Sancionar las faltas para combatir la inseguridad






El gobierno anuncia que envía al Parlamento un nuevo código de faltas con el objetivo de actualizar las conductas que deben ser objeto de sanción y para que vuelvan a aplicarse efectivamente las sanciones correspondientes.
Es una iniciativa totalmente compartible. Hace unos meses, a raíz de ciertos episodios ocurridos en pocos días, señalábamos que la aplicación de la normativa referida a las faltas es un componente indispensable para la recuperación de la calidad de vida de nuestra convivencia ciudadana.
Desde hace años y en forma paralela al aumento de la delincuencia, se fue dejando de lado la aplicación de la normativa referida a las faltas. Quizás por el desborde que supuso el aumento de los delitos y de la violencia, quizás porque el cambio de las pautas culturales de los nuevos tiempos generaron cierto aflojamiento en los controles sociales.
Lo cierto es que la pérdida de tonicidad en la sanción de las faltas se ha convertido en un componente que retroalimenta la sensación de crisis social y de inseguridad pública.
Justamente el régimen de faltas ocupa un lugar relevante para favorecer la calidad de la convivencia social. Existe un conjunto bastante numeroso de conductas que, sin llegar a configurar un tipo delictivo, sin embargo suponen una afectación de las reglas de convivencia diaria. Los insultos en público, hacer las necesidades en la calle, pintarrajear o arruinar monumentos o paseos públicos, presionar a los ciudadanos para obtener una limosna son algunos ejemplos de conductas que degradan la convivencia social sin que lleguen al nivel de gravedad que supone una conducta delictiva.
Es por eso que se requiere de un ordenamiento jurídico que ocupe ese espacio intermedio. La recuperación del control del Estado sobre las conductas que configuran faltas hace a la calidad de la convivencia social.
Por supuesto que no alcanza con esta medida para mejorar las condiciones de la seguridad pública de nuestro país; pero es un paso en la dirección correcta.
Es fundamental que el Poder Judicial acompañe con decisión esta iniciativa; es muy importante que todos los actores involucrados, los legisladores, la policía y los jueces entiendan la importancia de recuperar esta línea de actuación de las políticas públicas.
Por lo tanto, es fundamental que esta propuesta tenga un rápido procesamiento legislativo y que, luego, la policía persiga las conductas tipificadas en la normativa propuesta y los jueces apliquen las penas correspondientes.
Compartimos la idea de que buena parte de las penas consistan en medidas alternativas y que se promueva la importancia de realizar tareas comunitarias por parte de los infractores; pero también deben permanecer las sanciones económicas como forma de complementar las acciones reparatorias por parte de quienes cometen las conductas impropias.
Es clave que aceptemos que el camino para superar la actual crisis de seguridad requiere de un fuerte esfuerzo de recuperación del ejercicio de la autoridad y de que existan límites claros y firmes ante las conductas de aquellos ciudadanos que afectan la convivencia social y la calidad de nuestra vida cotidiana. No alcanza con ejercer la autoridad, pero no existe solución sin que se restaure la idea de un control efectivo de la vida pública en sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario