Mario Piriz
Una
ola de profunda indignación ante la injusticia recorre el universo. Uruguay y
nuestra discreta Rivera no puede dejar
de sentir rabia, impotencia, indignación o vergüenza ajena, cuando sentimos en
carne propia las garras de la corrupción, la injusticia, el egoísmo y la
avaricia destrozando nuestra modesta humanidad y enfermando el alma de las
nuevas generaciones.
Cuando
recibimos las voces distantes de los indignados de Europa, África, Estados
Unidos, Asia, o Brasil, es imposible mirar para otro lado. Lo menos que podemos
hacer es compartir esos mensajes humanitarios, reflexionar y aportar nuestro grano
de arena. En última instancia, es reconfortante comprobar que no todo está
perdido y que las grandes mayorías anónimas siguen siendo reservatorios
inconmensurables de vida, esperanza y humanismo.
La
Asamblea General de los ciudadanos de la Ciudad de Nueva York, Estados Unidos,
ocupantes del Wall Street en el Liberty Square, realizada el pasado 29 de septiembre de 2011, difundió este
aleccionador mensaje:
En
estos momentos en los que nos reunimos solidariamente para expresar un
sentimiento de injusticia generalizada, no debemos perder de vista lo que nos
ha unido. Escribimos estas palabras para que todos aquellos que se sientan
agraviados por los poderes corporativos del mundo sepan que nosotros también
estamos a su lado.
Como
un solo ser, unidos, nos encontramos ante una realidad en la que el futuro de
la especie humana depende de la cooperación de sus miembros; en la que nuestro
sistema debe proteger nuestros derechos y, en caso de que el sistema se
corrompa, queda en manos de las personas proteger sus propios derechos y los de
sus vecinos; en la que un gobierno democrático deriva su competencia legítima
de su pueblo, pero las corporaciones no piden permiso para expoliar la riqueza
de la gente o de la Tierra; y en la que no es posible una democracia real,
cuando el proceso depende de los poderes económicos.
Apelamos
a ustedes en un momento en el que las corporaciones, que ponen por encima el
beneficio a las personas, sus propios intereses a la justicia, y la opresión a
la igualdad, son las que manejan nuestros gobiernos. Nos hemos reunido aquí
pacíficamente, pues es nuestro derecho, para que se conozcan estos hechos.
Las
corporaciones se han quedado con nuestras casas mediante procesos ilegales de
ejecución hipotecaria, a pesar de no contar con la hipoteca original. Con total
impunidad, se han quedado con los rescates provenientes del dinero de los
contribuyentes, al mismo tiempo que continúan concediéndoles exorbitantes
primas a sus directivos.
Han
perpetuado la desigualdad y la discriminación en el entorno laboral en función
de la edad, el color de la piel, el sexo, la identidad de género y la
orientación sexual.
Han
emponzoñado las reservas alimenticias por su negligencia, y han minado el sistema
agrario mediante la monopolización.
Han
sacado provecho de la tortura, la reclusión y el trato cruel de innumerables
animales, y se han puesto de acuerdo para ocultar dichas prácticas.
Han
tratado constantemente de despojar a sus empleados de sus derechos a la hora de
negociar un aumento de sueldo o unas condiciones laborales más seguras.
Han
esclavizado a los estudiantes con decenas de miles de dólares en deudas para
recibir una educación, que es en sí misma un derecho fundamental de los seres
humanos.
Han
externalizado sistemáticamente la mano de obra y empleado dicha externalización
como medida de presión para recortar la asistencia sanitaria y el sueldo de los
trabajadores.
Han
manipulado a los tribunales para obtener los mismos derechos que las personas,
sin que recaiga sobre ellas ningún tipo de culpabilidad o responsabilidad.
Han
despilfarrado millones de dólares en equipos de asesoramiento jurídico para
encontrar el modo de librarse de contratos de cara a las coberturas sanitarias.
Han
comerciado con nuestra privacidad como si fuera una materia prima más.
Han
empleado las fuerzas militares y policiales para impedir la libertad de prensa.
Se han negado deliberadamente a retirar del mercado productos defectuosos que
ponían en peligro vidas, únicamente en pro de su beneficio propio. Son las que
establecen las políticas económicas, a pesar de los fracasos catastróficos que
dichas políticas han producido y continúan produciendo.
Han
donado grandes sumas de dinero a los políticos, que son los responsables de
dictar las normas que las regulan. Continúan bloqueando formas alternativas de
energía para que sigamos dependiendo del petróleo. Continúan bloqueando los
medicamentos genéricos que podrían salvar vidas o proporcionar una útil ayuda,
únicamente con la intención de proteger sus inversiones que ya han producido
sustanciosos beneficios.
Han
ocultado deliberadamente derrames de petróleo, accidentes, fallos en la
contabilidad e ingredientes inactivos, solamente en pro de su beneficio propio.
Han
mantenido deliberadamente a la gente desinformada y con miedo, mediante su
control de los medios de comunicación.
Han
celebrado contratos privados para acabar con la vida de presos, incluso cuando
se habían presentado dudas legítimas sobre la culpabilidad de los mismos.
Han
perpetuado el colonialismo tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Han
participado en actos de tortura y en el asesinato de civiles inocentes en el
extranjero. Continúan creando armas de destrucción masiva para ganar contratas
con el gobierno.
A la gente de todo el mundo:
Nosotros,
la Asamblea General de la Ciudad de Nueva York que ocupa Wall Street en Liberty
Square, les instamos a que reivindiquen su poder.
Ejerzan
su derecho a reunirse pacíficamente; a ocupar el espacio público; a crear un proceso
para gestionar los problemas a los que nos enfrentamos; y a generar soluciones
accesibles para todos.
A
todas las comunidades que entren en acción y formen grupos inspirados en la
democracia directa, les ofrecemos apoyo, documentación y todos los recursos que
tenemos a nuestra disposición.
¡Únanse
a nosotros para que su voz también sea oída! –
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