Cuando
su propio y cuestionado funcionamiento debiera estar en tela de juicio, el INAU
(Instituto de la Niñez y la Adolescencia del Uruguay) nos sorprende una vez
más. Hace muy poco tiempo, fue noticia, por otra fuga de un menor infractor
confiado a su cuidado. Las condiciones en que viven sus internos, la situación
con sus funcionarios, el deterioro de sus instalaciones y equipamiento, así
como la casi nula información sobre los resultados de su gestión con respecto a
los menores cuya guarda ejerce, han sido moneda corriente.
En
esta oportunidad, adquiere notoriedad, con la sanción económica que le pretende
imponer al diario El País, por difundir hace un par de años noticias
relacionadas con un menor, de quien sólo se difundió su apodo (tristemente
notorio, por su participación en hechos de violencia al frente de una banda,
que a marronazos pretendía robar locales de cobranzas, o en otra modalidad,
amenazaba con detonar una granada), su condición de “menor”, su edad, barrio y
peculiar corte de pelo. Circunstancias que, a juicio del departamento jurídico
del Instituto, pueden “vulnerar los derechos del adolescente” y llegar a
”violar la privacidad del menor”. Aún no se dictó una resolución al respecto.
Con anterioridad, el mismo ente, sancionó y embargó con una importante multa al
diario El Heraldo, de Florida, por haber difundido la noticia de una violación
que se habría cometido dentro de una de sus dependencias.
¿No
se estará errando el camino?¿Puede este organismo irrogarse el ser juez y parte
y sancionar doblemente la misma conducta? Pues tipifica la conducta por sí y
ante sí, impone la multa (embarga y ejecuta la misma) y además aconseja al juez
de Familia la clausura del medio de prensa. ¿No estamos ante una encubierta
limitación a la libertad de prensa? ¿Se pretende sancionar a los medios que
informan? ¿No se estará buscando la autocensura? ¿No se estará encubriendo,
lisa y llanamente una censura al derecho a la información cuando no, la propia
viabilidad financiera de los medios de prensa?
¿Cómo
es posible desconocer el principio constitucional que prohíbe la doble sanción
por un mismo hecho?
Nos
encontramos ante un evidente conflicto, no solo de intereses, sino además, de
valores. Pues si bien es cierto que debe protegerse la intimidad de los
menores, incluso de aquellos que delinquen (para no estigmatizarlos al creerse
en su posterior rehabilitación) también el resto de la sociedad que se ve
afectada por sus desmanes, tiene el derecho de saber qué está ocurriendo en su
entorno y cómo funcionan los entes del Estado al que contribuye con pesados
impuestos. Pues los derechos así como las obligaciones, debieran ser
establecidos para todos y debieran regularse y ejercerse en forma equilibrada.
Debiera
ser la Justicia quien, con todas las garantías para los involucrados,
determinara si se violaron los derechos que se pretenden defender. O si el
comportamiento dentro de las instalaciones del organismo fue ajustado a
derecho, que sería más trascendente que sancionar a quienes informan. Y no
olvidemos la importancia de informarse para ejercer un control ciudadano.
Todo
nuestro sistema democrático y republicano de gobierno debiera ser la garantía
de respeto de cada uno de los derechos que consagra la Constitución para los habitantes
de este territorio. Vemos con preocupación la pérdida de derechos solo para
quienes deben asumir siempre y en todo caso las obligaciones consiguientes,
mientras el equilibrio y la ponderación, se muestran lejos del fiel de la
balanza.
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