Pero BORDABERRY
Hay momentos en que el ser humano
enfrenta una disyuntiva entre su interés personal y su deber. La vida, a veces,
nos coloca en esa posición difícil de tener que optar entre el hacer lo
correcto o lo conveniente para uno mismo.
Cuando el interés personal es muy
fuerte, la decisión, el sacrificio, la renuncia, adquiere ribetes de
heroicidad.
Es lo que sucedió hace algunas semanas
cuando en los Estados Unidos nació una niña gracias a que su madre, que padecía
cáncer, no se hizo el tratamiento contra la enfermedad. De haberse realizado la
quimioterapia la niña habría muerto. Su madre trocó su propia vida por la que
llevaba dentro de sí.
El 5 de abril de 1989 un hombre
enfrentó sólo a una columna de tanques en lo que es considerado uno de los
actos más heroicos de la historia. El joven participaba de las manifestaciones
que terminaron en la masacre de la Plaza Tiananmen en China.
No se conoce ni su nombre ni si logró
sobrevivir. Pero el video tomado por corresponsales extranjeros dio la vuelta
al mundo. Puede verse en http://tinyurl.com/mtrbwh.
Hace algunos años la entonces miembro
de la Corte Suprema de Argentina, Carmen Argibay vio enfrentados sus
sentimientos personales con su deber.
Ella había sido víctima de detención y
privación de libertad durante la dictadura argentina. Como miembro de la Corte
debía adoptar decisión sobre la validez de un indulto, un perdón, otorgado a
los que la habían perseguido y encarcelado.
La situación era particularmente
compleja porque la propia Corte Suprema ya había dictado antes una sentencia
declarado que el referido indulto era válido. Principios básicos del Derecho
imponen que no se puede juzgar dos veces lo mismo, en lo que técnicamente se
llama “Cosa Juzgada”.
La Dra. Argibay expreso que “aunque no
me haya gustado – y no me gustó – es lo que dijo el máximo Tribunal en una
resolución última, final y definitiva, y yo no la puedo revisar… Yo separo lo
que es Justicia de lo que es venganza… Y la Constitución me ayuda mucho para
hacer esa separación”.
Por lo que votó en contra de su
interés personal y a favor de mantener el indulto.
El martes pasado en el Senado
asistimos a un gesto, a un acto, que no debe pasar desapercibido. Fue
protagonizado por alguien que no es de mi Partido. Alguien que ha expresado que
quiere ser adversario de nuestra colectividad política en la próxima elección.
Una persona que nos dio a todos una
lección de Democracia, de apego por las instituciones y el Derecho, por encima
de su propio interés y dolor personal.
Tratábamos el proyecto de ley que
desconoció el voto de los uruguayos, el que pasó por encima de las decisiones
del pueblo Uruguayo de 1989 y 2009.
En ese momento el Senador Luis Alberto
Heber pidió la palabra y expresó que haría referencia a un tema personal: el
horrendo ataque que terminó con la muerte de su madre.
Recordó que el 1º de noviembre también
prescribe el delito que protagonizaron los que atacaron su familia y su madre.
Pero aclaró que poco honraría su
memoria si votara una norma que viola la Constitución para averiguar quiénes la
asesinaron.
Ante la tan difícil opción entre el
interés personal y la defensa de la Constitución y el respeto por el voto de
los uruguayos, Luis Alberto Heber optó por el camino que en su momento
siguieron esa madre norteamericana, Carmen Argibay y el desconocido estudiante
chino.
Lo que es un acto, un gesto, que no
debe pasar desapercibido.
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