Cuando la incapacidad puede llamarse juez, policía o ministro


No fue suficiente haber sido secuestrada por algo más de diez horas, agraviada por las circunstancias de un destino país coyunturalmente violento, son por ser injustamente tratada cuando una vez liberada y bajo el dominio policial primero y judicial después, una joven mujer fue desconsiderada como víctima por los guardianes de la ley y el orden, y puesta literalmente presa hasta que le quitaron por descarte el velo de sospechada que le impedía volver a la realidad.
Esta es la policía que tenemos y la justicia que tenemos. Y convengamos que éste no fue un episodio donde lo que se perseguía era el extravío de un “pendrive”, como sucedió en el caso judicial más sonado de los últimos años en donde se investigaban cargos de corrupción,  el que pasó al olvido definitivo no por haberse investigado y haber encontrado a sus imputados inocentes, sino al amparo de un tecnicismo judicial por que les permitió evadir una indagatoria más profunda.
Yendo al tema de esta columna, la policía y la justicia, le llevó diez horas liberar a una mujer secuestrada a manos de un delincuente que, minutos antes, había disparado contra dos policías y un bombero en la Terminal de Tres Cruces con un revólver calibre 38 que le quitó a una mujer policía.
Sobre la hora 22.30 del miércoles, en el ómnibus de COT con destino a Maldonado estacionado en el andén 26 de la Terminal de Tres Cruces ya habían abordado casi todos los pasajeros. Faltaba el último, quien terminó siendo el protagonista de una serie de hechos violentos que terminaron a la mañana siguiente y "de milagro", según fuentes policiales, no se cobraron la vida de personas inocentes.
Nelson Píriz, de 34 años, tenía dos antecedentes penales: uno de 2005 por falsificación de documento y el restante en 2008, por tentativa de hurto.
Cuando estaba por subir al COT fue reconocido por una joven que viajaba en el mismo ómnibus: le dijo a la mujer policía que ese hombre, dos semanas atrás, había rapiñado la lencería en la que trabaja, en la zona de Tres Cruces.
La funcionaria policial, que también viajaba en el coche, procedió a "pasarle revista". Cuando revisaba la mochila del individuo, éste aprovechó para quitarle el arma reglamentaria.
Dos policías y un bombero que habían subido en el mismo coche, uniformados, advirtieron la maniobra y acudieron a auxiliar a su colega. Sin embargo, dentro mismo del ómnibus, el individuo comenzó a disparar sobre los tres efectivos que intentaban dominarlo.
Uno de los policías, que reviste en el GEPP, recibió un disparo en el abdomen, el bombero un tiro en el hombro y el otro policía, del departamento de Homicidios, fue herido en una mano. Además, una niña de tres años que se aprestaba a viajar con su familia, recibió un roce de bala. Ninguno de los heridos corre peligro de vida.
Tras los disparos, Píriz bajó del ómnibus y corrió a través del andén hacia la calle. Paralelamente, una joven de 23 años estacionaba su automóvil en la puerta de Tres Cruces y su hermana bajaba para depositar una encomienda.
Al quedar sola al volante del auto, la joven fue sorprendida por Píriz. Amenazándola con el arma, la obligó a dejarlo subir al coche, un Volkswagen Gol rojo. Cuando la hermana de la mujer secuestrada salió de la Terminal, se encontró con la sorpresa que la joven ya no estaba. Su auto tampoco.
De inmediato, familiares de la joven realizaron la denuncia en la Seccional 4ª.
Desde Tres Cruces y hasta El Pinar, nada se supo de Píriz ni de la víctima.
En El Pinar, el delincuente decidió parar y descansar. En ese lapso, aspiró varias "líneas" de cocaína.
Después de eso, definió el cambio de vehículo. A punta de revólver quiso parar a un automóvil pero fue atropellado. Pese a eso, continuó como si nada hubiera sucedido.
Otra vez exhibiendo su arma, logró que el conductor de una camioneta Fiorino, detuviera su marcha. Lo obligó a bajar e hizo que la mujer tomara el volante, según el testimonio de la rehén a la Policía.
Salieron por la Interbalnearia y rompieron una barrera del peaje sobre el arroyo Pando, a la salida de El Pinar, jurisdicción de la Seccional 27ª. Entonces, se dio el alerta a la Seccional 22ª de Salinas. Pero antes de que comenzara una caravana de patrulleros a perseguirlo, logró robar otro vehículo.
A punta de revólver otra vez, desalojó a una pareja que estaba en un Chevrolet Spark verde.
Las víctimas alertaron a los policías que, en ese momento, esperaban una camioneta Fiorino.
La persecución estuvo liderada por los uniformados de la comisaría local, de la Seccional 17ª de Atlántida y 23ª de La Floresta. Un móvil de Policía Caminera iba cerrando la caravana, como apoyo.
En la rotonda del balneario La Floresta, antes de llegar al semáforo, un vehículo de la Seccional de Atlántida logró chocarlo. Esto hizo que derrapara y subiera al cantero central. Un policía logró dispararle a un neumático para evitar que siguiera circulando.
El delincuente le apuntó a los policías. Un uniformado le disparó e hirió en un muslo. Herido, corrió al medio de la ruta. Tomó el arma, se la apoyó en la sien y disparó.
Todo debió terminar allí para la víctima secuestrada; pero no fue así: quedo sospechada, incomunicada y judicialmente tratada como indagada.
Todo un disparate que alguien, ya sea juez, fiscal o policía, debería asumir y pedir “perdón” por su manifiesta incapacidad de pesquisante.

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