Un 30 de Noviembre hace 31 años.


Prof. Juan Martín Sánchez.
sapojuan@hotmail.com


Las fechas en la historia no son inocentes, los calendarios cívicos que las sociedades hacen para festejar, conmemorar o recordar determinados hechos, dicen mucho sobre ellas mismas. Nuestro país tiene una abultada colección de fechas patrias, feriados y días en los cuales se conmemoran cosas que hemos decidido como sociedad que son relevantes para nosotros. Sin embargo hay algunas fechas que creemos con firmeza no pueden estar ausentes de celebración y de conmemoración, eso hemos creído y lo planteamos en la reunión de dirigentes del PROBA en Octubre pasado, con la idea de hacerlo extensivo a todo el Partido Colorado.
Nos referido claramente a la fecha del 30 de Noviembre, esa fecha marca uno de los momentos más importantes de nuestra historia. A recordar: la derrota del proyecto de Constitución presentado por el gobierno cívico militar que gobernaba Uruguay en esos años.
El historiador Carlos Demasi,  explica  la relación entre la Historia y la Memoria de las sociedades en  su trabajo “La Lucha Por el Pasado. Historia y Nación en Uruguay (1920-1930) (dedicado a los enfrentamientos  por el pasado en el Uruguay del centenario”): “En la vida de las sociedades, la historia y la memoria son mecanismos estructurantes del pasado, así como la esperanza y la utopía de dan forma al futuro; el objetivo último de todas ellas es dotar de sentido al presente. La forma como se organizan los episodios del pasado señalan un camino por donde se proyecta una visión del futuro (…)”. Así, de esta forma, siguiendo el pensamiento del historiador las fechas que se conmemoran, cumplen además de la función de “recordar” el pasado, sino las fechas y las conmemoraciones sirven para proyectar las ideas que la sociedad tiene de sí misma hacía el futuro, son “estructurantes” de él.
Pensamos que las conmemoraciones y los festejos sirven para dos cosas, en primer lugar dan un sentido de pertenencia, de “identidad” de lo que una sociedad dice sobre sus “orígenes”, por supuesto que en realidad  las fechas siempre son selecciones más o menos arbitrarias, ¿por qué hacer feriados unas fechas y no otras? Eso siempre es una decisión donde pesan más criterios políticos que académicos, la historia “patria” no es por ello mismo la Historia académica. La segunda razón por la cual las fechas se recuerdan es porque dan sentido de unidad a las “naciones”, por supuesto que la “Nación” como tal, es una creación de la Modernidad, no existe en la naturaleza, las naciones se hacen, se construyen como han Hobsbawm  o Gellner, pero aún con estos reparos intelectuales sabemos que las “Naciones” cumplen con el objetivo de dar sentido de pertenencia de unidad, son “proyectos colectivos” necesarios. En un mundo globalizado el sentido de pertenecer a algo, de “ser parte de algo” es una cuestión importante.
Creemos que el 30 de Noviembre es una de esas fechas, y que debería ser incorporada al calendario de celebraciones que el país tiene. ¿Por qué?  Para poder dar un sentido a esa fecha, es necesario recordar los hechos del pasado reciente. Partimos de que el Uruguay vivía inmerso en un oprobioso régimen cívico-militar que se había instalado en el poder desde el año 1973.
 Ese régimen si seguimos la prestigiosa periodización de los historiadores Gerardo Caetano y José Rilla( en “Breve Historia de la Dictadura”), según los autores ese gobierno atravesó por tres etapas, a recordar: I) etapa de la “Dictadura Comisarial”(1973-1976) esa etapa, se recordará, fue de “poner la casa en orden”, una período de represión, proscripciones, exilio etc., pero en ese período aún el gobierno no tenía un proyecto político; la segunda etapa II) “Dictadura Fundacional”(1976-1980) etapa signada por el intento de fundar un “nuevo régimen” una nueva República, parte de ese proyecto  venía dado por el intento de la dictadura por apropiarse del pasado, el “año de la orientalidad” y el culto a Artigas fue una de esas cuestiones, la otra un rediseño de la institucionalidad del país, que necesariamente precisaba  de una nueva constitución para lograrse, y para ello los militares intentaron lograr el concurso ciudadano en un plebiscito constitucional.
