar el alma de un pueblo, vivir en un infierno. Reflexionémoslo.
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