Marihuana en Uruguay: una idea de ficción





En la República Oriental del Uruguay acaban de plantear desde la Secretaría de Seguridad la posibilidad de producir marihuana a cargo del Estado, distribuirla según un registro de inscriptos para combatir de ese modo el pasaje al paco que es más grave.
La propuesta se asemeja a una idea del campo de la ficción porque parece disparatada, no tiene  fundamento válido y produciría un pasaje seguro de la marihuana distribuida a un mercado negro de consumo con lo cual más consumidores se convertirían en traficantes. El Secretario presentó su idea de que un porro lleva un gramo de marihuana y que la dosis a distribuir sería de 30 gramos por mes.
Resulta curioso que en temas de alta especialización cualquiera pueda opinar menos los que venimos dedicando algunas décadas al estudio de la cuestión. Por otro lado una propuesta de este tipo contradice tratados internacionales que prohíben lo que aquí se propone y que han sido ratificados por 180 países incluido el Uruguay. Por supuesto que cualquier país tiene derecho a retirar su firma de las Convenciones de 1961, 1971 y 1986. Y a borrarse de la Organización Mundial de la Salud que redacta la lista de sustancias ilegales.
Pero no deja de resultar sorprendente la liviandad con que se avanza por un camino que tiene una compleja red de determinantes y donde debería consultarse a la opinión pública. Tal vez convendría recordar que en el gobierno de Batlle  se despenalizó el consumo y al poco tiempo el desmadre llevó a  dar marcha atrás. Le ocurrió lo mismo a Colombia y a Suecia. Hoy hasta Holanda endurece sus controles. Suiza debió cambiar de idea respecto a la posibilidad de que las estaciones de tren abandonadas sirvieran de centros inyectadores públicos de heroína porque cuando llegaron ya se  habían instalado los narcos.
Entre nosotros tuvimos durante las fechas 6 y 13 de junio Audiencias Públicas en el Congreso de la Nación donde se presentaron a debate posturas de despenalización y las contrarias a esta aventura de pretensión liberal, pero que lleva a la legalización de las drogas. Resulta curioso que se desarrollen planteos sobre el derecho del consumidor a usar drogas sin establecer si se trata de una acción pública o privada, de mayores o de menores, y sin reparar en las consecuencias. Las mismas están a la vista: no hay plazas suficientes para atender adictos en el país. Y las que hay son mayoritariamente provistas por Asociaciones Civiles y Fundaciones, las conocidas ONGs, sin  las cuales andaríamos mucho peor. Es que el Estado financia con bastante modestia estos emprendimientos pero sólo posee algunas camas públicas. Debería haberlas en todas las Provincias. Así como Centros de Prevención, desde los cuales desarrollar la prevención educativa.
Los distintos bloques del Congreso fueron afectados por este debate que llevó a divisiones claras de postura hasta que finalmente se sumó esto a la impopularidad manifiesta de la medida y se dio marcha atrás. Se convino que no se puede hablar de despenalizar mientras no se cuente con un Programa Nacional de Prevención y Tratamiento. Y se postergó el tema.
La siguiente etapa debería ser coordinada por el órgano del Poder Ejecutivo que fija las políticas de Drogas, que es la SEDRONAR (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico), que fue deliberadamente dejada de lado en los últimos años, aun cuando en el resto de los países de las Américas se nos reconoce el mérito de contar con esta función antes de que los demás descubrieran que resulta imprescindible. El intento de avanzar por otro lado ha quedado desacreditado y se debería restituir a esta Secretaría las incumbencias que siempre ejerció.
En este período han aparecido expertos no acreditados ni académica ni científicamente que han ocupado espacios públicos con estimaciones erradas sobre los problemas que enfrentamos. No han tenido en cuenta la dimensión social que hace de estas enfermedades ligadas al abuso de drogas un caso particular dentro del campo de la salud, distinto de otros porque afecta en este caso valores y conductas sociales, se acerca claramente al delito, y no debería clasificarse con las enfermedades mentales sin  las aclaraciones pertinentes. Por algo el CENARESO (Centro Nacional de Reeducación Social) se creó cuando se hizo evidente que los adictos no podían convivir con los pacientes de los Hospitales Psiquiátricos. Ahora la confusión de los que desconocen la historia nos querría hacer retroceder. Ya Raúl Carrea había recomendado un Instituto Nacional de Salud Mental y un Instituto Nacional de Adicciones.
Del otro lado están las madres, muy cercanas a la realidad, peleando por conseguir ayuda específica. Cerca de lo que el Padre Pepe di Paola  (*)ha definido como la diferencia de la droga para los ricos que la usan para divertirse, mientras los pobres la usan para sobrevivir. Todos han reclamado la reglamentación y puesta en práctica de la Ley de Prevención Educativa que el Ministerio de Educación tiene cajoneada.
Tanto el GCBA (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) como la Provincia de Buenos Aires reconocen la nítida determinante del campo social en el abuso de drogas, sobre todo en los casos más deteriorantes que comprenden el paco y algunos inyectables. Es ahí donde tenemos que bucear. Teniendo en cuenta los estudios de los Observatorios de Drogas que señalan la distancia actual entre padres y adolescentes registrada en una encuesta de nivel educacional secundario que comprende 90.000 casos en todo el país. Preguntados los padres si saben dónde están sus hijos después del colegio, el 70% lo ignora.
Es que antes de seguir la invitación de "portarnos mal" que planteó una joven diputada en su campaña, tenemos bastantes cosas que hacer. Y el país las necesita.
(*) El "Padre Pepe", José María Di Paola, coordinó durante varios años el Equipo de Sacerdotes en Villas de Emergencia de Buenos Aires, que entre otras tareas promovía un programa de recuperación de adictos a las drogas. Por esta tarea recibió reiteradas amenazas. Actualmente se desempeña en la diócesis de Añatuya, provincia de Santiago del Estero, norte de la Argentina.



No hay comentarios:

Publicar un comentario