Y la tercera Etapa III):” La Dictadura Transicional (1980-1985)”  etapa que se inicia con la derrota de proyecto constitucional de la dictadura y se cierra con el ascenso del primero gobierno democrático en más de una década.
Es indudable que en todo el proceso de retorno a la democracia la fecha de mayor significación es la del 30 de Noviembre, ese día marca la derrota  a manos del pueblo del proyecto constitucional de la dictadura, que representaba un intento de esta por legitimarse en el poder.  En nuestra historia cada quiebre del orden constitucional se intento justificar y legitimar por medio de una reforma de la Constitución, que plebiscito de por medio lograba la legitimación de la ciudadanía, eso ha sido casi una “tradición” en nuestros escasos golpes de estado. Así por ejemplo el golpe de Terra fue legitimado por una Constitución que contó con el respaldo del herrerismo, el “golpe bueno” del presidente Baldomir tuvo también su reforma constitucional, en ambos casos el pueblo apoyó esos proyectos de reforma constitucional.
 Los gobernantes del 80 buscaban lograr lo mismo la legitimación ciudadana a la situación dada en los hechos, pero no en la legalidad, es decir buscaban cubrir de un marco legal el régimen imperante, y darle bases legales para proyectar su sombra sobre los gobiernos futuros.
¿Qué ideas inspiraban el proyecto constitucional de la Dictadura? No es este el lugar de desarrollar con mayor precisión el contenido de aquel proyecto, pero recordemos que e objetivo último del mismo era la creación de una “democracia tutelada”, que básicamente legitimaba todo lo actuado por el gobierno de facto, y restringía las libertades personales, permitiendo a las fuerzas armadas actuar como un “tutor” de un futuro gobierno “democrático” que debía iniciarse posteriormente a la ratificación de la nueva Constitución.
Para lograr la aprobación del proyecto el gobierno utilizó todos los medios de difusión a su disposición haciendo una campaña muy desigual, en la cual la campaña del “SI” dominó por completo la escena política. También recurrió a la intimidación, a la amenaza, y en algunos casos a la violencia desatada sobre los opositores al proyecto como ocurrió con el acto organizado por el Partido Nacional. En el campo opositor se destacó la participación de los principales dirigentes de los Partidos Tradicionales (con algunas tristes excepciones), el Frente Amplio no pudo participar de aquella batalla debido a que sus principales dirigentes se encontraban en la cárcel o en el exilio.
 La campaña contra el “SI” permitió dar vida a la partidos políticos que estaba adormecidos, dominados, y aplastados por el régimen, fue una batalla cívica en el cual ciudadanos de las más diversa corrientes de ideas recorrieron el país “puerta a puerta” pidiendo a sus adeptos el voto por el “NO”. En lo personal siempre recordamos la anécdota de cómo nuestra casa fue visitada por el dirigente colorado Gines Cairo Medida quien solicitó el voto por el NO advirtiendo los riesgos que el triunfo del SI podía traer para la democracia. Así la oposición al régimen se pudo canalizar por medio de la campaña por el plebiscito, surgieron referentes como Enrique Tarigo y Pons Etcheverry quienes representaron el sentir de muchos ciudadanos, tomando muchas veces riesgos personales lucharon con la palabra contra todos los medios a disposición del gobierno.
Así el 30 de noviembre de 1980 un pueblo desarmado y oprimido utilizó la única arma a su disposición para mostrar su rechazo a la situación imperante. Y mediante el voto le dijo NO a la Constitución propuesta, y también a la naturaleza del propio régimen que la había propuesto.
