Las renovadas contradicciones entre el decir y el hacer


Si hay una sistemática siembra de desánimo ciudadano son  precisamente las crónicas y renovadas contradicciones entre el decir y el hacer por parte de todos aquellos que ejercen algún tipo de responsabilidad pública, sea en el sistema político o en cualquier otro de la sociedad civil. Ese desánimo termina en desastres en esferas como la educación, donde “el Maestro Ejemplo” se quebró aún cuando se sabe que sigue siendo desde siempre el gran constructor de personas.
La sociedad como el ser humano, marchan siempre hacia el futuro sobre la tensión existencial entre lo que se es y lo que se quiere ser. Es una contradicción esencial que más que frustrar, constituye el gran motor de todo progreso.  Pero cuando se rebasa ciertos límites, esa contradicción se vuelve patológica, y así en lo colectivo como en lo individual, la vida comienza el estancamiento y el retroceso. La sociedad como las personas, cuando anulan su capacidad de autocrítica y se convencen de haber llegado a la perfección, es cuando inician la agonía. En vano inventarán nuevas fórmulas para renovar las contradicciones. 
En este mundo contemporáneo donde se pregona a todos los vientos la posmodernidad, es curioso observar la proliferación, por ejemplo, de las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) creando, desde la sociedad civil, un verdadero nuevo estilo de vida renovador de aquella vieja contradicción entre el decir y el hacer. Sobre todo las creadas para terminar con problemas como la pobreza, la niñez en la calle, los perros sueltos, la defensa del medioambiente, etc. etc. En muchísimos casos se destacan por su marketing (dan cursos, talleres, escriben y hablan hasta el cansancio) haciendo lo posible para que no se terminen esos problemas, medrando de alguna forma con el sufrimiento ajeno.  Un ejemplo cercano, son los merenderos,  comedores y refugios populares. Si bien necesarios en un comienzo, lo ideal es implementar formas de que los padres cocinen a sus familias y hagan de  sus casas el hogar donde el ser humano crezca y se desarrolle  como todos los seres vivos y como un sistema social sano aconseja. Pero terminar con el merendero, el  comedor y el refugio, es terminar con todo un sistema de donaciones, acopios, etc., que en definitiva siguen alimentando la institucionalización de la mendicidad. Han impuesto como axioma que “es preferible pedir, antes que robar”.
En otro orden,  el bienintencionado  movimiento ecologista y medioambientalista, ha logrado  imponer la rentable moda naturalista, practicada por una selecta  minoría pudiente e ilustrada  para los que queda bien usar ropas “exclusivas”, de hilos y anilinas “naturales”, comer alimentos “artesanales” y libres de agro tóxicos, y que se autodefinen como “amigos” de la tierra y del medio ambiente. Estilo de vida, practicado reiteramos, por  emblemáticos sedicentes ecologistas, como artistas y músicos de fama universal, que en definitiva sólo contribuyen a perpetuar el consumismo responsable del  calentamiento global y el dramático cambio climático.
Los llamados “ecologistas o socialdemócratas caviar” , célebres como John Travolta,  no pierden oportunidad de exhortar  a todos a “poner algo de nuestra parte para detener el cambio climático” mientras muy suelto de cuerpo navega los cielos del planeta contaminando el aire y gastando sin remordimiento de conciencia recursos naturales como el petróleo, con alguno de sus cinco jets privados. Obviamente el mensaje es claro: “haced lo que decimos, no lo que hacemos”, tensionando aún más la contradicción existencial entre el dicho y el hecho.
Y la cuestión no es una mera especulación frívola. Los 500 millones de personas más ricas del planeta  - 7% de la población mundial -, son los responsables  del 50% de las emisiones mundiales de carbono contaminante; mientras  el 50% de los más pobre – algo de 2 mil millones de seres humanos - , tan solo generan  el 7% del carbono maléfico. Mientras se predica el “uso inteligente y responsable de nuestros ecosistemas y recursos naturales”, el  “escenario verde”  crece con el liderazgo de celebridades comprometidas e hipócritas, que terminan imponiendo en la conciencia colectiva la demanda de mercancías y servicios verdes en todos los niveles de la economía. El mercado crece a la par de la artificial acumulación capitalista.
Aún así, no se debe cruzar los brazos. La lucha debe continuar alimentando siempre la esperanza en la vida, que puede ser mejor y más sostenible para todos. Primero, diciendo ¡basta! a ese principio de la sociedad consumista que dice  “sí, puedes tenerlo todo”. Segundo, buscar un estilo de vida sostenible, aunque ello lleve a la transformación radical del actual mercado y sistema económico.
Sí, el problema del cambio climático como el social de la desintegración y destrucción de todo humanismo, requiere superar aquella contradicción entre el decir y el hacer, procesando cambios radicales, sistemáticos y permanentes en el estilo de vida colectivo e individual. Y que el “Maestro Ejemplo”, con avances y retroceso, no deje de estar iluminando el horizonte cercano.  

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