Pedidos de ayuda y recato


Pedro BORDABERRY
Abogado. Senador de la República. Líder de Vamos Uruguay

En su libro “José Batlle y Ordoñez – El Creador de su Época” Milton L. Vagner reseña gestiones del gobierno de Batlle y Ordoñez ante el gobierno de los Estados Unidos.
 En plena revolución saravista Batlle obtiene información que el gobierno argentino del Presidente Roca estaba apoyando activamente a los revolucionarios. Concretamente existía armamento salido del arsenal de Buenos Aires en Concordia para cruzar el río Uruguay e ingresar a nuestro país.
De esa forma se estaba violando la neutralidad por parte de la Argentina.
Ante ello, Batlle le encomienda al ministro uruguayo en Estados Unidos, Eduardo Acevedo Díaz, que solicite a dicho país ayuda. La misma consistía en patrullaje del río Uruguay para impedir el ingreso de armamento argentino.
El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, del Presidente Theodore Roosevelt, no hizo lugar a la solicitud uruguaya.
Pese a esto trascendió en la prensa oriental y porteña que el país del Norte no permitiría la intervención argentina en los asuntos internos uruguayos.
Esto llevó al Ministro estadounidense en Uruguay, William Rufus Finch, a quejarse de que se le citara afirmando cosas que no eran ciertas.
Pero el efecto buscado por el Presidente Batlle se había logrado.
Como es conocido, luego de terminada esa su primera Presidencia y la siguiente de Williman, Batlle vuelve a la primera magistratura.
Durante la misma y a diez años de ocurridas las gestiones de 1904 se le pregunta acerca de las mismas y él las niega enfáticamente.
Recién 25 años después, en 1929 y ya cerca de su muerte, Batlle hablará de esos hechos.
Algunos han recordado las acciones de Batlle ante los desafortunados acontecimientos protagonizados esta semana por un ex Presidente de la República.
Es bueno ver las enorme diferencias entre lo acontecido hace un siglo y lo ocurrido hoy.
En primer lugar existe una gran diferencia: en 1904 no existían las Naciones Unidas (creadas en 1945), ni la Organización de Estados Americanos (1948) , ni siquiera la Sociedad de Naciones (1919), el Mercosur, la Unasur o la Corte Internacional de Justica de La Haya.
Hoy en día existen, por suerte, estos organismos y tribunales internacionales a los que se puede acudir.
Pero quizás la más importante diferencia es la que surge del recato y silencio mantenido por Batlle y Ordoñez durante 25 años.
Si se la compara con la liviandad con que se manejaron los hechos esta semana la actitud del Presidente colorado se destaca aún más.
Consciente de la posibilidad de que el conocimiento del hecho podía exacerbar pasiones y poner en peligro la relación con la República Argentina, Batlle guardó silencio durante mucho tiempo. Recién 25 años más tarde, cuando el conocimiento de los hechos no podía tener efecto alguno, reveló en “El Día” lo que había acontecido.
Actuó como un verdadero estadista.
t" + a `� �� popular dos veces expresada. El tema tiene otras facetas –la inconstitucionalidad de las disposiciones penales retroactivas, la posibilidad de cumplimiento directo, por los jueces, del fallo de la Corte Interamericana, etc.- pero esta es la principal, porque el respeto a la voluntad popular es la base misma de la institucionalidad democrática.
Una vez más, la izquierda se equivoca al creer que el fin justifica los  medios. En los años sesenta y setenta los Tupamaros y otros grupos atentaron contra la Constitución y contra la vida de otras personas, en el afán de tomar un atajo hacia lo que creían que era la justicia social. Comenzó así un tiempo de violencia política que nos trajo, al cabo, doce años de dictadura militar.   
Hoy se vuelve a atentar contra las bases de la democracia, buscando un atajo hacia la justicia penal. Que así se logre avanzar hacia los proclamados objetivos de “verdad y justicia”, está por verse. Lo que desde ya puede palparse es el debilitamiento de las instituciones democráticas. ¿Qué sentido tiene llamar al pueblo a votar, si la mayoría parlamentaria se arroga la potestad de desconocer lo que la mayoría popular decidió?
“Mi autoridad emana de vosotros, y ella cesa ante vuestra presencia soberana”. Los  dirigentes del Frente Amplio no deberían invocar nunca más esta frase de Artigas, que acaban de negar con su conducta.
         

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