Día Nacional de las Micro, Pequeñas y Medianas
Empresas
El pasado lunes 13, el país celebró, por 18 años
consecutivos, el día nacional de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas
(MIPYMES). En 1994, el Presidente de la República de entonces, decretó que cada
13 de agosto se celebraría el Día Nacional de las Mipymes, para destacar y sensibilizar sobre su
importancia como agentes dinamizadores e impulsores del desarrollo económico y
social del país. La fecha rendía tributo a la Ley 16.201 de 13 de agosto de
1991 que declaró de interés nacional la
promoción, desarrollo y tecnificación de las mipymes.
La denominación de mipymes, surge en la década del 80
del siglo pasado y expresan la reorganización del sistema productivo y laboral
de acuerdo a las nuevas pautas de reconversión capitalista. De hecho son nuevas
figuras que suplantaron, al menos en Uruguay, la antigua categoría de “trabajador
independiente”, lo que en Brasil denominan “autónomo”.
Las mipymes fue de alguna manera la regularización del
“cuentapropismo”, fenómeno surgido en las economías sumergidas y dependientes
donde el sistema capitalista dominante entra en crisis y ensaya nuevos modelos
de reproducción del capital.
Surgen como respuesta al momento en que el tradicional
aparato laboral subsidiario de la etapa superior de la revolución industrial,
eclosiona, cerrando fábricas y lanzando a la calle a miles de trabajadores. El
trabajo por cuenta propia fue la tabla de salvación y la sobrevivencia de los
hogares proletarios.
Y con la eclosión del sistema, sucedió lo mismo con la
legislación laboral. Al descampado, los trabajadores con más capacidad de
iniciativa, inventan el trabajar por cuenta propia, y en lo que sea para traer
el alimento a la olla familiar, volviendo así a trabajar a la antigua, de sol a
sol, involucrando en el mismo a todo el núcleo familiar, incluso los niños más
pequeños, legitimando de hecho el condenado trabajo infantil.
Actualmente,
según información oficial el 99,3% de las empresas del país son, eufemísticamente mipymes, ocupando entre el
50 y el 60% de los trabajadores del sector privado. Según los titulares del
Ministerio de Industria, Energía y Minería, “Las mipymes son el tejido y el
pilar de la economía uruguaya por su importancia, calidad, generación de
puestos de trabajo y extensión a lo largo y ancho del país”. Declarando
asimismo que lograr el fortalecimiento de las pymes, es “prioridad de este Gobierno”.
El Ejecutivo Nacional asume como “compromisos
permanentes” cinco líneas de acción: primero “el apoyo al fortalecimiento
empresarial de las pymes, con distintos instrumentos que atienden a la mejora
de la gestión y la capacitación al interior de las empresas, incluyendo el
estímulo de la certificación. De este modo se desarrolla la productividad y la
competitividad”.
Segundo “acceso al crédito para la inversión”; tercero
“impulso a la innovación que apunta al desarrollo con calidad” recordando el reciente
lanzamiento “del Programa de Promoción al Patentamiento Uruguayo (Propat). Este
permite financiar el 80% de los costos de patentamiento, una de las
dificultades “que golpean más fuerte a las pymes”.
Cuarta línea de acción, trabajar “en la mejora de
acceso a mercados, tanto locales (para ello se desarrollan programas
específicos, entre ellos el de compras del Estado) como internacionales”. Y por
último, la quinta línea de trabajo destinada a “fortalecer la pyme como
instrumento al servicio de la inclusión social”.
Más allá de las líneas de acción anunciadas, son
notorias las políticas públicas destinadas a “formalizar” el trabajo
independiente. Ahora proliferan, obligatoriamente, las empresas unipersonales,
demostrando que cada vez más, el Estado (DGI, BPS, etc) agudiza la vista
especializándose, acorde con las pautas
hegemónicas de reconversión capitalista e incremento de las rentas a escala
planetaria. La desconcentración de los grandes centros fabriles, las prácticas
de tercerización legalizadas y
oficiales, al menos en Uruguay, reducen a niveles inexpresivos el trabajo
independiente.
Peor aún, pese a la reconocida importancia económica y
social de las micro, pequeñas y medianas empresas, para el sistema financiero,
tanto público como privado, siguen siendo un sector que no merece atención
acorde. Según datos oficiales tan solo 2,8% de las mipymes accede a préstamos
de inversión, y un porcentaje idéntico recibe préstamos de capital de giro. Se
indica asimismo que el 60% de las mipymes tiene dificultades para acceder a
créditos.
Sin dudas no hay mejor forma de celebrar el día
nacional de las micro, pequeñas y medianas empresas que poner los pies sobre la
tierra y desechar la retórica política. En el sistema económico actual, las
mipeymes son una falsa escalera, puesta por el último burgués que subió y
recogió la verdadera, al decir de Unamuno. Hoy por hoy el sistema mipymes es el
más eficiente amortiguar social, apacigua los ánimos y la indignidad de los
trabajadores, atrapando sus conciencias con un sueño fatuo y vano.
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