NAHUM BERGSTEIN

     Dr. Ronald Pais

La reciente desaparición física del Dr. Nahum Bergstein nos tomó de sorpresa. No por no ser concientes de que nuestro pasaje vital por este mundo puede ser interrumpido en cualquier momento, sino porque poco tiempo atrás nos habíamos encontrado con Nahum, en pleno uso de sus destacadas facultades intelectuales y como siempre con su personal enfoque sobre diversos temas.

Nos tocó ser compañeros en la Cámara de Diputados en el período 2000-2005 y más esporádicamente en diversos momentos, en la Cámara de Senadores.

Sólido jurista, casi siempre sus enfoques políticos se rendían al análisis del tema desde la especialidad del Derecho.

No siempre coincidimos con sus puntos de vista, pero siempre encontramos un interlocutor sereno y firme para defender sus convicciones. En todo caso, cualquier discusión o intercambio de ideas con él, resultaba enriquecedor.

Tuvo una actuación muy destacada y su opinión muy valorada por todos los legisladores colorados.

Pero hubo dos temas en los que su intervención fue descollante: el primero relativo a la nueva legislación adoptada por Uruguay en materia de propiedad intelectual y más específicamente, de Derechos de Autor; el segundo relativo a la defensa inclaudicable de la laicidad en la Educación.

Fue unos de los pocos que visualizó un progresivo aumento de hechos de violación de la laicidad en la Enseñanza y no temió denunciar casos concretos de tal violación.

Categóricamente, escribía:

“La laicidad tiene por objeto crear las condiciones sociales, intelectuales y espirituales para que el ser humano adopte libremente las decisiones que tienen que ver con su vida y su relación con los demás.

Por esta razón, la laicidad tiene diferentes facetas que no se limitan, a pesar de los orígenes del concepto, a la libertad religiosa, sino que abarca la ideológica y política. En una concepción integral, la laicidad requiere la protección de la libertad de conciencia frente a los dogmatismos religiosos, ideológicos, y político-partidarios, suministrando desde una posición de neutralidad las herramientas apropiadas para la formación de la personalidad. Por eso, laicidad y educación son las dos caras de la misma moneda. Cuando se cae en la tentación de vulnerar esta neutralidad, se está manipulando el sistema educativo.

Aunque no esté consagrada a texto expreso en la Constitución, surge implícitamente de varias disposiciones de la Carta Magna y, explícitamente, de sucesivas leyes de educación. Sin embargo, la laicidad ideológica y política viene siendo sistemáticamente vulnerada en el sistema educativo, como parte de un operativo (axioma de Gramsci) destinado a beneficiar a un partido político en su lucha para la conquista del poder, y una vez alcanzado, para preservarlo.

Tradicionalmente, esto reconoce dos ejes:- La oligarquía docente que principalmente a través de sus sindicatos "está notoriamente emparentada de modo dogmático con el partido de gobierno", como escribiera Carlos Maggi, y gremios estudiantiles controlados por minorías organizadas y altamente ideologizadas.

Hay docentes que se amparan en la libertad de cátedra, para desarrollar en el aula una visión personal de la sociedad, ¡a adolescentes entre 12 y 15 años que quizás reciben su discurso como si fuera la verdad revelada! Esta visión desemboca en la dualidad ricos-pobres, desarrollados-subdesarrollados, explotadores-explotados, centro-periferia, multinacionales-gobiernos nacionales; en suma, sembrando la semilla del enfrentamiento perpetuo entre malos por un lado y buenos por el otro (léase lucha de clases). En forma coadyuvante, gremios estudiantiles que en Secundaria no superan el 3% del estudiantado, generan hechos que imponen a una mayoría un clima de intolerancia y desprecio por la legalidad que encaja, como la mano al guante, a dicha concepción maniqueísta.”

¡Vaya si están vigentes hoy, todas estas manifestaciones!

Nahum y su esposa Nelly vivieron un momento extremo cuando, en julio de 1963 y estando ella embarazada, naufragó el barco que los llevaba a Buenos Aires. Permanecieron en el agua helada y en plena noche hasta que un barco – el King – los rescató. Aquella peripecia, contada por el propio Nahum en forma tranquila y sin angustiarse, seguramente templó el ánimo de ambos. Me pregunté más de una vez si también no habría tenido influencia en el estilo calmado y sin estridencias del que hacía gala este destacado uruguayo. Aún en los momentos de mayor tensión parlamentaria, Nahum conservaba la serenidad y guardaba una forma respetuosa de dirigirse al más exaltado de los oponentes.

Era también, a mi juicio, un diplomático vocacional. En los varios viajes oficiales que debimos realizar juntos, su prestancia, su vasta cultura, su perspectiva histórica y su manejo fluido de los idiomas eran elementos invalorables para lograr una buena receptividad por los representantes de otros países. Ello también valía en el ámbito interno, donde miembros de la colectividad judía o diferentes embajadores, de los más diversos orígenes, destacados en el Uruguay, lo convocaban frecuentemente para escuchar su valiosa opinión.

El Partido Colorado pierde un hijo dilecto, que se aleja físicamente de la lucha cotidiana, dejándonos el ejemplo de su honradez y de una vida personal y familiar intachables. Nos deja también la vigencia de los conceptos que alumbró su reconocida inteligencia y todo ello enmarcado en el respeto y afecto de quienes tuvimos el privilegio de conocerlo.

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