Hace un tiempo, sucedió esto en el
Brasil: el Presidente Collor De Melo fue separado de su cargo debido a una muy
importante investigación sobre temas económicos y financieros. Algún año
después, y antes que finalizara su mandato, el Presidente Alfonsín se retiró
del gobierno y accedió el Presidente electo Menem. Más tarde, como consecuencia
de desórdenes en los supermercados y saqueos en distintas áreas de los que la
televisión tenía tanto conocimiento que llegaba al lugar de los hechos antes de
los que organizaban el saqueo, el Presidente De La Rúa se vio obligado a
renunciar. Fue nombrado Presidente el Sr. Rodríguez Saa, que fue a su vez
desplazado de su cargo, luego de haber anunciado con el festejo de todo el Parlamento
que la Argentina no iba a pagar su deuda, situación que aún mantiene, siendo
sustituido por varios Presidentes en un corto lapso hasta que fue nombrado como
tal el Dr. Duhalde.
En el Paraguay el Presidente Cubas también fue
separado de su cargo y poco después el Presidente de Bolivia, Sánchez de
Lozada, se vio obligado a renunciar porque se creo una situación social bien
organizada que hizo insostenible su presencia en el gobierno al que había sido
democráticamente electo.
Todos estos acontecimientos se
desarrollaron en el ámbito de las decisiones políticas de los respectivos
países y a ninguno de los integrantes del Mercosur o de la Unasur o de lo que
fuera, se le ocurrió indicar conductas a cada uno de los países en donde se
producían estos tremendos cambios institucionales.
¿Por qué es que habiendo actuado así
estos países frente a todos estos hechos es que en la situación del Paraguay de
hoy, donde el Presidente Lugo, de acuerdo a lo que establece la Constitución
paraguaya, se le hace un procedimiento para separarlo de su cargo que cuenta
con el voto de todos los Diputados paraguayos, salvo uno, y con 39 Senadores a
favor y 4 en contra, por qué es que Presidentes y Gobiernos de otras naciones
se creen con derecho a decirle al Paraguay lo que debe hacer? Todos estos
señores Presidentes de Uruguay, Argentina, Brasil, Venezuela, que protestan
permanentemente contra las actitudes imperialistas de países a quienes
califican de potencias que intervienen en la vida de los pueblos sin derecho a
hacerlo, por qué es que ahora eligen el camino que tanto repudian y pretenden
decirle al Paraguay lo que el Paraguay tiene que hacer?
¿Con qué fundamento moral y jurídico
les dicen a los parlamentarios paraguayos como deben conducirse? ¿Con qué
derecho pretenden marginarlo de organizaciones internacionales de las que es
fundador, como en el caso del Mercosur?
El Tratado de Asunción, que la
Argentina viola permanentemente, es un Tratado que debe respetar no solamente
su texto por parte de los integrantes sino fundamentalmente el sustento
jurídico de carácter constitucional que ordena la vida de cada uno de sus
miembros. Será el pueblo paraguayo en la próxima elección del 2013 cuando el
Sr. Lugo se presente como candidato si así lo decide, quien resolverá si el
Parlamento Paraguayo, libremente electo, actuó debidamente. Mientras tanto el
Ex Presidente Lugo, goza de plena libertad. Lo vemos aparecer todos los días en
la televisión, tratando de defender una causa que él mismo reconoció que la
acataría por que se había realizado respetando las normas constitucionales
vigentes.
Terminemos pues con este intento de
intervención en la vida institucional del Paraguay por parte de países que no
tienen derecho a hacerlo y que en forma reiterada y permanente hablan de la
libertad de los pueblos para elegir su destino y que nadie puede introducirse
desde afuera en las decisiones soberanas de las naciones.
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