En las últimas dos semanas varios jerarcas
del gobierno han incurrido en diversos episodios de significativas
contradicciones e incoherencias que no le hacen bien a nuestro país.
Primero fueron las sorprendentes y muy graves
declaraciones de la senadora Topolansky sobre el papel de las Fuerzas Armadas y
su convicción de convertirlas en actores subordinados a su fuerza política.
Afortunadamente, el Ministro de Defensa salió al cruce y calificó de
aterrorizadoras esas concepciones que buscan alinear a las Fuerzas Armadas con
un partido político. Pero lo cierto es que se produjo una fuerte contradicción
entre la primera senadora del partido de gobierno y uno de los ministros de
gobierno.
No pasó una semana que el Embajador
Itinerante, Julio Baraibar, contradice las afirmaciones del Canciller, Luis
Almagro, con respecto a la existencia de un intento de "coima" hacia
el jefe de la delegación uruguaya en la Comisión Administradora del Río de la
Plata. En esos mismos momentos el propio Vicecanciller, Roberto Conde, también realiza
declaraciones en las que reafirma la existencia del controvertido hecho.
Este episodio es, también muy serio, aunque
por razones diferentes al anterior. Si las afirmaciones de Baraibar y Conde son
verdaderas, el Ministro de Relaciones Exteriores habría ocultado esta situación
al Parlamento, puesto que había negado la existencia de estos hechos en su
comparecencia ante una Comisión Parlamentaria en el Senado de la República.
La respuesta gubernamental rechazando la
renuncia de Julio Baráibar no resuelve la contradicción, en la medida que deja
en pie una discordancia sobre los hechos efectivamente ocurridos.
Para completarla, sobre fines de la semana
pasada el Ministro de Defensa anunció que, por primera vez, el acto del 18 de
mayo en recuerdo de los cuatro soldados asesinados por la guerrilla en 1972, se
realizaría con la convocatoria del propio Ministerio y se ordenaría a los
oficiales a asistir de uniforme.
Dos días después el Presidente desautoriza la
orden del Ministro y revierte la decisión, señalando que no se obligará a los
oficiales a asistir y no se les permitirá ir con el uniforme en el caso de que
así lo decidieran.
Son muchas contradicciones e incoherencias en
el primer nivel de decisión del gobierno. Se trata de hechos ocurridos entre el
Presidente y sus Ministros o la primera Senadora del gobierno.
Son contradicciones que ni siquiera responden
a diferencias sectoriales dentro del partido de gobierno. Son señales que
preocupan porque no dan certezas sobre el rumbo.
En un caso se trata de diferencias
ideológicas y conceptuales muy de fondo. En el otro caso se trata de
discrepancias serias sobre lo que efectivamente ocurrió en un episodio muy
relevante para el país y en el que, al menos, quedó en evidencia que no se
manejaron criterios similares para explicar lo ocurrido entre figuras muy
cercanas al Presidente. Finalmente, en el tercer caso se trata de un cambio de
criterio que deja en "falsa escuadra" a uno de los ministros
políticos del gobierno.
Todo eso en tan solo dos semanas. Preocupa
porque trasmite vacilaciones y zigzagueos en la conducción gubernamental.
Afortunadamente la situación económica ayuda a disimular estas dificultades de
gestión, pero es imprescindible que se corrijan o resuelvan con mayor
solvencia. Es el país, ya no solo el gobierno, el que sufre con estas
contradicciones.
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