“Seamos realistas, pidamos lo
imposible”
El Partido Colorado está en un buen
momento.
Hay coherencia en las acciones que
habilitan la participación de sus dos sectores más individualizados (Vamos
Uruguay y Proba), y transita por el espacio de los liderazgos sectoriales con
inteligencia.
Así lo consignan las encuestas de
opinión, porque así lo ve la gente. Se crece a paso firme, seguro y aunque
cansino, comprobable.
Este es nuestro contexto, lo que no
quiere decir que sea necesariamente el mejor texto sobre el que ilustrarnos
para no caer en los errores del pasado.
Todos, la mayoría circunstancial del
partido y los demás, saben de sobra que hay que llegar a discusiones de fondo
no sólo en el plano electoral formal, sino en el programático y conceptual, sea
sobre la acción del Gobierno Nacional como de los Gobiernos Departamentales
que, llamados de proximidad, son los que resuelven la vida cotidiana de la
gente.
Obsérvese que José Mujica como líder
de la coalición de izquierdas, buscó un tema general, conceptualizado como
“menor”, par proyectar la idea de “su obra realizada”: la unificación de la
patente de rodado, aunque se trate de un asunto que no es propio del Gobierno
Nacional, ni sus alcances los mejores para demostrar su nivel de compenetración
con los problemas sociales más de fondo.
Y para alcanzar ese objetivo no tuvo
mejor idea que buscar un asunto de la vida cotidiana que tuviera “título” y
mucho estereotipo, aunque la esencia del problema suponga ni más ni menos que
antes de subvencionar a la enseñanza, a la pobreza extrema, a la vivienda o a
los sectores más claramente productivos de cualquiera de las ramas de actividad
productiva del país, prefirió poner sobre su mesa imaginaria de trabajo más de
40 millones de dólares para subvencionar a los que tienen automóviles.
Esta es la obra de Mujica: no fue la
solución de las inequidades de la patente de rodado, su valor único a nivel
país, sino lograr un “título” que le permitiera decir “así se solucionan las
cosas”, aunque la solución haya sido poner un fondo equivalente a los que el
BID pondrá para crear escuelas durante cinco años, de tiempo completo, en el
marco de un endeudamiento internacional.
Todos sabemos que la patente no está
solucionada, que las Intendencias que cobraban de más en 2010 por empadronar
vehículos que no eran de sus departamentos, a valores más bajos, son los que
paradójicamente y por imperio de la ley vigente, los que más proventos reciben
del nuevo sistema, al tiempo que en vez de pagar el contribuyente el consumo de
las redes viales (semáforos, pavimentos, servicios, etc), a modo de
contrapartida por su uso, lo que se paga es un tributo al valor de una
propiedad, cono los automóviles de lujo, por ejemplo, a quien se subvenciona por
parte del Estado. Y consideremos que no se subvenciona a quien tiene un modelo
1990, sino a quien adquirió un cero quilómetro de alta gama.
No hubo escrúpulo en el objetivo:
importaba demostrar que el Presidente y los Intendentes (sean del partido que sean),
podían acordar del modo que no podían hacerlos los partidos políticos o el
parlamento. Considérese sobre esto lo que pasó con los acuerdos
extrapartidarias en materia de enseñanza.
Claro está que este es tema de la
patente es para otra columna; lo que aquí importa resaltar es la dimensión del
mundillo a razonar políticamente, para que el árbol no nos impida ver el
bosque.
Con la problemática de la
despenalización del aborto pasó lo mismo: la pasión llevó a poner de un lado y
otro de los intereses subjetivos, juicios y valores que terminaron cercenando a
la libertad de los que siendo legisladores querían votar la despenalización.
Hoy no estamos en 1919 cuando Batlle
y Ordóñez impuso el criterio de “la disciplina partidaria”. Hoy la libertad,
con las redes sociales y la Internet de por medio, son la clave para entender
que el juicio cercenado es un ámbito electoral perdido. Cuando los temas son
tan controversiales hay que habilitar la consulta popular por el camino que
sea, pero con la antesala de la pluralidad para no ser vistos como los
representantes de una sola posición.
Como periodista recuerdo el período
1985/1990 releyendo versiones taquigráficas de las que puedo rescatar ya
pasados treinta años de aquellos tiempos, una que tenía a Ope Pasquet como un
diputado pujante defendiendo el derecho a la vida en el contexto de la libertad
que suponía el debate por el sí o no de la despenalización del aborto.
Hoy hubiese querido escucharlo
debatir aquellas mismas ideas con la misma energía. Claro está que ni él es
aquél joven legislador, ni yo un recién ingresado a estas cuestiones capaz de
dejarme deslumbrar por una idea.
Hoy comprendo, como antes no
comprendía, que el Partido debe estar más allá de la coyuntura y de sus
personalidades, y que si bien todo tiempo pasado fue mejor, nuestro ayer
colorado y batllista nos condiciona a fuego a la hora de las políticas de
Estado.
Para que esto siga siendo así, el
Partido que –insisto- va por el buen camino, debe apoyar a sus dos Gobiernos
Departamentales (de Rivera y de Salto), en logística política y en política
aplicada, porque es mucho lo que el Gobierno frenteamplista se dedica a
transitar esas regiones con sus ministerios haciendo ver lo mucho que hacen y
están cerca de la gente, con el animo de ganar espacios ante la adversidad de
no haber podido coaligarlos a sus intereses.
Y en esto, obviamente, está
implícito el valor de avenirse o no a la idea de un partido único en
Montevideo, o a un balotage municipal, cuando una u otra opción puedan
representar el fin de nuestros representantes locales.
Como decía André Bretton, padre del
surrealismo (y la política suele tener mucho de esto) “seamos realistas,
pidamos lo imposible” y creemos ámbitos para alcanzar los acuerdos. Eso no es
concentración de las cúpulas, sino subsistencia de ideales ante el creciente
sensacionalismo de los populistas.
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