Las últimas
encuestas de CIFRA arrojaron algunas novedades en el tablero político uruguayo,
cumpliéndose una máxima casi sistemática en cualquier democracia moderna: el
gobierno de turno que ya lleva dos períodos, comienza a perder pie.
Lo mismo
le sucedió al Partido Colorado, sumido en el 2004 a una efímera fuerza
política testimonial, con la pérdida de casi 500 mil votos en 5 años de
gobierno.
En
Uruguay hay una masa de votantes que ronda esa misma cantidad que castiga y
premia sin piedad a los políticos de turno.
Esto
funciona como una especie de crédito abierto, extendido a un candidato o a un
partido con fecha de expiración y renovable en función del comportamiento
durante los cinco años del crédito.
Los
porcentajes de CIFRA muestran que el crédito al Frente Amplio firmado hace 7
años por una masa de uruguayos independientes, está expirando.
Otra de
las novedades que marca la empresa CIFRA es que Pedro Bordaberry es el único
candidato hoy que posee un balance de popularidad de +3, con un 34% de
simpatía, un 33% neutro un 31% antipatía y un 2% que no opina, al tiempo que la
misma encuesta ubica a Bordaberry (22%) a un solo punto porcentual de Jorge
Larrañaga (23%), mientras que la suma de ambos dirigentes políticos iguala a la
intención de voto hacia Vázquez (45%).
Heladeras
y otras yerbas
Muchos
dirigentes y votantes del FA, están batiendo loas de victoria y embebidos en
soberbia, convencidos que con “el salvador” Vázquez seguirán festejando, pero
no se están dando cuenta que la caja de ahorro está casi vacía y que si Vázquez
quiere volver a ser presidente, su fuerza política deberá presentar garantías,
muchas de las que ya intentó presentar sin éxito.
Los
colorados ya hemos pasado por el duelo del 2004 y ahora con el nuevo Partido
Colorado, hemos venido tomado fuerza y retomando algunos caminos de los que nos
habíamos alejado, pero que hoy nos ven bien plantados.
La
izquierda uruguaya ha llegado a una soberbia triunfalista en la que –según
muchos de sus dirigentes- ganan con una heladera de candidato.
Sin
dudas que el revolcón que experimentarán los auténticos decadentes del FA, les
servirá para darse cuenta que en Uruguay la alegría va por barrios.
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