Paraisos fiscales, presiones y amenazas


Marcelo GIOSCIA CIVITATE


Las desafortunadas manifestaciones del Presidente Sarkozy al expresar las conclusiones del encuentro del G20 (Grupo integrado por la Unión Europea como bloque, más diecinueve países que representan economías emergentes, entre los que se encuentran nuestros “vecinos-socios-hermanos” Brasil y Argentina) que tuvo lugar en la cinematográfica localidad de Cannes, dejan en evidencia hasta qué punto la desinformación puede llegar a jugar una mala pasada, incluso en aquellos líderes que integran el “primer mundo”.
Porque incluir a Uruguay en la lista de paraísos fiscales, y amenazarlo incluso con excluirlo de los organismos internacionales, a los que ha honrado con su conducta desde su fundación, luce no sólo excesivo, sino además agraviante. Sin pretender atribuir intencionalidades, queda de manifiesto la ligereza con que se nos califica y equipara con otros países, con la finalidad manifiesta de presionar (para que se adopten decisiones o se firmen tratados de intercambio de información tributaria) en favor de intereses que no son los nuestros.
Más que un problema en las relaciones bilaterales con Francia (con quien rige un tratado de intercambio de información tributaria, que por cierto no se menciona y que el presidente galo seguramente ni recordó) el enojoso asunto, radica en las presiones de un grupo que, cuenta con informes de otro organismo como la OCDE, que nuestro país no integra. Por esta sola circunstancia, no podría siquiera controlar el proceso de presuntas sanciones que le aplicarían las que, no resultarían siquiera procedentes a su respecto.
Considerar a nuestro país despectivamente, como un “paraíso fiscal”, supone desconocer cuál es la realidad jurídico-tributaria a la que estamos sometidos no solo quienes habitamos este suelo, sino también quienes no poseen la calidad de residentes. Ambos grupos humanos, son sujetos pasivos de los controles y de la presión tributaria o fiscal de los organismos de recaudación del Estado dependientes del Ministerio de Economía y Finanzas, que por cierto no resulta menor a la hora de evaluar costos, en emprendimientos de tipo productivo-financiero. Nada tenemos de paraíso fiscal y aquí, los controles se aplican.
Por ello es bueno, para los inversores extranjeros, conocer nuestro ordenamiento jurídico, así como el correcto y cristalino funcionamiento de un Poder Judicial independiente y la plena vigencia de un tribunal como el de lo Contencioso Administrativo que, fuera de este poder, garantiza la legalidad de los actos administrativos que eventualmente puedan lesionar los derechos de los habitantes de este territorio. Y sus sentencias, habilitan a corregir actos que afecten a particulares y se hayan dictado contrarios a derecho o con desviación de poder. ¿Cuántos ordenamientos jurídicos pueden exhibir tales garantías?
Es así que resulta inaceptable que se pretenda endilgarnos el mote de “paraíso fiscal” cuando, nuestra realidad jurídico-tributaria y la transparencia de nuestros procesos administrativos y judiciales, nos colocan muy lejos de estos lugares.
En territorios de pequeña escala como el de nuestro país, debemos actuar con dignidad soberana, cautela e inteligencia a la hora de sancionar leyes que nos permitan poder obtener ventajas comparativas que redunden en una mejor calidad de vida de nuestros habitantes, pero además, debemos prestigiar el pleno funcionamiento de las normas que rigen nuestro orden jurídico interno, de conformidad con nuestra Constitución, sin dejar avasallarnos por amenazas y presiones foráneas, que no buscan más que nuestra sumisión y dependencia.

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