Los cargos, la dignidad y el factor «batllista»






Si la “gobernabilidad” es puro cuento, si la integración de los entes autónomos, servicios descentralizados y empresas públicas es apenas una expresión de voluntad para quien logró el Gobierno participando a las minorías en la gestión, ¿porqué Mujica siente que su confrontación con Bordaberry fue un traspié?; ¿no ha sido su criterio que lo político debe prevalecer a lo jurídico?
Este debate, por cierto, recién empieza, pero por los actores en litigio promete un final de larga espera, sobre todo porque se intenta, como lo ha hecho Mujica, introducir a terceros en discordia que poco o nada han tenido que ver con la iniciativa rupturista de Bordaberry. Remover estereotipos como pintar de dureza las actitudes del líder de Vamos Uruguay, no ha sido bueno para el Frente Amplio, sobre todo cuando quien emite la opinión es un viejo guerrillero que en un momento de su vida se dio cuenta que era mejor el empleo de los votos que el de las armas para cambiar el rumbo de la política del país. Pero esta decisión no cambia a la hora de vaorar que para él los «fierros» fueron una opción.
Las críticas que el presidente hizo, el viernes 10 de agosto, a la decisión de Vamos Uruguay de abandonar sus cargos en los entes públicos, motivó su respuesta, respondiéndose que «la que pidió que la oposición dejara los cargos había sido su señora». En Radio Sarandí Bordaberry explicó que «él (Mujica) fue quien dijo que no quería dejar desocupados a los integrantes de la oposición”, a lo que Topolansky agregó que “estaban atornillados a los cargos».
«Nosotros no nos doblamos como los sauces, no nos vamos a seguir doblando ante este maltrato. Hay que pararse firmes para encaminar a Uruguay y no tolerar más estas cosas», dijo Bordaberry, imputando a Mujica que «cree el ladrón que todos son de su misma condición... Si eso hace él para hacerse el Viejo Vizcacha, que se las sabe todas, que lo haga. Si fuera para marcar perfil político, podríamos amagar a irnos y no hacerlo. Nosotros hacemos las cosas correctas más allá de lo que él piense, pero como él lo hace todo el tiempo, se cree que todos lo hacen».
Por su parte, el también senador de Vamos Uruguay Ope Pasquet, dijo a Montevideo Portal que «a Mujica le haría bien llamarse a silencio, no solo en la relación con Argentina», sino porque el presidente «comete desaciertos cada vez que habla».
Pasquet también se refirió a los cuestionamientos que Vamos Uruguay recibe desde el oficialismo y del Partido Nacional desde que decidió abandonar sus cargos. Al respecto, consideró que “las críticas obedecen a que «nuestra decisión dejó en una posición incómoda a mucha gente».
«Defender la dignidad no es algo cómodo, y que hayamos dejado los cargos, dejó mal parados a varios», concluyó.

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Aquí es donde debemos desde PROBA fijar posición. No porque Mujica nos emplace como terceros en discordia, nada más que para intentar quebrar un relacionamiento interno que bien conoce de diferencias de estilo a la hora de las valoraciones más profundas.
Pero insisto: PROBA nació de lo que fue la lista 15 y el Foro Batllista, y eso no es ni un valor de cambio, ni un factor admisible de rechazo cuando se construyen estereotipos como el del “Nuevo Partido Colorado”, tan utilizado cotidianamente por Vamos Uruguay a modo de estandarte personalísimo.
Cuidemos en la construcción de las nuevas alternativas no avasallar la idiosincracia. Nadie lo perdonaría.
Por eso sobre el retiro de los cargos, bien lo sabe el diputado Fernando Amado, lejos de ser una actitud de “dignidad”, se trató de un perfilamiento de la imagen corporativa de un sector político que, muchas veces, inteligentemente, ha buscado la innovación como fuente para su crecimiento. Claro está, a veces crecer significa irse o quedarse, pero muchas otras es no innovar para cuidar lo propio, lo legítimo, y entre ello, lo ideológico y hasta el propio Partido.
Después de todo a cuántos importó que Vamos Uruguay haya dejado ocho oficinas en el Estado, ocho lugares de atención para quienes lo votaron, ocho centros de imagen para que la gente conozca más a los seguidores de su líder, ocho espacios de poder para desde el contralor hacer crecer la imagen del sector con perfil gobernante, y ocho ámbitos de trabajo, con todo lo que ello implica, dejando atrás no sólo a los directores políticos, sino a un instrumento para defender al país que queremos. Eso se llama republicanismo.
Pero si todo esto se mira desde la perspectiva individualista y estratégica, habrán quedado atrás tan solo ocho cargos que no ameritaban ser trabajados porque no servían para informarse, para gestionar o para cambiar el rumbo de las cosas.
Quizá por todo esto construir la democracia día tras día requiere no sólo de tolerancia, sino de sabiduría para integrar a quien piensa distinto a nuestros objetivos, y a sabiendas de que al final del camino jamás seremos quienes fuimos cuando lo empezamos a transitar.
En esto y con todo respeto, me permito insistir que ser colorado y batllista no requiere de un nuevo Partido, sino de la revalorización de los contenidos que siempre fueron nuestros, los de antes de 1973 y los de después de 1985. Siempre admitimos la diferencia a sabiendas del alejamiento de muchos compañeros que optaron por sendas distintas. Eso pasó antes con Zelmar Michelini, con Hugo Batalla o con Alba Roballo. Eso fue lo que permitió el retorno del “Hugo” y su acceso a la Vicepresidencia de la República; eso hizo dos veces Presidente a Julio Mª Sanguinetti. Y ese rechazo a lo que fuimos, sobregirado en mi visión, es lo que más distancia a Vamos Uruguay y a PROBA. Al igual que en otras épocas-hoy- vamos Uruguay se integra con ex quincistas y foristas, por lo que sus historias no nos son ajenas, por el contrario, nos pertenecen tanto como nos pertenece el Partido.
No es el factor “dignidad” como dice el diputado Amado quien marca la diferencia. Es la lealtad al fair play político de un partido en democracia quien nos impone seguir juntos sabiendo que hemos optado por ser distintos.
Este no es un partido ni de basket ni de rugby. Pero si lo fuera, me importaría más mantener entero al compañero que viste mi camiseta, que luce mi emblema, que buscar los atributos ideológicos en un desconocido imaginario e inexistente. Muchos vendrán si los que están ofrecen certezas y seguridad.
Del mismo modo que hoy los “cargos políticos” ya no son lo que eran a los ojos de la gente, tampoco lo son los batllistas de afuera o de adentro del Partido quienes mejor están perfilados para representar al coloradismo. Hoy, apenas la gente toma en cuenta su verdad entre miles de mensajes cotidianos que le venden verdades tan efímeras como el día. Y, además, para las elecciones, falta mucho más que llegar al mañana inminente e inexorable.
Entre otras cosas, porque el mañana es hoy.

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