Discurso
de Bartolomeo Vanzetti en la Corte antes
de ser ejecutado
“-…
He estado hablando mucho de mí mismo y
ni siquiera había mencionado a Sacco. Sacco también es un trabajador, un
competente trabajador desde su niñez, amante del trabajo, con un buen empleo y
un sueldo, una cuenta en el banco, y una esposa encantadora y buena, dos
niñitos precioso y una casita bien arreglada en el lindero del bosque, junto a
un arroyo.
Sacco
es todo corazón, todo fe, todo carácter, todo un hombre; un hombre amante de la
Naturaleza y de la Humanidad; un hombre que lo dio todo, sacrificó todo por la
causa de la libertad, y su amor a los hombres;
dinero, tranquilidad, ambición mundana,
su esposa, sus hijos , su persona
y su vida.
Sacco
jamás ha pensado en robar, jamás en matar a nadie. Él y yo jamás nos hemos llevado bocado de pan
a la boca , desde que somos niños hasta ahora,
que no lo hayamos ganado con el sudor de la frente. Jamás...
Ah,
sí, yo puedo ser más listo, como alguien ha dicho; yo tengo más labia que él, pero muchas ,
muchas veces, oyendo su voz sincera en la que resuena una fe sublime, considerando su sacrificio perpetuo,
recordando su heroísmo, yo me he sentido pequeño en presencia de su grandeza .
Y me he visto obligado a repeler las lágrimas de mis ojos, y apretarme el
corazón que se me atorozonaba, para no
llorar delante de él: Éste hombre al que
han llamado ladrón y asesino y condenado a muerte.
Pero
el nombre de Sacco vivirá en los corazones del pueblo y en su gratitud cuando los huesos de Katzmann y los de todos vosotros hayan sido
dispersados por el tiempo; cuando
vuestro nombre, el suyo, vuestras leyes, instituciones y vuestros falso dios no sean sino un borroso
recuerdo de un pasado maldito en el que
el hombre era lobo para el hombre... Si no hubiera sido por esto yo hubiera podido vivir mi vida charlando en
las esquinas y burlándome de la gente.
Hubiera
muerto olvidado, desconocido, fracasado. Ésta ha sido nuestras carrera y
nuestro triunfo. Jamás en toda nuestra
vida hubiéramos podido hacer tanto por
la tolerancia, por la justicia, porque el hombre entienda al hombre como ahora lo estamos haciendo por
accidente.
Nuestras
palabras, nuestras vidas, nuestros dolores - ¡nada! -. La pérdida de nuestras
vidas –la vida de un zapatero y un pobre vendedor de pescado- ¡todo! Ese momento final es de nosotros, es agonía de nuestro triunfo….” –
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