Reflexiones
sobre salud mental y educación
Los
recientes hechos protagonizados por la directora de un liceo capitalino y el
reconocimiento público de una alta dirigente del organismo central de
secundaria, de la falta de capacidad del sistema de evaluar psicológicamente a
los docentes, ha mostrado apenas la punta de un gran témpano de hielo que
navega por lo bajo en las agitadas aguas de la sociedad contemporánea.
La
violencia física y psicológica; las conductas autoritarias e individualistas en
una sociedad que se autodefine como democrática y fraterna; el fraude
académico; el uso fraudulento del dinero del pueblo, como el que se realiza con
los comedores escolares del país; el trepar adulando a los superiores y
aplastando la cabeza de los iguales o más débiles, son todas conductas que
revelan patologías mentales de profunda incidencia en la convivencia diaria en
las comunidades educativas.
En
el caso de la directora del liceo 16, el sistema educativo, como ocurre en todo
el país, barre la basura abajo de la
alfombra. Es una docente que estuvo de los dos lados del mostrador (fue
dirigente sindical) y en ambos casos observada, sumariada y sancionada, lo cual
no le impidió acceder a nuevos cargos como de directora de liceo. Algo similar
ha ocurrido en la inspección departamental de primaria de Rivera con varios
casos de docentes observados, sumariados e incluso sancionados, todo lo cual no
impidió que ejercieran tiempo después la titularidad de centros educativos e
incluso cargos de inspección. En todos los casos, el sistema imperante las
considera meras “irregularidades”
sometidas en el peor de los casos a investigación y sumarios, tan
prolongados y “técnicos y reservados”, que más se parecen a procedimientos para
calmar lo ánimos y así dejar con el tiempo todo como estaba antes.
Sistema
educativo enfermo que se da el lujo de ignorar y de tratar como sanos, a los
miles de niños y adolescentes en todo el país que sufren distintas enfermedades
mentales, y donde los más agresivos asisten a clase “empastillados” por orden
médica. No se investiga ni preocupa al sistema los miles de niños y jóvenes que
sufren desnutrición “oculta” esa misma que afecta en forma irreversible el
desarrollo cerebral, del sistema nervioso y por supuesto la estatura,
impidiendo el acceso a la más elementales técnicas alfabetizadoras. Y como al
sistema lo que le interesa es mostrar estadísticas, impone el “pase social de
año”, que junto a otros mecanismo, hace que existan jóvenes que acceden a la
universidad, con un nivel de comprensión lectora equivalente, en el mejor de
los casos a un sexto año de escuela normal.
Sin duda que la cuestión va más allá de lo institucional y
patológico, y afecta directamente la
concepción del mundo, los seres humanos y la vida predominante en la comunidad
contemporánea.
Sistema
que ignora, o mira para otro lado empleando los más diversos eufemismos, los
también miles de caso de maestros y profesores que diariamente se ven obligados
a certificarse ante los facultativo al sufrir disturbios serios de la salud
mental, incluso con repercusiones biológicas extremas. Victimas del estrés o
síndrome del Quemado frente a los cuales, el sistema educativo no tiene la
menor consideración. Sistema educativo burocratizado y autoritario, donde lo
único que importa son las estadísticas despersonalizadas, agachar la cabeza y
convertirse en los perritos falderos de los políticos de turno que ofician de
consejeros en los altos organismos de la educación. Evidentemente se vive un
contexto educativo enfermo y que enferma, especialmente a aquellos miembros de
la comunidad educativa local que aspiran retomar el camino formativo de la fraternidad, la justicia, la libertad y
la dignidad de la vida.
Y
en el sentido de lo expresado, es digno de consideración algunas de las
reflexiones realizadas tiempo atrás por el médico y docente Daniel Maltzman,
cuando manifestó: “Cómo combatir la falta de salud mental en un contexto
cambiante que busca con determinadas fantasías y/o "espejitos de
colores" convencernos de que la vida puede vivirse sin un desarrollo que
parta de lo espiritual y que de por sí incluya vínculos que puedan ir desde la
afectividad que conlleva una simple expresión a la profundidad emocional de una
relación de amor y solidaridad hacia nuestro prójimo. Ese es nuestro desafío.
Cómo poder estar insertos en un entorno de salud mental? Cómo poder
transmitirlo? Y más aún, Cómo poder ser factores de cambio hacia una cultura de
feliz convivencia?”
Y
algo que debería ser el desafío institucional prioritario, afirmó:”Educar, sí,
pero sin que se pierda la capacidad de competir en un mundo colmado de
exigencias, esforzándonos por mantener nuestros propios valores y principios,
basándonos en la autenticidad de la expresión de nuestras ideas que
caracterizan el verdadero valor de nuestra individualidad, enmarcados en una
definición que abarque todos los aspectos de un "ser digno y
justo". Esto, de por sí, nos genera
una suerte de desgaste psicofísico que puede lindar, con toda lógica, con la
discontinuidad de cualquier empresa que uno asuma. Pero si, "desde el
vamos", tomamos la precaución necesaria de pensar concienzudamente
asumiendo el propio convencimiento de que seremos nosotros mismos los primeros
beneficiarios de todo lo que vamos a emprender, de por sí dicha labor se nos
torna un verdadero desafío en el cual nuestra tarea adquiere su real dimensión
de ayudar a formar un ser íntegro, tal como un escultor moldea su arcilla”.
Y
para no prolongar más estas humildes reflexiones, y realizar un aporte en la
solución de los problemas de salud mental de niños y adolescentes, trascribimos lo que el propio Dr Maltzman
denominó “Decálogo para un vínculo con el educando”, elaborado, según explicó
para “ayudarnos a establecer un vínculo adecuado con el educando durante una
entrevista, cuando surja un problema individual: 1.Sentarnos a su lado, 2.Ser
amigable en el trato. 3. Brindarle un clima de calidez, confianza y respeto. 4.
Aproximarnos conscientemente y con interés a su forma de ser, siendo auténticos
en nuestra relación y en el vínculo que se está estableciendo, atendiendo su
forma de expresarse a través de sus gestos y sus palabras, dado que ambas
transmiten su manera de sentir.
5.
Establecer un diálogo sencillo y claro acerca de temas que puedan ser de su
interés, para ayudar a "romper el hielo". 6. Comentarle alguna anécdota reciente de
nuestra vida; por ejemplo, relación con nuestros hijos, sobrinos, etc. 7.Preguntarle cómo se siente y
escucharlo!!! 8.Plantear alternativas a
la temática tratada como otras formas de actuar y resolver problemas o
conflictos 9.Establecer compromisos mutuos respecto a la situación que se
presenta, demostrándole que uno es un aliado en la búsqueda de poder ayudarlo a
ayudarse 10.Darse tiempo para pensar y vincularse nuevamente en un plazo de
tiempo que ambas partes acuerden.”
Si
logramos acercar una voz de aliento a la reflexión sobre un tema tan importante, misión cumplida.
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