Un millar de personas y políticos y personalidades
públicas, además de los también ex presidentes Jorge Batlle y Luis Alberto
Lacalle, Sanguinetti dijo sobre su obra, que es "un libro de historia, no
unas memorias", busca tan solo ser un "referente fáctico" que
sirva para trasmitir los valores "republicanos y democráticos" del
Uruguay a las generaciones futuras.
Eso es una verdad absoluta.
Sanguinetti agregó que el espacio histórico que
explica en su ensayo abarca desde 1980, año en el que los uruguayos votamos en
contra del proyecto constitucional que quería imponer la dictadura y culmina en
1989, cuando los ciudadanos volvieron a votar para ratificar la Ley de Caducidad que impidió
juzgar a los militares.
"No es una memoria, intenta ser una
reconstrucción histórica, ya que la memoria y la historia no son lo mismo. Esta
reconstrucción recoge la memoria de muchos y también recoge hechos que no están
ya en la memoria de nadie, pero que fueron muy importantes", expresó.
A su modo de ver, en ese período el hecho histórico
más importante fue la derrota de los militares que ocuparon el poder en 1973,
en un plebiscito realizado sin ninguna garantía democrática.
"Eso fue clave porque demostró que la sociedad
uruguaya era democrática incluso bajo un gobierno dictatorial, y eso inició un
proceso de cambio que determinó el fin de la misma", apuntó.
Para Sanguinetti, esa voluntad popular que
reflejaba los valores democráticos fue la clave para la recuperación de las
libertades y para confirmar por qué Uruguay se merecía el nombre de la
"Suiza de América".
Sanguinetti añadió que ese mismo espíritu fue el
que llevó al pueblo a votar "por la paz y la conformidad" en el
referéndum por la Ley
de Caducidad, cuya aprobación "en la votación de 1989 y en la votación que
obligaron a realizar en 2009" reflejan la intención de los uruguayos
"a mirar hacia adelante más allá de juicios históricos".
"Con el libro quiero que estos hechos se
muestren al futuro, y que se transmitan los valores del cambio en paz. Ese
pensamiento es un proyecto político permanente que nunca se puede perder en una
democracia", dijo.
Del mismo modo se expresó el ex presidente Lacalle,
quien consideró que el libro de Sanguinetti sirve para "hacer creer que lo
importante es el mañana".
Un histórico “no” como la referencia ineludible
"La campaña publicitaria oficialista a favor
del SI fue abrumadora. Trabajaron varias agencias de publicidad en la
elaboración de piezas que, en tono optimista, vendían un país en paz. Un jingle
realmente pegadizo era repetido inocentemente por los niños que lo oían en la
televisión y la radio. Las imágenes aludían a la tranquilidad del momento, en
contraste con las terribles circunstancias de la época conflictiva previa al
golpe de Estado. En una palabra, el SI era preservar la paz y la familia, el NO
era el retorno inmediato a la confrontación...”
Naturalmente, agregó, “no estaba autorizada ninguna
publicidad del NO, por radio ni televisión. Y los colores de la papeleta para
votar no podían ser más sugestivos: la celeste para el SI y la amarilla para el
NO"
El gran debate
"Hoy la escena resulta insólitamente antigua.
En blanco y negro, bajo una humareda de cigarrillos, aparecen los dos
periodistas y los cuatro participantes con trajes oscuros que acentúan aún más
lo sombrío de la imagen. Pero eran ya tantos los años en que no se veía
discutir de política en un medio de comunicación y, mucho menos, criticar al
gobierno, que aquel programa fue mirado con fruición por la ciudadanía y
asombro por los 150.000 jóvenes que votaban por primera vez.
El contenido argumental del debate se sostuvo
fundamentalmente entre Enrique Tarigo y Bolentini; aquél un jurista contundente
que machacaba sus razones con un fuerte énfasis, y el abogado coronel, hábil y
astuto polemista. Bolentini, en efecto, se salía del análisis del texto para
formular argumentaciones políticas sobre el caos de 1973, los supuestos errores
de los políticos y la -a su juicio- falta de vigor para enfrentar a la
subversión. Tarigo, en cambio, mencionaba la pérdida de independencia del Poder
Judicial, la presencia de un Tribunal de Control Político, que estaría por
encima de las autoridades electas, y la inmutabilidad de un estamento militar
que permanecería intacto adentro del sistema. En cierto momento, rubricó su
razonamiento calificando de “horrorosa” a la Constitución
propuesta: ... esta Constitución que se proyecta no se parece ni a la Constitución de
Francia, ni a la de Italia, ni a la de Estados Unidos, ni a la de Alemania
Federal. A la que más se parece es a la Constitución de los países comunistas, en las que
en nombre de la seguridad, todos los aspectos de la vida nacional se
centralizan en un gobierno autoritario. ¡Si yo fuera comunista votaría esta
Constitución! -exclamó Tarigo, aludiendo luego así al comunismo-. Luego infiltro
las FF.AA, como pasó en Portugal. ¿O me va a decir que a las FF.AA. no las
pueden infiltrar?
