PARTICIPACION



“¿Participación social o simulacro de participación?”


El título corresponde a un reciente comunicado del Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud Pública y Privada, y más allá de referirse concretamente a la salud del país, plantea una interrogante que flota en prácticamente toda la actividad ciudadana. Organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos, conjugan en presente el verbo participar con el afán de no perder el tren de la historia. En tanto, y cada vez con mayor conciencia, el republicanismo   - (sistema que pone la “res pública” en el centro) -  exige en los hechos perfeccionar la acción democrática,  con la participación de los mismos ciudadanos en la propia gestión del gobierno de la sociedad.  La República, a la Representación,  el proceso histórico hace necesario sumar la Participación. “En los últimos meses y por diversas vías – sostienen los usuarios de la salud - se ha venido cuestionando por diferentes actores la participación social. Este cuestionamiento, está dirigido a todos aquellos lugares de la institucionalidad donde hay representantes de la sociedad civil organizada, en especial en los órganos de la educación y de la salud” reconocen.
Agregan “Estos cuestionamientos, que en algunos momentos pasaron a ser un ataque, se han expresado de diferentes maneras. En notas de prensa, en propuestas de ampliar cada vez más los pocos órganos de decisión donde hay representantes sociales, llevando a que esa representación se diluya. En planteos de que “no se sabe quién manda”, de que “hay que recuperar la conducción política”, etc.  El último embate surgió de la reunión que el presidente de la república mantuvo con la oposición política hace pocos días. Allí se planteó entre otras cosas, agregar representantes del poder ejecutivo en algunos organismos y el doble voto del presidente de ASSE”.
Lo afirmado en la comunicación es una de las tantas evidencias, práctica y concreta, de la  contradicción entre  representación y participación. De su correcta dilucidación depende el futura de la propia democracia.  Los usuarios de la salud, siguen diciendo: “Queremos dejar claramente establecida nuestra oposición a estos planteos si los mismos significaran un retroceso en los tímidos avances democratizadores de nuestra sociedad que se han dado con la participación social. En su momento, señalamos como positiva la apertura donde desde el poder político y a través de nuevas leyes, se permitió una mayor participación. La participación social en salud se nutre de una larga experiencia, que comienza con comisiones barriales que se organizaron para dar respuesta a una salud en crisis, falta de cobertura universal, inaccesibilidad a tecnología de primer nivel, mutualistas en quiebra, etc. Es así que surgen en todo el país distintas formas de organización para dar respuesta a esa crisis. El pueblo sale a buscar en la comunidad los recursos para sostener y levantar un sistema de salud que se caía a pedazos. Ese será el germen que dará nacimiento a nuestra organización.”
“Somos de los que creemos que los cambios profundos, - agrega la importante organización -  verdaderos en la sociedad, se realizan “para la gente”, y “con la gente”. Estamos convencidos que sin la participación de los usuarios y de los trabajadores, la actual reforma de la salud no llegará a buen puerto. Estamos hablando de participación real, no de simulacro de participación. Hoy por hoy esa participación, a nuestro entender choca contra tres escollos muy importantes:
1) Existe una cultura de dominación y dependencia en todos los niveles de la sociedad que choca con la participación social. No se puede aceptar hablar de “democracia plena”, sin la participación real de los ciudadanos de todos los sectores populares y sus organizaciones.
2) En la salud nos encontramos con un andamiaje muy complejo, con diversos actores y entre ellos corporaciones muy fuertes defendiendo la Salud Mercantilista. A esas corporaciones no les hace ninguna gracia la participación social.
3) La definición de participación y el papel que tiene; no cuenta con unanimidad de criterio y desde el gobierno no se reciben directivas claras. Muchas veces se habla de una “crisis” de participación, una especie de tendencia generalizada en donde los lugares aparecen vacíos y las personas poco comprometidas. Pero llegado el momento, “te doy pero acotado”, “te doy un lugar pero no es vinculante”, etc. Se genera así, desde algunos ámbitos de gobierno, un verdadero doble discurso en cuanto a la participación”. 
Finalmente concluyen afirmando: “Expresamos claramente, nuestra firme oposición a todos los intentos por hacer retroceder la participación social en los procesos de cambio que están en curso en nuestra sociedad, especialmente en la reforma de la salud. Vamos a defender la participación social en todos los ámbitos. La participación real. No estamos dispuestos a oficiar de floreros para lucir en las reuniones, foros y encuentros internacionales mientras que por casa todo sigue igual, o marcha atrás”.
Adjudicamos singular importancia al referido comunicado, en particular, porque expresa  uno de los simulacros de participación social, que se repiten en otros sectores sociales con similares resultados. En particular, el caso de la educación, donde se ha llegado a institucionalizar  espacios de participación, en los que se ha reducido la misma, a la simple consulta. Algunos de esos espacios, como las asambleas técnicas docentes, que si no fuera por la asistencia obligatoria y paga, posiblemente ya no existiría ya que tanto a maestros como profesores los tiene cansados la casi nula trascendencia de sus decisiones. Se pide participación y a la hora de las actuaciones terminan siendo los convidados de palo. Procedimientos que no solo no son participación, sino que son autoritarios y antidemocráticos.

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