La significación histórica de aquella fecha fue importante, tanto que sus repercusiones traspasaron las fronteras del país, así desde “El País” de Madrid el escritor Gabriel garcía Márquez pocos días después de conocidos los resultados editorializo lo siguiente (en una editorial titulada literariamente “el cuento de los generales que se creyeron su propio cuento”): “Es la trampa del poder absoluto. Absortos en su propio perfume, los gorilas uruguayos debieron pensar que la parálisis del terror era la paz, que los editoriales de la Prensa vendida eran la voz del pueblo y, por consiguiente, la voz de Dios, que las declaraciones públicas que ellos mismos hacían eran la verdad revelada, y que todo eso, reunido y amarrado con un lazo de seda, era de veras la democracia. Lo único que les faltaba entonces, por supuesto, era la consagración popular, y para conseguirla se metieron como mansos conejos en la trampa diabólica del sistema electoral uruguayo. Es una máquina infernal tan complicada que los propios uruguayos no acaban de entenderla muy bien, y es tan rigurosa y fatal que, una vez puesta en marcha -como ocurrió el domingo pasado-, no hay manera de detenerla ni de cambiar su rumbo. Sin embargo, lo más importante de esta piña militar no es que el pueblo haya dicho que no, sino la claridad con que ha revelado la peculiaridad incomparable de la situación uruguaya. En realidad, la represión de la dictadura ha sido feroz, y no ha habido una ley humana ni divina que los militares no violaran ni un abuso que no cometieran. Pero en camino se encuentran dando vueltas en el círculo vicioso de su propia Preocupación legalista. Es decir: ni ellos mismos han podido escapar de una manera de ser del país y de un modo de ser de los uruguayos, que tal vez no se parezcan a los de ningún otro país de América Latina”.
 Por primera vez en la historia del mundo (y a contramano de los ejemplos que la región mostraba) un pueblo desarmado se expresaba en contra de una dictatura votando en su contra. Después de esa derrota los militares  y sus acólitos alcahuetes recibieron un “baldazo de agua fría” directamente en sus caras, su proyecto termino naufragando, fue su primera derrota seguida de muchas otras en el camino de la transición a la democracia. Siempre se ha dicho que nuestra dictadura no tuvo su “Malvinas”, no fue derrotada por ningún ejército en ningún campo de batalla, es cierto, pero tuvo su “Malvinas” política y esa fue el plebiscito del 80. Y en esa victoria el protagonista no fue otro que el pueblo uruguayo, cada ciudadano que en el cuarto secreto uso su conciencia y se atrevió a decir que NO a un régimen que con el  miedo, el terror, y la propaganda le decía que SI. Aquella derrota fue el mojón inicial de los cambios como diversos historiadores señalan.
El 30 de noviembre fue el primer paso del retorno de la mejor de nuestras tradiciones, que no es otra que la Democracia,  ese “modo de ser de los uruguayos” que García Márquez resalta en su nota es tan inseparable de nuestra concepción política como sociedad, que se ha vuelto un rasgo identitario de nuestro país, un diferencial positivo en una región atribulada por la violencia política. Por ello retomando la idea del Prof. Demasi de la importancia de las conmemoraciones como estructurantes del futuro, imágenes del presente, y proyecciones al futuro, ¿cómo es posible que como sociedad no conmemoremos esa fecha? La misma representa nuestras mejores tradiciones, el sentido de lo que somos y queremos ser como sociedad.
Por ello es que desde estas humildes líneas queremos proponer a los legisladores del Partido Colorado que tomen nota de nuestra propuesta de hacer de aquella fecha una celebración nacional, esa fecha podría jugar el rol de ser “El Día de la Democracia” como celebración y conmemoración en que todos los ciudadanos de ideas democráticas por igual, blancos, clorados, frenteamplistas e independientes, y ciudadanos sin filiación partidaria, puedan reflexionar juntos sobre el valor de lo  que somos comos sociedad y proyectarnos  hacia un mejor futuro.
No hay fechas inocentes en la Historia, pero creemos que de las fechas de nuestro pasado reciente esa es la que puede unir en lugar de separar. Las “luchas por el pasado” reciente también debe dar paso a cierta conciliación, conmemorar esa fecha puede ser un paso en ese sentido.
  

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