Pons Etcheverry -ex ministro de Educación en el
primer colegiado blanco- intervino en el debate cuando Bolentini argumentaba
que militares y civiles podían entenderse y le dijo que, precisamente, el
problema eran los civiles dispuestos dócilmente a subordinarse.
“Siempre hay rinocerontes”, sentenció Pons,
evocando la metáfora zoológica usada por el dramaturgo rumano Ionesco para
aludir a las masas que aplaudieron a Hitler. La célebre pieza teatral estaba en
cartel en Montevideo y de ahí le vino a la memoria la referencia. La lanzó con
un aire desdeñoso, como un sarcasmo de comedia inglesa. Bolentini reaccionó
vivamente, reclamándole que aclarara si él tildaba de rinocerontes a los
civiles que patrióticamente colaboraban con el gobierno. “No todos lo serán,
digo, pero siempre habrá rinocerontes”, fue la respuesta. La expresión pasó a
ser un best seller. La mayoría de la teleaudiencia no sabría quién era Ionesco,
pero el sentido de la expresión lo entendió todo el mundo".
El pacto del Club Naval
"El 31 de julio el comedor de la sede Carrasco
del Club Naval, en la calle Gral. French, fue el escenario de las reuniones
entre los dirigentes políticos y los mandos militares que finalmente aseguraron
la llegada a la elección de noviembre de 1984 y el retorno de la República a su
tradicional vida democrática. (...) Se instaló una sencilla mesa, al lado de la
gran estufa central, y allí se produjeron las cuatro reuniones históricas que
pusieron fin a la dictadura. Sin micrófonos ni taquígrafos dada la mala
experiencia del Parque Hotel. No hay fotografías del acontecimiento porque en
su momento así se dispuso. Tales eran las sensibilidades y resguardos de la
época. Cualquier filtración periodística era un riesgo, cualquier imagen
inadecuada podía prestarse a malas interpretaciones.
De un lado se sentaron los tres Comandantes en Jefe
(Medina, Invidio y Buadas) y el Gral Gonnet como secretario. Del otro, los
delegados partidarios, Sanguinetti, Tarigo y José Luis Batlle, colorados; José
P. Cardoso y Juan Young frentistas; Chiarino y Ciganda, cívicos.
Además de la reunión inaugural hubo reuniones el
día 1º, que puede considerarse la fundamental, y los días 2 y 3 de agosto. Esta
última fue la de difusión pública del acuerdo, con los periodistas -que se
habían pasado de guardia en los alrededores del Club- ahora adentro y con
grabadores. El acta final fueron 12 puntos y se tituló Bases para la
transición".
El acuerdo
"Los dirigentes políticos volvieron a insistir
en la libertad y desproscripción de Wilson Ferreira. La respuesta fue la
negativa de siempre, remitiéndose a la Justicia Militar.
Los entendimientos fueron llegando y las fórmulas
escritas se fueron perfeccionando. Los puntos del acuerdo fueron los
siguientes:
1) Ratificación de las elecciones para el 25 de
noviembre próximo y a partir del 1.º de marzo de 1985 vigencia plena de la Constitución de 1967.
2) Todas las disposiciones acordadas se incluirían
en un Acto Institucional, de naturaleza transitoria.
3) La futura Asamblea General, que tendría también
carácter constituyente, consideraría un proyecto de ley constitucional a
plebiscitarse en noviembre de 1985. Tomaría en cuenta las normas transitorias
para aceptarlas, modificarlas o aún desecharlas.
4) La Justicia Militar , regiría exclusivamente para
militares y en tiempo de guerra. Solamente cuando pudieran existir
circunstancias configurativas del estado de insurrección, el Poder Ejecutivo
tendría facultades para proponer al Parlamento la adopción de medidas
excepcionales que otorgaran competencia a la jurisdicción militar en delitos de
lesa nación. En todo caso era el Parlamento quien decidiría sobre la cuestión.
5) El Consejo de Seguridad Nacional sería solo un
órgano asesor y su convocatoria potestad exclusiva del presidente de la República. Su
integración era de mayoría civil (presidente, vicepresidente y ministros de
Defensa, Interior y Relaciones Exteriores, más los tres Comandantes en Jefe).
Brindaría asesoramiento de forma exclusiva en materias expresamente
determinadas, referidas a la soberanía y el orden público, descartando así el
amplísimo concepto de seguridad nacional que se había incluido en anteriores
formulaciones.
6) Los nombramientos de comandantes y los ascensos
de generales se realizarían por el Poder Ejecutivo. En la primera elección a
cumplirse se elegiría de entre los tres oficiales generales más antiguos en
cada fuerza; en los generales, uno de los dos propuestos para cada vacante y
siempre con venia del Senado. Esta última disposición regiría sólo para el
primer año.
7) Se estableció como innovación el recurso de
amparo para protección de los derechos y libertades reconocidos".
La verdad,,de aquí en más, está en debate abierto.
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