¿Y el proyecto de ley sobre publicidad oficial?


La publicidad oficial, desde hace decenas de años, es la piedra del escándalo y  fuerte motivo de fricción entre el sistema político y los medios de comunicación. Y como se trata de un uso controversial de los dineros de la gente, es justa la preocupación por la falta de una ley que regule la misma, marcando los límites sin violar esa delgada línea que la separa de los derechos a la libertad de expresión.
La organización Grupo Medios y Sociedad (GMS) reúne a los representantes de la totalidad de los medios de comunicación del país y se ha caracterizado en los últimos años por un permanente trabajo con las diversas autoridades del Poder Ejecutivo para llegar a un proyecto de ley que contemple tanto los intereses generales de la comunidad, como los del Estado y el sistema empresarial de los medios de comunicación.
En estos días GMS realizó una fundamentada  exhortación  a no postergar más el envío del proyecto de publicidad oficial al Parlamento. En la comunicación manifiesta: “La semana pasada  nos enteramos de una nueva mala práctica que estuvo a punto de consumarse con los recursos públicos destinados a la publicidad oficial. Al parecer, por una "omisión" el diario "La República" casi utiliza el nombre del presidente de la República para obligar a los ministerios a contratarle publicidad oficial para un suplemento oficialista. De concretarse, hubiese sido una grave violación a la libertad de expresión y una grave injerencia en el sistema de medios. No se concretóy el presidente personalmente aclaró el asunto, pero el amague volvió a poner sobre el tapete el uso de "recomendaciones" oficiales por parte de los medios para fines publicitarios. Este sistema lo utilizan casi todos los medios escritos para hacer suplemente propagandísticos y recaudar a costa del sector privado que contrata con el Estado. Una vergüenza, que habla mal de la independencia de los medios y del sector privado-contratista”.
Atento a lo expuesto, GMS, recuerda: “El tema más profundo que subyace a esta cuestión es el de la omisión histórica del Estado uruguayo de regular por ley la asignación de publicidad oficial, algo que ya la Comisión Interamericana de Derechos Humanos estableció como una obligación de los Estados, pero que como suele ocurrir, recién se hará cuando llegue alguna denuncia internacional. En Uruguay la asignación de publicidad oficial sigue siendo discrecional, injusta y plagada de inequidades”.
Fundamentando la aseveración, señala los siguientes ejemplos:
“1.- Los entes estatales solo informan cuánto asignan de publicidad oficial y a qué medios lo hacen ante pedidos de acceso a la información, cuando deberían hacerlo en forma proactiva y permanente. Antel, que gasta en el orden de U$S 18 millones anuales en publicidad, se niega a informar cómo gasta esa enorme cantidad de recursos alegando que es información secreta.
2.- Los diarios del interior del país, nucleados en la Organización de la Prensa del Interior (OPI), venden semanalmente más diarios que todos los de Montevideo e individualmente algunos superan a varios diarios de la capital; sin embargo, reciben en el orden del 3% del total de la publicidad oficial destinada a la prensa gráfica, el resto es todo para los medios escritos de Montevideo.
3.- Las radios comunitarias regularizadas hace dos años siguen sin percibir publicidad oficial. Para el Estado sigue siendo un sector de la comunicación invisible.
4.- Existe una práctica cuestionable por parte de los medios y el Estado de pedir autorización para realizar "suplementos promocionales". Con una carta de recomendación de un ministro o director de ente la mayor parte de los medios escritos acuden a los principales contratistas del Estado a "ofrecerles" participar en un suplemento a favor del organismo con el que contratan. ¿Qué contratista se arriesgaría a quedar ausente del "homenaje" a su principal cliente?
5.- Muchos organismos delegan en las agencias de publicidad la asignación de publicidad oficial. Pierden así el control de una potestad estatal. ¿Alguien sabe cómo asignan este recurso estatal? ¿Qué comisiones cobran a los medios y al Estado?
6.- Hay organismos cambian en forma periódica sus logos, incurriendo en gastos de decenas de miles de dólares innecesarios. Los organismos que no compiten en ningún mercado deberían tener prohibido por ley cambiar sus isotipos oficiales.
7.- No existen fondos especiales para el fomento de la creatividad periodística o de nuevos emprendimientos, sin embargo, se subsidian publicaciones que no llegan a vender dos o tres mil ejemplares por día.
8.- Cuando aún resta un buen tiempo para las elecciones debería regularse en la ley de asignación de publicidad oficial la prohibición de que los directores del organismo aparezcan en los spots y la prohibición de realizar campañas en el año electoral. Después, será nuevamente tarde.”-
Por último GMS recordó “que el Presidente José Mujica a poco de asumir prometió volver a estudiar y remitir al Parlamento el proyecto de ley sobre asignación de publicidad oficial construido con participación de todos los actores involucrados”.
 Si se concreta tal iniciativa será, sin dudas,  uno de los pasos más importantes que dará su administración en materia de transparencia, buen manejo de los recursos públicos y respeto a la libertad de expresión, el derecho a la información. Según GMS, si lo demora, “el país no tardará en volver a ser condenado en una corte de derechos humanos como lamentablemente viene ocurriendo con otros varios temas en los últimos años”.
Frente a esa realidad, sumamos nuestra modesta voz de preocupación, reclamando, en nombre de la cultura y la civilización, también en materia publicitaria, mayor equidad, transparencia  y racionalidad en el uso de los recursos públicos. Recordando dicho sea de paso, que el Estado es una institución que no crea riqueza ni recursos económicos. La riqueza y recursos que administra son producto del trabajo de todos los ciudadanos uruguayos.  Elevemos nuestra conciencia republicana y democrática y exijamos que nadie, ni aún el Presidente de la República, se apropie de lo que somos dueños y señores.  

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