Dr.
Marcelo GIOSCIA CIVITATE
Han
transcurrido más de tres años desde que, a consecuencia de una denuncia del
Fiscal Civil Enrique Viana, se dictara una sentencia judicial que impuso al
INAU (sigla con la que se conoce al Instituto de la Niñez y la Adolescencia del
Uruguay, que sustituyera al Consejo del Niño) a disponer medidas alternativas
al simple encierro de los menores infractores a su cuidado, así como un mayor
control en el uso de psicofármacos en quienes se encuentran privados de su
libertad, dentro de las dependencias de la Colonia Berro. Concretamente, la
sentencia del año 2008, hace referencia a dos “hogares” (Ser y Piedras) que
fueran objeto de la denuncia que motivara el pronunciamiento judicial.
Sin
embargo y pese al tiempo transcurrido, las autoridades de dicho ente público,
-que debiera ser el primero en cumplir con el mandato judicial contenido en la
sentencia- al parecer, no han logrado mejorar las condiciones de vida de sus
internos.
Y
lo resuelto, con todo el poder de imperio que la Ley confiere al Juez de
Familia, en cuanto a disponer medidas alternativas al encierro, y al control
del uso de psicofármacos, sigue sin cumplirse.
Mientras
esta realidad que se denuncia, afecta la sensibilidad de unos pocos (ya que un
gran número de integrantes de esta sociedad percibe a las dependencias de
reclusión del INAU como un depósito de seres en general peligrosos, sin mayores
expectativas por su recuperación e inclusión social) sigue sin concretarse la
instalación de un verdadero Instituto de Rehabilitación para los menores que
son privados de libertad.
Por
ello, es muy preocupante conocer el informe del Defensor de Oficio de Menores
Infractores Guillermo Payseé, cuando en su calidad de “veedor” designado por el
Juzgado de Familia, comprueba que los internos pasan casi la totalidad de cada
jornada en sus celdas (sólo tienen recreos, dos horas al día) y que el uso de
medicamentos que se les suministra (para sobrellevar las condiciones de
encierro que padecen) a la totalidad de esos jóvenes, no ha disminuído. Se
repiten con respecto a los menores, las mismas condiciones de encierros
prolongados en lugares inapropiados, que nuestro sistema carcelario reserva
para los mayores de edad.
¿Cómo
es posible aceptar tal situación? ¿Qué tienen que decir las autoridades del
INAU? ¿Cómo es posible que luego se hable muy pomposamente, de la defensa de
los derechos de la minoridad? ¿Cómo es posible que se convoque a marchas por
los Derechos Humanos, si en las propias dependencias estatales se los viola a
diario? ¿Dónde queda el Estado de Derecho?
Si
el grado de civilidad de una sociedad se mide por cómo se trata a los menores y
a los ancianos…y en general a las poblaciones más vulnerables ¿cuántos
escalones hemos descendido como país?
No
se alcanza a comprender que en el mejor período de bonanza económica que haya
vivido el Uruguay, donde se han destinado enormes recursos para las áreas
sociales y la educación, el INAU no haya dado cumplimiento a la sentencia que
lo obliga. Tal vez sea porque, al decir de Quino “lo urgente no deja paso a lo
importante”, pero ello no debiera servir de justificación. Estamos ante un
incumplimiento grave. Ante un grave problema de gestión o de previsión
presupuestal o de ausencia de planes técnicos que resulten eficaces. Alguien
debiera ser llamado a responsabilidad.
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