A más tardar el próximo 7 de
septiembre, el gobierno de Estados Unidos deberá presentar al juez Alvin W.
Thompson su "declaración de interés" para dar "inmunidad soberana"
al ex presidente Ernesto Zedillo.
Como se recordará, Zedillo fue
demandado por familiares de las víctimas de Acteal de 1997. Estos exigieron 50
millones de dólares por reparación de los daños. El ex presidente mexicano
invocó la inmunidad propia de ex mandatarios por actos cometidos mientras
estaban en funciones, de acuerdo con la Ley de Inmunidad Soberana de Estados
Unidos, vigente desde 1976. El gobierno de México, a finales del año pasado,
solicitó al de Estados Unidos que "sugiriera" al juez dar dicha
inmunidad. La carta donde el gobierno de Felipe Calderón solicita esta
intervención no ha sido divulgada, pero su existencia es indiscutible.
Todo indica que el Departamento de
Estado ya ha redactado su recomendación para que sí se dé la inmunidad. Todo
indica, también, que uno de los motivos por los cuales se ha demorado es que
existe una opinión matizada en el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Y
este es el debate en el gobierno de Barack Obama sobre un tema que rebasa por
mucho el caso Zedillo.
El Departamento de Estado en
principio invoca las buenas e importantísimas relaciones con México, y el hecho
de que Zedillo fue un presidente amigo y demócrata. Considera que no existe
motivo para negarle la inmunidad, sobre todo que pueden existir muchos ámbitos
sobre el verdadero origen y motivos de la demanda contra Zedillo. Dicho esto,
el consultor jurídico del Departamento de Estado, Harold Koh, se ha excusado
del caso por haber sido decano de la Facultad de Derecho de Yale, donde Zedillo
es catedrático. No obstante, Koh es un gran partidario de la jurisdicción
universal, concepto que se opone frontalmente al de inmunidad soberana.
Tanto Koh como el Departamento de
Justicia de Obama ya han llevado casos hasta la Suprema Corte con el principio
de la jurisdicción universal, algo a lo que tradicionalmente Estados Unidos se
había opuesto. El caso más sonado es el de varios activistas de derechos
humanos nigerianos ejecutados por guardias de la Shell. Uno podría preguntarse
por qué la ejecución de defensores de derechos humanos nigerianos por una
empresa holandesa debiera ser atendida por la Suprema Corte de los Estados
Unidos. Pero eso es precisamente lo que está en juego: es el gobierno de Obama
y el Departamento de Justicia en particular quien ha litigado a favor de la
jurisdicción universal. Pero el Departamento de Justicia, en el caso Zedillo,
aparentemente tiene pocos argumentos. Son dos los principales: uno es no crear
precedentes que permitan que otros ex mandatarios latinoamericanos o africanos
principalmente, demócratas o dictadores, honestos o corruptos, puedan invocar
inmunidad y desatar una ola de solicitudes. El segundo es ligeramente distinto:
que se venga un alud de detenciones de dictadores en el mundo entero, pero
principalmente de África, con sus respectivas peticiones de asilo e inmunidad
justamente basadas en el precedente Zedillo.
Por ejemplo, el vicepresidente de
Guinea Ecuatorial, Obiang N. Mangue, hijo del dictador Teodoro Obiang N. Mbsago
(cuyo palacio de 5 mil metros cuadrados en París con un valor de 150 millones
de euros fue confiscado la semana pasada por el gobierno francés por las
irregularidades detectadas en el origen de los fondos con los que se compró).
Teodorín, como se le suele decir, y su padre, por el momento, no necesitan
refugiarse más en su propio país que manejan con mano de hierro. Pero si algún
día son derrocados sin ser ajusticiados, buscarán dónde pasar el resto de sus
días, en libertad y prosperidad. En Francia, donde tradicionalmente se asilaban
los dictadores de las ex colonias, no podrán hacerlo. En otros países
africanos, difícilmente. Estados Unidos sería una buena opción si pudieran
acogerse al principio de Inmunidad Soberana. Este es el verdadero debate de
Connecticut. Hasta ahora la Ley de 1976 sólo se ha aplicado en dos casos: con
el presidente en funciones de Sri Lanka y con Álvaro Uribe.
Recuerde sus palabras presidente
Mujica sobre los Kirchner y sobre los peronistas: mafiosos, delincuentes,
patoteros, señores feudales, etc., en
base a esos conceptos elabore una estrategia para enfrentar a su enemigo y
tenga en cuenta el Tratado de Clausewitz, sobre la guerra, cuando dice que la
primera obligación de todo gobernante o estratega es identificar, cuantificar y
evaluar al enemigo, sus propios conceptos le permiten identificarlo,
cuantificarlo y evaluarlo.
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