Editorial
Estudios internacionales revelados en un seminario organizado por el semanario Opinar, indican que Uruguay ocupa uno de los primeros lugares en el mundo sobre calidad democrática. En una escala de 1 a 10, todos los índices de vida democrática están en el diez, menos el que mide la participación ciudadana que está en el 4,4.
El modelo de democracia republicana representativa, al menos para la academia, es incuestionable. Sin embargo, la poca participación ciudadana, es un signo trascendente del camino que se deberá recorrer en este siglo XXI. La señal no es propia del país, sino que recorre el mundo. “Los Indignados” en España se instalaron en las plazas públicas y se extienden por Europa. Plural, pacífico y democrático el movimiento pone al sistema democrático representativo sobre las cuerdas y exige participación real y concreta en la administración del poder público. Las nuevas tecnologías de la información acortan distancias y dinamizan las relaciones colectivas horizontales. El torrentoso espíritu libertario gana los espacios públicos.
En nuestro país, es un lugar común, afirmar que los uruguayos hemos hecho de la queja una señal de identidad. En términos deportivos tigres roncadores en la cancha y borregos sumisos en la liga. Y cuando impulsados por una mínima y digna coherencia se reclama en la liga, no falta el coro ovino que dice “no hagas olas” recomendando el silencio, el “dejar pasar” y no hacerle cosquillas “indecentes” a los jerarcas de turno.
Como parroquianos, arreglamos y desarreglamos el mundo, y cuando estamos del otro lado del mostrador, se sigue ,ebrios de sí mismo, satisfechos de revolcarse en el pantano del egoísmo, pobres en ideas y soluciones. A nivel gubernamental, deliberadamente o por pura ignorancia, se desconoce la voluntad y necesidades de la ciudadanía, precisamente esa razón de ser de la propia democracia. Reglas de juego no escritas hechas para legitimar, en definitiva, un sistema político que ha hecho de la lucha permanente por el reparto de la torta su escenario central.
Hemos cumplido con nuestra "obligación" democrática. Hemos avalado con nuestro voto para que otros ciudadanos "construyan" nuestro futuro, para que "resuelvan" nuestros problemas. Hemos dado carta blanca para tomar decisiones que, en el fondo, son aquellas que imponen los todopoderosos mercados, dejando que se siga cacareando, ablandando la conciencia popular.
Cuando miramos desde abajo y desde la distancia que el sistema político impone, marcando la cancha entre el ciudadano vulgar y ellos, la visión es distinta y compleja. Es la coexistencia de dos reinos, dos vidas, que si bien no son contrapuestas, tienen sus propios objetivos.
Las elecciones, por las cuales avalamos y legitimamos las prácticas políticas de hoy, en la medida que se alejan en el tiempo, más se aproximan a lo circense. Nos hicieron creer que éramos los reyes de la participación democrática. Todos los movimientos y manifestaciones postelectorales, deja en evidencia la importancia que se le da a la opinión, a los criterios, a la voluntad, a la demanda de los ciudadanos de sus necesidades vitales y justas. Ni que decir de la frustración del espíritu democrático de contralor efectivo de la gestión pública. La revuelta de “los indignados” corralenses, en este lejano norte uruguayo, es un ejemplo ilustrativo.
Los "dioses" de la dirigencia pública, reducen el poder ciudadano, a “lumpenaje”, a “chusma candombera”, manipulable por la prensa, y políticos inescrupulosos. Sin embargo, miran para el costado cuando los ciudadanos se revelan indignados por la descarada manipulación de la democracia, realizada por esa fauna bovina de tecnócratas, encuestadoras, analistas y politólogos, especialistas en asuntos “aleatorios”. Los indignados orientales, se mueven desde el pié y gritan desde abajo:”¡basta de fiesta!”, en algún momento la farsa finalizará. Transformemos la indignación en hechos.
La triste realidad es que la nueva democracia participativa, ha sido, en algunas instancias, masacrada, precisamente por los responsables de mantenerla viva, de cuidarla y hacerla crecer. Ha sido degradada por los que la ocuparon con fines egoístas, personales e interesados. Ese mísero porcentaje de poder que les queda a los políticos, rehenes en manos de los grupos financieros mundiales, se reparte siempre entre los mismos, unos pocos que se eternizan en sus poltronas porque fuera de ellas pasarían tan desapercibidos como ahora pasa su inteligencia en el ejercicio del poder. En general son ciudadanos mediocres, con pocas aptitudes, poca capacidad y nulo sentido de la responsabilidad.
Perduran porque aún existe una porción importante de “borreguismo” en la masa ciudadana, presa del “pienso”, del vil precio de la necesidad. Pero nada es eterno. Vientos de cambio recorren todas las latitudes. Para empezar, habría que interrogar al sistema. Si ser político es una profesión vocacional, algo que parte de la necesidad de servir al pueblo, sus sueldos deberían ser testimoniales, estar en función de sus actos, de sus buenas o malas acciones hacia la sociedad. Es evidente que no se puede continuar con esa absurda y estúpida negación de la lógica y de la razón.
Sólo nosotros podemos cambiar, el pueblo indignado puede romper esta inercia destructiva, alienante, insaciable en su afán de más y más poder. Es la hora de llamar a consulta, creando con imaginación, escenarios y nuevos instrumentos de participación. En el actual mundo globalizado, no tenemos una dictadura militar, pero sí económica, manejada desde el exterior y dirigida a convertir a los seres humanos en zombis vivientes, en engendros de sí mismos, sin voluntad, sin recursos, sin ganas de vivir y de luchar por su dignidad; convirtiendo a los ciudadanos en esclavos de los banqueros.
Ejerzamos entonces nuestro derecho y nuestra responsabilidad con las futuras generaciones. Recuperemos la dignidad presa de esos vampiros de la civilización. Dueños de nuestro destino, de nuestro tiempo, de nuestro futuro, la consigna de la hora es unirnos y emprender la lucha, sin violencia, con la fuerza de la razón, con la verdad de nuestra condición de seres libres, libertarios.
1 comentario:
impresionante....
pero como ser libertarios.....?
si lo único que tenemos es nuestra razón..
divide y triunfarás .... es lo que imponen.. estamos solos ... y no todos somos obejas
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